Primero pisó Mallorca, pero nada más llegar le preguntaron por su reciente divorcio, así que cambió de aires. El príncipe Alfonso de Hohenlohe, que elevó ... a niveles aristocráticos la publicidad sobre la Costa del Sol, le habló de su hotel Marbella Club y la actriz no tardó en pedirle una reserva. Y aquí se vino en 1965 para disfrutar de unos días de verano que no solo se repitieron en los siguientes años, sino que se fueron alargando con visitas añadidas en otoño o en primavera. La mítica Gina Lollobrigida no solo era una diosa de la gran pantalla, sino que cuando pisaba España gozaba de la misma atención que en su país. Particularmente en esta orilla malagueña en la que la diva tenía a su disposición una villa de lujo y recibía siempre la primera invitación a todos los saraos. Y ella no faltaba a aquellos días de pan, amor y toros, parafraseando su mítica cinta junto a Vittorio De Sica.
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Ninguno de esos tres elementos le faltó en sus temporadas en Marbella. Del 'pan' se surtía en abundancia en el Beach Club del resort de Hohenlohe, donde siempre se dejaba caer la actriz de 'Salomón y la reina de Saba' (1959) y 'Desnuda frente al mundo' (1961) que se alojaba habitualmente en la villa La Herradura que pertenecía al propio hotel. Su residencia oficial en España fue este rincón de Marbella hasta el punto que, si venía a trabajar a Madrid o cualquier otro punto del país, ponía rumbo al sur en cada descanso del rodaje. Así, en la filmación de 'Cervantes' (1966), la prensa se iba al aeropuerto de Málaga porque en alguna de sus idas y venidas seguro que le arrancaban unas fotos y un par de frases. En 1969, tuvo un accidente de tráfico y se fracturó una rodilla cuando conducía su Rolls Royce en Italia. En cuanto pudo, se vino a Marbella a terminar de curarse por su propio pie.
La mítica actriz, que al final de su vida alimentó su perfil como escultora, siempre alimentó desde su divorcio eso del 'amor' con numerosas parejas. De hecho, cuando llegaba a Málaga, siempre se miraba al lado para ver quien acompañaba a la protagonista de 'Pan, amor y fantasía'. Aquí dio rienda suelta a su imagen más divertida y frívola apuntándose a todos los saraos. Desde la fiesta del Pirata institucionalizada por Hohenlohe a conciertos de grandes artistas, como el de Raphael en los jardines del Hotel Don Pepe, pasando por taconeos hasta el amanecer en el tablao La Pagoda Gitana, donde su rumboso movimiento de cintura demostraba que su supuesta relación con Antonio Gades había dado, por lo menos, para unas aprovechadas clases de flamenco con el maestro. No obstante, si algún periodista se le ponía pesado con su vida privada en aquellos tiempos prehistóricos del 'Sálvame', la italiana siempre tenía preparada una respuesta: su amor era su hijo, Milko.
En Marbella, la protagonista de 'La mujer más guapa del mundo' (1955) y 'Trapecio' (1956) dio rienda suelta a su pasión taurina. Lo mismo iba hasta la plaza de la Línea de la Concepción que a cualquier coso de la provincia para no perderse a sus toreros preferidos, entre los que no faltaban El Cordobés, Ordóñez y Miguelín. Su pasión cruzó incluso la frontera de la afición y comenzó a escribir un libro de toros con fotos propias de los diestros, a los que retrataba desde el tendido o en el callejón. «Me entusiasma», confesaba la actriz romana sobre su afición taurina en una entrevista en SUR en 1968.
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Alérgica a los encuentros con la prensa, la actriz recibió en su 'casa' –la mentada villa La Herradura– a un redactor y un fotógrafo de este periódico en la que confesaba su debilidad por la entonces indiscutible fiesta nacional. El primer sorprendido de la interviú fue el propio periodista que confesaba una y otra vez su incredulidad ante tanta «belleza» y, cuando las preguntas se arrimaban a otros cuernos más amorosos, Lollo decía aquello de que su hombre era el inocente Milko. Aunque la legendaria estrella también ofrecía alguna declaración llamativa al relativizar todo ese mundo que le había dado la fama. «El cine no es más que una parte complementaria de mi vida». Desde luego, en Marbella, así lo fue.
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