Día tras día durante veinte años, Moses vivió en la misma esquina del distrito financiero de San Francisco. Su oficina, la llamaba. No pedía dinero, pero le gustaba hablar con la gente. Muchos de los ejecutivos que diariamente pasaban por su lado ni ... siquiera le veían; se había convertido en parte del mobiliario urbano de la que, irónicamente, es una de las ciudades más ricas de EE UU. Fran Guijarro sí le vio. Llevaba poco tiempo en la ciudad y aún no se había acostumbrado al fenómeno de los ‘homeless’. «Fue un gran choque cultural para mí ver a tanta gente viviendo en la calle», recuerda el cineasta y publicista malagueño, que por entonces –2007– tenía 25 años y ultimaba un máster de cine y publicidad en la Academy of Art University. Del choque cultural nació la inspiración y Guijarro decidió que su trabajo de fin de máster sería un corto documental sobre la vida de un ‘sin techo’.
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Fran Guijarro no cree que fuera casualidad. No pudo serlo. Porque aquel cruce de miradas con un afroamericano de 55 años adicto al ‘crack’ cambió su vida; mejor dicho, cambió –y unió– las vidas de ambos. Lo que empezó siendo un corto derivó en un largometraje al que el malagueño ha dedicado diez años. Y quien era uno más de los 12.000 ‘sin techo’ ocultos bajo la niebla de San Francisco emergió como un talentoso músico con un pasado traumático, llamado a protagonizar una historia de redención. Redención «mutua», destaca el cineasta. Porque a lo largo del documental Moses se desintoxica, sale de la calle y se reencuentra con unos hermanos que le creían muerto, mientras Guijarro abandona su puesto de director creativo en una agencia de publicidad para perseguir su sueño de hacer cine. «Él me ha ayudado mucho. Me ha dado algunos de los mejores consejos que me han dado nunca», afirma.
Guijarro durmió en la calle con Moses, le acogió en su casa, documentó sus tres intentos de desintoxicación y sus dos recaídas –«fue lo más duro», confiesa–, descubrió cómo otros artistas encontraron inspiración en él, rescató la música que grabó en los años 70 y 80 en estudios de San Francisco y Nashville y presenció su reencuentro con su familia. Tras 600 horas de grabación, decenas de entrevistas, miles de kilómetros recorridos por EEUU e incluso un viaje a España, el puzle tiene ya todas las piezas. Ahora hay que montarlo. Guijarro se enfrenta al último tramo, el de la edición, de la mano de Álex Lora, nominado a los últimos Premios Goya en la categoría de Corto Documental. «Me encantaría presentar ‘Moses’ en el Festival de Málaga el año que viene», anuncia.
Uno de los momentos más emocionantes para el cineasta fue viajar a España junto al protagonista de su documental. Moses tenía tres sueños que cumplir: contemplar el ‘Guernica’ de Picasso, bañarse en el Mediterráneo y comerse una paella... que cocinó la madre de Fran Guijarro en Málaga. «Se echó a llorar como un niño delante del cuadro. No había visto a nadie emocionarse así ante una obra de arte», recuerda.
Hoy, Moses sigue limpio y es el responsable de un piso que comparte con otras personas en rehabilitación. Ha vuelto a tocar la guitarra y afronta, a los 65 años, una nueva vida fuera de las calles. «Él ha tenido suerte, además de coraje. Pero el problema de la gente sin hogar va a peor porque Trump está recortando las políticas sociales», reflexiona Guijarro, que señala que en el fenómeno ‘homeless’ inciden muchos factores: la falta de sanidad universal y de vivienda asequible, el hecho de que en los años 80 Reagan vaciara los hospitales psiquiátricos, los veteranos de guerra, el individualismo extremo de la sociedad americana... «Es un fallo del sistema», concluye.
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Detrás de este proyecto está Free Range Puppies, la productora que Fran Guijarro fundó en 2012 junto al catalán Juli López para darle un enfoque «social» a la publicidad y la comunicación a la vez que impulsan proyectos artísticos como ‘Moses’. «Ambos trabajamos en grandes agencias y las dejamos porque nos sentíamos como perros con correa; de ahí el nombre de la empresa», explica. Para financiar el documental hicieron además un ‘crowdfunding’ en 2012 que recaudó más de 50.000 dólares.
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