Es imposible contar la historia del cine español de la segunda mitad del siglo XX sin hablar de José Luis López Vázquez. Y en el caso de la filmografía del 'boom' turístico que tuvo en Torremolinos su imprescindible tumbona, todavía más. Porque ese tipo ... recogido, con bigote, servicial, entrañable, bobalicón, voz aguda e ibérico de pura cepa nunca dijo un no a un papel en la Costa del Sol, ya le tocara hacer de pagafantas, de cateto de pueblo o de modernísimo turista pop detrás de las suecas. Aunque antes de que el actor se anunciara en las carteleras de toda España como garantía de carcajadas, Málaga ya se cruzó en los años 50 con López Vázquez cuando coqueteaba con la interpretación en papeles secundarios, a la vez que se labraba un plan B detrás de las cámaras como script.
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José María Forqué se lo trajo de secretario de rodaje a la filmación del drama 'Amanecer en Puerta Oscura' (1957), que no solo sacó a la calle a la cofradía del Rico en pleno noviembre para rodar una escena memorable en la Aduana con la liberación de un preso y con Paco Rabal en el centro de la trama, sino que la película ganó además en Berlín un cotizadísimo Oso de Plata. Por aquella misma época, López Vázquez aparecía en 'Los jueves, milagro', a las órdenes de Luis García Berlanga, o 'El pisito', de Marco Ferreri, y ya se convertiría en uno de nuestros imprescindibles cómicos. Un legado que el Festival de Málaga le agradeció en vida con la Biznaga otorgada en la edición de 2001 a su carrera y que el actor recogió emocionado en un abarrotado Teatro Cervantes.
Su primer trabajo interpretativo en Málaga ya lo puso frente al mito sueco en 'Amor a la española' (1966), un cinta definitoria de aquella comedia evasiva y turística en la que coincidía además con Alfredo Landa que acabaría dando nombre a aquellas producciones comerciales como el landismo. Aunque también podrían haberse denominado perfectamente el 'lopezvazquismo'. Después llegó a Marbella con otro título emblemático, 'El turismo es un gran invento' (1968), que contribuyó a consolidar el imaginario de las extranjeras con López Vazquez de soponcio en soponcio como paganini de los excesos del alcalde encarnado por Paco Martínez Soria. La cara que se le pone cuando ve la cuenta del Melía Don Pepe es de antología. También hizo tándem con Gracita Morales en un par de parodias del cine de espías con firma de Mariano Ozores, 'Operación cabaretera' (1967) y 'Objetivo bikini' (1968), tomándose a chufla el éxito de las cintas de James Bond, pegando tiros por la Alcazaba para escapar de unos chinos -un argumento adelantado a su época y que podría rodarse hoy mismo- y llegando con su furgo de representante de artículos de broma para aparcar en doble fila en plena Plaza de la Marina -eso no sería creíble hoy día-.
Volvería al Don Pepe con 'Dele color al difunto' (1970) para encarnar a un maquillador de difuntos que se da la gran vida en Marbella sin saber que lo están preparando el ataúd para cobrar su seguro de vida, aunque si hay una comedia de enredo al servicio de su vis cómica es 'Cuidado con las señoras' (1968) , en la que encarna a un doctor con ínfulas de detective que investiga a una viuda alegre por toda la Costa del Sol ante la sospecha de que ha dado pasaporte a su marido. Cargado de 'glamour' y en un descapotable rojo llega a Torremolinos donde un guardia le detiene para dejar pasar a… una sueca en bikini y pantalón corto. López Vázquez se incorpora para exclamar: «¡Viva Escandinavia! ¡Ya están aquí la suecas!« Ante lo que la chica contesta con acento malagueño: »¡Ya están aquí los tontos!».
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