Paul Newman y Elizabeth Taylor formaron en esta película una de las parejas más famosas de la ficción
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'La gata sobre el tejado de zinc': Sacar las garras frente a la hipocresía

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El éxito cosechado por Richard Brooks gracias a Taylor y Newman no evitó la reacción del autor de la obra, Tennessee Williams, indignado por el borrado de la orientación homosexual del protagonista

Lunes, 2 de noviembre 2020, 01:25

Brick Pollitt, el personaje encarnado por Paul Newman en 'La gata sobre el tejado de zinc' (1958) estaba enamorado de su amigo muerto, y eso explica toda la película. No se trata de un 'spoiler', sino la mejor manera de hacer justicia ... al filme de Richard Brooks adaptado de la obra de Tennessee Williams, porque a pesar de una brillante dirección solo superada por las interpretaciones del propio Newman y de Elizabeth Taylor, la película oculta la idea central por culpa de una censura que en España, además, fue aún más exagerada. Los censores, a los que ya de por sí no les agradaba demasiado la temática de la historia, decidieron eliminar en la traducción la palabra 'caliente' que iba al final del título ('Cat on a Hot Tin Roof', en el original), porque pensaban que de esa manera se perdían matices sexuales de la obra.

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A pesar de que Williams ganó el Premio Pulitzer en 1955 por esta historia de hipocresía, amor y envidia, la primera vez que su texto se llevó a las tablas también fue cercenado por la productora. La evidencia de la homosexualidad del personaje central quedaba ligeramente diluida, por lo que no sorprendió a nadie que cuando la Metro Goldwyn Mayer (MGM) se hizo con los derechos el resultado sería igual o peor, al menos en lo referente a esta cuestión.

La gata sobre el tejado de zinc (1958)

Director : Richard Brooks

Reparto : Elizabeth Taylor, Paul Newman, Burl Ives, Jack Carson, Judith Anderson, Madeleine Thornton-Sherwood

Premios : Seis nominaciones al Oscar, incluyendo película, director, actor y actriz

Dónde verla : Filmin

Tras la negativa de George Cukor a dirigir 'La gata sobre el tejado de zinc' (seguramente por la polémica que pudiera crear), Brooks fue el encargado de sacar adelante un proyecto que tuvo un éxito comercial y artístico sin paliativos. Marlon Brando y Paul Newman eran los actores fetiches de Williams, de los que una vez afirmó: «Nunca tendré el orgasmo perfecto sin sentir el olor a sudor de Brando en 'Un tranvía llamado deseo', o penetrándome Newman cuando mira fijamente a Maggie al final de 'La gata sobre el tejado de zinc'. Es como si los tres nos meciéramos al compás de una melodía sureña, bajo los ojos inocentes de Baby Doll».

Así que elegido el primero faltaba por decidir quién sería la joven que intentaría no saltar del ardiente tejado. Se pensó en Vivien Leigh (era la preferida del autor tras su papel en 'Un tranvia llamado deseo'), en Lana Turner e incluso en Susan Hayward, actriz que ese año ganó el Oscar por 'Quiero vivir' a pesar de que Elizabeth Taylor era la favorita para hacerse con el premio.

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Con la perspectiva de los años, imaginar esta película sin el papel de Maggie encarnado por Taylor resulta algo impensable. La actriz, que constantemente eclipsa al resto de personajes con sus constantes giros interpretativos, exigió a la productora medio millón de dólares y un porcentaje de la recaudación, convirtiéndose en una de las actrices mejor pagadas, pero también de las de mayor éxito de público.

Richard Brooks y Elizabeth Taylor debaten sobre el filme en una pausa del rodaje de 'La gata sobre el tejado de zinc'

Maggie y Brick

Maggie : Uno de esos monstruos cuellicortos me ha tirado helado.

Brick :¿Por qué llamas a los chicos de Gooper monstruos cuellicortos?

Maggie : Porque los hijos de tu hermano no tienen cuello. Al menos, visible. Sus cabezotas se incrustan en sus gordos cuerpos sin que exista separación.

Brick : Eso es grave.

Maggie : Sobre todo porque así no se les puede retorcer el pescuezo.

Taylor, que se enteró en pleno rodaje de la muerte en accidente de avión de su marido –el productor Mike Todd–, es la auténtica protagonista de un melodrama que de nuevo investiga los temas favoritos de Tennessee Williams: diálogos hilarantes y llenos de reproches, tintes de humor negro, situaciones supuestamente escandalosas y mujeres fuertes 'al borde de un ataque de nervios'.

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Aun así, el resultado de la película no solo no gustó al autor sureño, sino que le indignó. Su reacción llegó hasta tal punto que se dedicó a ir a los cines en los que la gente guardaba cola para decirles que se fueran a su casa y que no gastaran el dinero en ver el largometraje. «Esta película va a hacer retroceder 50 años a la industria del cine», les decía a los espectadores, que por cierto le ignoraron completamente. El filme costó unos tres millones de dólares y recaudó más de 26, y aunque a su final le falte la parte más importante, aún hoy sigue siendo uno de los melodramas más relevantes y más intensos de toda la historia del cine.

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