La actriz Vicky Luengo cree que donde no hay pasión no puede haber talento. elm murcia
Vicky Luengo | Actriz

«Yo abrazo la vulnerabilidad, me parece un acto de valentía»

Conoce bien el éxito a sus 32 años, y también lo que significa batallar contra una enfermedad silenciada, la endometriosis. Advierte contra los embaucadores y las personas tóxicas, a las que por fin ha aprendido a ver venir de lejos. Propone escuchar

Domingo, 5 de junio 2022, 00:27

Puede hacer con su mirada que sientas el ataque de una manada de lobos, o que desees participar del misterio del vuelo del águila. Sus trabajos en cine, teatro y televisión son un golpe en el estómago o un susurro al oído que caldea tu ... ánimo. Mallorquina, 32 años, aclamada por logros como su interpretación en la serie 'Antidisturbios' (2020), de Rodrigo Sorogoyen. En otoño estrenará 'Suro', la ópera prima del director y guionista Mikel Gurrea. El sonido del mar pone banda sonora a la entrevista.

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- ¿Una mujer valiente?

- Creo que sí, si entendemos por valentía que cuando en la vida se tiene un miedo, que te habita o te rodea, no lo eludes y le plantas cara. Yo le planto cara a los miedos. Es un modo de vivir, tanto en el trabajo como en el día a día.

- ¿A veces qué tiene?

- A veces tengo pulsiones, que proceden del estómago, que me dicen que tengo que hacer esto o lo otro y estar aquí o allá. Y suelo hacerles caso.

- ¿Más apasionada que racional?

- Sí, más apasionada. Sin pasión no se puede hacer nada, en general; cualquier trabajo se hace mejor con pasión y, además, creo que no hay talento donde no hay pasión.

- ¿Cómo se ha visto a veces?

- Aburriéndome de todo, acostumbrada a lo que hay sin valorarlo. A veces también de cosas que años antes anhelaba. Intento no aburrirme, incluso cuando llega la rutina tienes que saber sacarle partido. Yo también tengo una rutina en mi trabajo, aunque no es la misma que la de mi hermano, que es autobusero y cada día se levanta a las cinco de la mañana, coge el mismo vehículo y hace la misma ruta. Yo voy cambiando de proyecto, y paso del teatro al cine o a la televisión. Cada uno en su trabajo debe intentar no caer en la monotonía, ser positivo siempre es mejor. A veces me digo: 'Es que ya estoy aburrida de hacer esto'. E inmediatamente añado: 'Vicky, no pierdas de vista la suerte que tienes'. Y entonces doy gracias porque es verdad, porque tengo mucha suerte. Pero la insatisfacción es algo que tenemos todos, nos vaya como nos vaya.

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- ¿Y por qué?

- No sé qué nos pasa. Vivimos en una sociedad en la que parece que todo tiene que ser inmediato, que tiene que ser todo ya, queremos las cosas al instante y queremos muchas cosas. Creo que todo esto tiene que ver con el capitalismo, con el consumismo, porque consumimos todo. Que una camiseta tiene un agujero, pues en vez de coserlo nos compramos otra. Incluso se consumen personas, en el sentido, por ejemplo, de que tenemos una amistad y, en vez de cuidarla, la dejamos de lado y pasamos a la siguiente. Hay una enorme cantidad de estímulos que nos hacen vivir así. Hay un libro que me encanta, 'La vida pequeña. El arte de la fuga', ¿lo conoce?

- No.

-Es un libro de José Ángel González Sainz que habla de vivir despacio. Lo escribió a raíz del confinamiento y la pandemia, y cuando lo leí me proporcionó mucha paz y un reflejo donde mirarme.

Tentaciones

- El de Ana María Matute era el de la duda, ¿cuál es su reino?

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- Yo también pienso que hay que dudar de todo: para mejorar, para asegurarte...; de tener algún reino, me gustaría que el mío fuese el de la escucha. No sé si todas las veces que me lo propongo consigo practicarla, pero me parece que en la escucha está el cuidado, fijarte en quien tienes delante, la atención a los amigos, a las parejas, a los familiares.

- Por todos los elogios que recibe por su trabajo, por los proyectos en los que tiene la suerte de trabajar, ¿cae en la tentación de creerse especial?

