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La licencia para matar desató una licencia para copiar. El éxito planetario de Bond, James Bond, en los años 60 no sólo provocó una saga que todavía sigue viva con más de una veintena de películas, sino que también propició un incansable reguero de clones, facsímiles y copias más o menos afortunadas que se tomaron al pie de la letra eso del espionaje y lanzaron a sus propios agentes secretos de imitación, a los que dotaron de cachivaches de última tecnología por muy disparatados que fueran en esa misión común de evitar que los malos destruyeran el mundo. En la larga nómina de títulos apócrifos del género tiene un lugar especial una cinta rodada en la Costa del Sol, 'Todos los hermanos eran agentes', el intento más descarado y a la vez disimulado de suplantar al genuino 007. Solo hace falta leer el nombre de su protagonista: Connery, Neil Connery, el hermano del mejor Bond de la historia, el mismísimo Connery, Sean Connery. Para disgusto del actor escocés recién fallecido y de los productores de la franquicia original al servicio de su majestad.
Al igual que el 'spaghetti western' tomó como escenario fundamental el desierto de Almería, el fenómeno del 'eurospy' de serie B surgido en los 60 tuvo en la moderna Costa del Sol el destino de espías y villanos con debilidad por las fiestas y la sofisticación. Como en el salvaje oeste, los más listos fueron también los italianos que produjeron innumerables películas hoy olvidadas, pero que asaltaron con fortuna las taquillas de todo el mundo. Fue el caso de 'Todos los hermanos eran agentes' que tuvo como productor e instigador al romano Darío Sabatello que no escatimó gastos -la película tuvo una inversión de 1,2 millones de dólares, el presupuesto más caro de una serie B de espías en aquel momento- para parecer una cinta oficial de 007, bordeando siempre una posible demanda de la franquicia original producida por Albert Broccoli y Harry Saltzman.
La pieza central de esta mascarada fue Neil Connery, de 28 años y hermano pequeño del protagonista de la saga original. Sin experiencia alguna en la pantalla, pero con cierto aire que recordaba a su predecesor Sean Connery, Sabatello le puso por delante un contrato con varios ceros, una de esas ofertas que este obrero de la construcción no pudo rechazar. «Yo nunca había pensado seguir el camino de mi hermano. La verdad es que siempre me había contentado con mi suerte. Yo era yesero en Edimburgo, la ciudad en la que nacimos», comentaba el actor debutante durante el rodaje en Málaga, en la que también confesaba que había intentado ser pintor y fotógrafo.
Aunque no se podía nombrar directamente a James Bond en la pantalla, la presencia del hermanísimo permitía utilizar el apellido del protagonista en la película para el personaje principal e incluso para denominar el filme ya que en Estados Unidos se estrenó con el título de '¡Ok Connery' para jugar a la confusión con el famoso 007. El título original del filme, 'Operation Kid Brother' (Operación hermano pequeño), y el de su estreno en España, 'Todos los hermanos eran agentes', también aludían al mítico espía y a su vinculación con Sean Connery. Una relación que se aprovechó al límite en el estreno, como lo demuestra la publicidad del cine Goya de Málaga que anunció la llegada de la película en agosto de 1968 sin disimulo alguno: «A Sean Connery (James Bond) le ha salido un rival, su propio hermano».
Con su 'estrella' confirmada, este 'spyghetti' orquestado por Sabatello completó su tramposa apariencia al reclutar una larga lista de actores 'oficiales' de la serie Bond, como el mismísimo Bernard Lee, que daba vida a M, el jefe del espionaje británico, y a Lois Maxwell, la mítica secretaria Miss Moneypenny. Ambos interpretan esos mismos papeles pero evitando los nombres literales de sus personajes en la franquicia oficial. En el capítulo de los villanos, la película fichó al característico Anthony Dawson, el malo de 'Agente 007 contra el Dr. No', y a Adolfo Celi, que acababa de ponérselo difícil al espía en 'Operación trueno' (1965), a los que se unió la chica Bond Daniela Bianchi que hacía de las suyas en 'Desde Rusia con amor' (1963).
Con todos estos ingredientes, la guinda la pusieron el guion y la banda sonora. Por un lado, el argumento se cuidaba de aludir directamente a James Bond, pero aprovechaba a Neil Connery para referirse a él en la propia pantalla como «el hermano de nuestro mejor agente» o el hermano del espía «00» sin llegar a decir nunca el número 7. Y como el agente pata negra estaba «ocupado en otra misión», al comandante de los espías ingleses (Lee) no le quedaba otra que convencer al pequeño de la familia, médico de profesión, para que lo sustituyera en una misión. Y para que todo terminara de sonar a cine de espías del bueno, la partitura de Ennio Morricone y Bruno Nicolai rozó el plagio copiando los primeros tonos del inconfundible soniquete de la mítica sintonía oficial de Bond creada por John Barry. En conjunto, el filme fue una rocambolesca operación de copia camuflada que bordeó siempre los límites, pero que consiguió su objetivo: evitar una millonaria demanda de los propietarios de la marca y el personaje creado por Ian Fleming.
