Es una calurosa tarde de julio, de las de bochorno, pero hay restos de nieve en el patio y dentro de la casa parpadean unas luces navideñas. «Hacienda de Santa Paula. Abril 1872», se lee sobre la puerta de este cortijo perdido en algún punto ... de Olías, ahora la entrada a un mundo muy peculiar. Una jaula de pájaros sin pájaros, una armadura medieval junto a un diván forrado de libros, un árbol de Navidad invertido en un salón de cortinas rojas y cuadros inquietantes... Se intuye que detrás de este universo hay una mente que tiende a lo extravagante y surrealista, nada convencional. Es la firma de Ignacio Nacho. El director malagueño acaba de finalizar el rodaje de 'Isósceles', un triángulo amoroso «un tanto oscuro» con más aristas de las aparentes. Lo forman Salva Reina, Mara Guil y el propio Ignacio Nacho, un trío de amigos y profesionales unidos de nuevo por el cine cuatro años después de 'El intercambio'. Juntos hablan del proyecto –del que Reina y Guil son además productores– en la penúltima sesión de grabación.
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Ignacio Nacho recibe sentado en el patio de la finca. «Disculpa que no me levante», se justifica señalando su pierna. Hace unos días, una «a priori saludable» excursión terminó en el quirófano con una tibia rota. En mitad del rodaje. A partir de entonces, han estado «haciendo una película y encaje de bolillos a la vez». Los tres rompen a reír cuando recuerdan los muchos «contratiempos» que han superado en las últimas dos semanas. «Cuando nos pregunten por las anécdotas del rodaje no vamos a saber cuál contar. ¡Son tantas!», exclama Reina.
Para empezar, tuvieron que cambiar el horario. La maquinaria de una cantera cercana que llevaba tiempo parada comenzó a funcionar justo cuando dijeron 'acción', lo que les obligó a trasladar todo el trabajo al silencio de la noche.
La jornada arranca a las 20.30 horas. Termina a las 6 de la mañana, a las 7... Pero lo que en principio supuso un trastorno se ha convertido en una virtud. La calma de la nocturnidad crea el clima perfecto para esta propuesta, con un reencuentro como punto de partida. Dos viejos amigos distanciados tras una «extraña circunstancia» vuelven a verse. Entre ellos, hay un conflictivo nexo de unión: ella. Un juego de tres vértices donde nunca se sabe bien quién de ellos es el lado desigual de este triángulo.
«La película es una disertación del amor en todas sus acepciones: amistad, sexual, atracción, el paso del tiempo, las relaciones, la alegría de lo nuevo, el ocaso de una relación que muere…», detalla Reina. «Por poco que hayas vivido, sabes de lo que está hablando. Trata sin tapujos las relaciones personales, sin edulcorar, con personajes muy valientes», añade Guil. «Sí, podría ser un tratado sobre el amor», apostilla Ignacio Nacho. Y continúa: «Muchas veces somos pudorosos para exponer realmente lo que sentimos. Y cuando conseguimos despojarnos de ese pudor ya es demasiado tarde. Aquí los tres se abren en canal».
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Y, como en la vida misma, «nos reímos en situaciones dramáticas y en otras cómicas lloramos», aporta la actriz. Es, para Reina, una «manera novedosa de abordar una posible comedia: que ante una realidad tan cruda como la que cuenta pasen estos textos eminentemente graciosos». «No queremos concesiones al humor explícito. Hay situaciones muy cómicas, pero en otras creemos que el público va a sentir pudor a la hora de reírse», analiza el actor y director. Por eso cuesta etiquetar 'Isósceles'. Ignacio Nacho se niega a hacerlo: «Saca tus propias conclusiones», dice.
Mara Guil se aventura a catalogarlo, pero de una forma que nadie espera: «Hurga tanto en las emociones y de manera tan cruda que llega a ser terrorífico, yo lo enmarcaría en el género de terror, ni como comedia ni drama. Creo que el público se va a dejar llevar por el chorro de sentimientos de los personajes. La intención es atraparlos hasta desmontarlos y dejarlos descolocados».
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La fotografía que firma Alfredo López potencia ese «toque oscuro» que requiere la historia. «No queríamos que la luz fuera clásica, está bastante contrastado todo», explica. A eso se une una decoración un tanto ostentosa, que revela la excéntrica personalidad de su dueño, y un vestuario elegante, propio de una velada especial.
Toda la historia sucede de forma lineal en la hora y media que dura la película y transcurre en apenas tres localizaciones de esa singular casa. Cine «claustrofóbico y de salón» que gusta mucho a Ignacio Nacho. «Es una ventaja y un reto. Estoy anteponiendo el trabajo interpretativo, recuperando la esencia del cine de primeros planos y de silencios».
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El filme sale adelante por el paso al frente en la producción de cine de La Cochera Producciones y Producciones Mona, a los que se suma Dalia Films, que viene de triunfar en el Festival de Málaga con 'Ama'. Una alfombra roja que desde ya es la meta de 'Isósceles'.
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