Jaime Lorente, «taxista de un puticlub» en su nuevo rodaje en Málaga

Fuera del chiringuito, una pequeña carpa negra refugia de las inclemencias al director Lino Escalera que no pierde detalle del combo, la pantalla que le muestra el plano que se está rodando tal y como lo veremos en los cines. «Corten», ordena el cineasta que se dio a conocer en el Festival de Málaga con su emotiva ópera prima, 'No sé decir adiós', que se llevó cinco premios. El cineasta ha vuelto a la ciudad que le «cambió la vida» con su segundo largometraje, un filme de cine negro que se ambienta en el mundo de la trata de mujeres en la Costa del Sol. El realizador se levanta como una flecha, atraviesa el tramo de viento y lluvia, y entra en escena para hablar con el protagonista que no pierde detalle. Hechos los matices, en el set suena de nuevo el ritual: «Primera. Silencio. Motor. Acción». Martínez y Lorente se vuelven a mirar como madre e hijo. Duelo de actores. Y nuevo «corten» que esta vez sí da paso a la siguiente escena.

El protagonista pide un abrigo porque el frío no obedece las órdenes y sigue rodando su película. Y ya entrando en calor aprovechamos para saltarnos el guion y charlar de la película. «Estando en Málaga te tengo que hablar de 'Hamburgo'. ¡Qué cosas!», bromea Jaime Lorente que da detalles de Germán, su personaje. «Soy un taxista que, después de un tiempo de recuperación de sus vicios, empieza a trabajar en un puticlub», introduce el actor que ya hace tiempo ha emprendido un camino muy diferente a los que le convirtieron en un ídolo juvenil marca Netflix. En las pantallas está presente en estos momentos con su intenso papel de Ángel Cristo en la serie 'Cristo y Rey', mientras que este chófer con pinta de perdedor también lo ha cambiado físicamente y lo muestra demacrado y atizado por la (mala) vida. «Es un personaje que no había tocado y tenía muchas ganas», asegura Jaime Lorente, que confiesa que todavía está digiriendo esta historia sobre la prostitución: «Es un tema muy delicado, tanto que me da reparo hablar de él. La película denuncia este drama social que muchas veces termina en tragedia y lo hace con mucha sensibilidad».

Por alusiones retoma el hilo argumental Lino Escalera que se separa del combo para explicar que la cinta retrata un «universo cruel y poco visibilizado como es el tráfico de mujeres». El director ha elegido al «último del escalafón» de estas mafias, ese taxista que transporta a las chicas esclavizadas, para mostrar esta historia en la que lleva trabajando cinco años y que, más que un 'thriller', prefiere «definirla como cine negro» con referencias al género americano de los 70 y, particularmente, John Cassavetes. «Claramente es un salto en cuanto al género y el tono con respecto a 'No sé decir adiós', aunque también hay cosas que la anclan a mi primera película», considera el impulsor de 'Hamburgo' que afirma que estamos ante una película con un tema universal, pero quiso ambientarla en la Costa del Sol porque «es uno de los espacios de mayor concentración de estas mafias».

Coproducida por Zeta Cinema –con Antonio Asensio y la malagueña Paloma Molina Temboury, al frente–, Icónica, Tandem Films, Cinelabs (Rumanía) y la compañía local Pecado Films, el reparto también incluye a Roger Casamajor, la actriz rumana Ioana Bugarin –que ha aprendido español en dos meses–, Tamara Casellas, Asia Ortega, Manolo Caro y la malagueña Mona Martínez, actriz de carácter que vive un momento dulce después de su candidatura al Goya hace un par de años por 'Adiós' y protagoniza en estos momentos 'La red púrpura'. «Pues fíjate que es la primera vez que estoy rodando en Málaga. ¡Y mira que he hecho cosas! Pero no salí ni en 'Arrayán' en la que participó toda Andalucía y eso lo tengo clavado en mi corazón», exclama la intérprete que se ha quitado la espinita de la mano de Lino Escalera.

Su hijo en la ficción también tiene clavado algo después de la escena que han hecho juntos. «Siempre digo que eres bueno cuando te hacen el trabajo fácil y a Mona solo he tenido que mirarla para que salga la escena sola. Es una pedazo de actriz», afirma Jaime Lorente con esa misma emoción que se le veía hace unos minutos en la escena con Martínez. El rostro de la actriz es lo más genuinamente malagueño que se va a llevar de este rodaje, en el que no ha tenido mucho tiempo libre. «Sabes lo que pasa, pues que salgo en el 93% de los planos de película y la vida social que he tenido ha sido absolutamente nula», afirma el popular actor, pero no como queja, sino más bien como galones de la misión cumplida de un rodaje «exigente». «Pero es que las películas buenas son exigentes», abrocha cuando ya le llaman para la siguiente escena que suena a 'corten' la entrevista.