Pese a las evidencias y los parecidos más que razonables, el primero en apuntarse el juego del despiste fue el propio Neil Connery que, durante una entrevista en el Hotel Málaga Palacio, fue preguntado por SUR (Ver edición 31/1/1967) por las evidentes similitudes con su hermano, el espía. Y negó la mayor. «No, nada de eso, soy en la película un cirujano plástico», afirmaba tajante el novel actor, que evitaba añadir que su personaje tenía cualidades curiosas para un galeno como ser experto en artes marciales y tiro con arco, además de ser capaz de leer los labios e incluso hipnotizar a sus oponentes con una mirada. Amén de sustituir en la ficción a su 'hermano' 007.
En la respuesta tajante de Neil Connery también se deja entrever la rivalidad familiar con Sean, con el que siempre marcaba distancias. Y aunque afirmaba sentirse «orgulloso» de ser su hermano, el hasta entonces anónimo yesero decía con cierta displicencia que nunca se había preocupado por la «carrera brillante» del protagonista de la saga 007 y añadía que «lo que más me molesta es que me comparen con él o, peor aún, que vean en mí un nuevo James Bond». A lo que se unía algún pildorazo familiar, como cuando afirmó a la revista 'Hola' durante el rodaje en la Cueva de Nerja que «de mi padre he heredado la paciencia, mientras que mi hermano no tiene prácticamente ninguna».
Lo cierto es que el actor que da vida al verdadero James Bond perdió la paciencia con su hermano, ya que se tomó su participación en esta película como un agravio personal, llegando a burlarse del pequeño de la familia al afirmar que los productores del filme deberían «dejar que Neil vuelva a enyesar». Y no fue el único contra el que disparó. La propia Miss Moneypenny, Lois Maxwell, confesó que, cuando el actor escocés se enteró de que la actriz se unía al elenco de 'Todos los hermanos eran agentes', no disimuló su enfado y llegó a gritar: «¡Me has traicionado!».
En esta guerra de los hermanos Connery tuvo también un papel protagonista Alberto de Martino, el director italiano que, con el mismo oficio se metía en una de romanos, una del oeste, una de terror o una de espías. De hecho, un par de años antes del rodaje de 'Todos los hermanos eran agentes' ya se paseó con licencia para rodar por la Costa del Sol con otro 'eurospy', 'Operación Lady Chaplin', a la que siguió la cinta con el pequeño de los hermanos Connery que tomó escenas en el aeropuerto de Málaga, la plaza de toros de La Malagueta, el parador de Nerja y sobre todo la famosa cueva de esta localidad, descubierta apenas unos años antes.
Como muestra el registro oficial de la propia cavidad de la Axarquía -conservado en los fondos del Museo de Nerja-, en el interior de la cueva se estuvieron trabajando muchos días de aquel enero de 1967 para la construcción de decorados que, como se puede leer en los documentos, generó cuantiosas horas extras para los operarios de la gruta, pagadas por la productora. Un trabajo que convirtió para la pantalla el monumento natural en un refugio subterráneo con aspecto de estación espacial que servía de guarida a unos villanos con vestuario futurista de la organización Thanatos y donde se desarrollaba la escena cumbre, con lucha incluida. Ni esa estructura tipo Nasa ni esa escena se autorizaría hoy día entre las milenarias estalactitas y estalagmitas por motivos evidentes de conservación. Y todavía menos las explosiones que se ven en pantalla y que, según parece, se efectuaron dentro del monumento.
Las referencias a 'Todos los hermanos eran agentes' -título deudor del éxito 'Todos los hermanos eran valientes' (1953)- suelen calificar el filme como una parodia del cine de espías, pero un vistazo a la película deja claro que, si bien en la actualidad se observan muchas escenas con hilaridad y casi inocencia en su puesta en escena, el filme fue un intento más que convencido de suplantar la verdadera saga Bond como lo muestra el argumento, el cartel clonado de la franquicia original, el elenco con pedigrí espía, el amplio presupuesto -superior a la primera entrega de las películas oficiales, '007 contra el doctor No', que costó un millón de euros- y el lanzamiento mundial del filme a cargo del estudio norteamericano United Artist. Una compañía que también distribuía las películas oficiales de Bond, James Bond. Una jugada que le daba definitivamente el pedigrí que le faltaba a esta mascarada bondiana que tuvo en Málaga el escenario de la guerra de los hermanos Connery.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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