Defenestradas por su carácter popular y su poca profundidad conceptual, las telenovelas han sido históricamente un producto rentable para las televisiones, pero muy castigado por la crítica. Aun así, series como 'Dallas' o 'Dinastía' han acumulado millones de espectadores fieles a ... lo largo de los años; televidentes dispuestos a seguir –y a sufrir– las terribles vivencias de sus personajes.
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Lejos de ser una invención de las cadenas de televisión, el melodrama parte también del Hollywood dorado, aunque no fue hasta los años 50 cuando alcanzó las mayores cuotas de popularidad en los cines. A diferencia de los posteriores seriales interminables, el género mantenía entonces todos los elementos positivos como la técnica, las interpretaciones, las historias y el éxito en la taquilla. En eso tuvo mucho que ver el director de origen alemán Douglas Sirk, que entre 1953 y 1959 elevó el melodrama a sus cotas más altas de perfección.
A pesar de que la crítica siempre consideró 'Imitación a la vida' (1959) como su obra cumbre, fue con 'Escrito sobre el viento' (1956) con la que obtuvo su mayor éxito comercial en la taquilla. El realizador contaba por sexta vez con Rock Hudson como protagonista (de un total de nueve al final de su carrera); al que se sumaba en esta ocasión Lauren Bacall, que espoleada por su marido (Humphrey Bogart) veía en este proyecto la oportunidad de relanzar su carrera y –por qué no– luchar por un Oscar en unos años en los que hacer este tipo de personajes aún se reconocía en la Academia. Junto a las dos estrellas emergieron unos secundarios de lujo: Robert Stack y Dorothy Malone. En el caso de ella –que se dio a conocer como la bibliotecaria que tiene un fugaz romance con el personaje de Bogart en 'El sueño eterno' (1946)– consiguió llevarse a casa el único Oscar que la película recibió aquel año de un total de tres nominaciones.
Director: Douglas Sirk
Reparto: Rock Hudson, Lauren Bacall, Robert Stack, Dorothy Malone, Robert Keith, Grant Williams, Harry Shannon
Premios: Oscar a la mejor actriz de reparto (Dorothy Malone). Tres nominaciones
Dónde verla: Prime Video y Filmin
La historia tiene todo lo que se esperaba del género. Dos hombres enamorados de la misma mujer, amores no correspondidos, crímenes, un aborto involuntario y la muerte de alguno de sus protagonistas. Pero lo que años después pasó a ser normal en el discurso narrativo, era entonces una innovación de la que Sirk fue uno de sus inventores junto a otras figuras de Hollywood como William Wyler, aunque en este caso con estilos muy diferentes.
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Nacido en Alemania, Sirk tuvo un papel relevante en el teatro y en el cine antes de la llegada de los nazis. Tras huir a Estados Unidos en 1937, fue requerido por la Warner, productora en la que realizó sus primeros trabajos. Ya en la década de los 50, el director fue contratado por la Universal Pictures, compañía con la que rodó sus películas más relevantes. En aquellos años no solo recuperó el trabajo de John M. Stahl con filmes de la talla de 'Imitación a la vida', 'Sublime obsesión' e 'Interludio' (todas con títulos homónimos del director y productor), sino que presentó otros trabajos completamente originales de gran éxito como 'Obsesión', 'Solo el cielo lo sabe', 'Ángeles sin brillo' y la propia 'Escrito sobre el viento'.
Lucy: ¿Me amas?
Kyle: ¿Amarte? Ni siquiera me amo a mí mismo.
Lucy: Kyle, ¿qué pasa? ¿Es algo que he dicho o algo que he hecho o debería haber hecho?
Kyle: No lo sé, tengo miedo. Es como si estuviera en lo más profundo de un paso de montaña y mucha nieve colgando sobre mi cabeza. Si hago un sonido, la nieve podría caer ... y enterrarme vivo.
En esta última, Sirk aprovecha todos los elementos para crear una atmósfera lo más artificial posible y potenciar así la historia. El realizador insistió al director de fotografía, Russell Metty (que trabajó en varias de sus películas) en la necesidad de saturar al máximo el technicolor, especialmente en escenas claves de la película como la del bar. Esta puesta en escena se suma a un guión ágil sin grandes discursos pero sí con sobrecogedoras omisiones que deben ser entendidas por el espectador, lo que demuestra que el melodrama de Douglas Sirk está muy lejos de los productos simplones que surgieron muchos años después. Así lo definió el crítico Roger Ebert, unos personajes tratados con solemnidad dentro de un «malvado y perversamente divertido melodrama».
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