- Esa tentación la manejo como puedo y sabiendo que está ahí. Pero igual que caigo en esa tentación, hay días en los que de repente me siento pequeñita y creo que he hecho mal esto o lo otro. En este trabajo vivimos muy expuestos, mucha gente opina sobre lo que haces y sobre cómo lo habrían hecho ellos, y a veces te sientes muy insegura. Yo esos días procuro cuidarme más, estar tranquila, abrazarme, juntarme con amigos. Y los días en los que me siento especial o me digo '¡qué maravilla, Vicky!', tampoco me hago mucho caso. Suelo observarme mucho desde fuera. Y no pasa nada porque uno se sienta a veces pequeñito y pida ayuda.

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- ¿Orgullosa de sí misma?

- Estoy orgullosa de mí misma, sí, pero creo que no me quiero lo suficiente porque soy muy exigente, muy perfeccionista. Tras la última función de 'El Golem' (de Juan Mayorga), le dije a Alfredo Sanzol cenando: 'Te puedes creer que haciendo esta última función he pensado que no he exprimido mi personaje lo suficiente'. Y él me dijo que, también como director, pensaba lo mismo de su trabajo. Creo que eso es algo que forma parte de la condición del artista: la exigencia y el perfeccionismo. No los cambiaría, pero los aflojaría un poco porque a veces me hacen sufrir, aunque también me ayudan a mejorar.

- ¿'El infierno son los demás', que decía Sartre?

- Yo en general me llevo bien con los demás, porque me gusta mucho la gente e intento ser muy amiga de mis amigos. Tengo mucha facilidad para relacionarme, soy extrovertida, no me cuesta mucho entablar relaciones.

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- ¿Se protege de las personas tóxicas?

- Hace unos años no tanto, o quizá es que sentía que mi cuerpo deseaba ir hacia ellas. Amigos, parejas... A veces, estás obcecado con volver cada día a ese mismo tipo de personas, y no sé si es porque existe una especie de herida en cada uno de nosotros que hace que en ocasiones tu cuerpo se acerque peligrosamente a cierto tipo de patrones. A día de hoy, las veo venir a distancia y ya no pierdo tanto tiempo con ellas.

- ¿Feminista activa?

- Feminista seguro al cien por cien, activa intento serlo todos los días de mi vida. Pero a ser feminista se tiene que aprender. Yo estoy en ello, porque también tengo una cultura muy machista y patriarcal arraigada dentro de mí y hay veces en las que me sorprendo a mí misma todavía diciendo o haciendo cosas que no me gustaría decir ni hacer. Hay que estar con los ojos abiertos, ver dónde saltan las alarmas y cómo una puede mejorar. Y ayudar a que tu entorno y tus amigos mejoren también, porque los cambios los tenemos que hacer entre todos. Suceden cosas tremendas.

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- ¿Por ejemplo?

- Violaciones grupales en España los días 10, 13, 15... de mayo. El problema es grave y cada vez va a peor, alimentado por discursos que incluso niegan el problema, o que de alguna manera culpabilizan a las víctimas. Y eso cuando no vemos que hay gente que directamente aplaude a los violadores. Es tremendo y muy peligroso.

«Discursos que dan asco»

- ¿Cuál ha sido su experiencia profesional, le ha resultado más difícil llegar donde está que a sus compañeros varones?

- Es que yo he sido siempre una persona muy afortunada, que lleva trabajando desde que tenía 14 años. Lo que sí que puedo decir es que seguramente no he tenido la oportunidad de hacer el mismo tipo de personajes que mis compañeros. Ahora empezamos a ver en las historias caracteres femeninos protagonistas, pero si nos vamos unas décadas atrás, muchísimos de los personajes femeninos que había en este país tenían que ver con 'la mujer que acompaña a'. Por ser mujer he tenido menos suerte que otros compañeros a la hora de hacer personajes interesantes, pero creo que esto va camino de cambiar, aunque nos queda mucho trabajo por delante.

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- Ha recorrido el país con 'Principiantes' (de Raymond Carver y junto a Javier Gutiérrez) y recientemente lo hizo con 'El Golem', espléndido montaje del CDN. ¿Cómo ve España?

- En muchas cosas somos un país maravilloso, pero lógicamente me resulta muy preocupante la situación política actual. Te pones, por ejemplo, a analizar cómo se han dejado la piel los sanitarios durante la pandemia, atendiendo a todo el mundo mientras ellos lo pasaban fatal, y eso me hace sentirme bien por formar parte de un país donde suceden estas cosas. Pero también están emergiendo políticos con unos discursos que me dan asco. En 'El Golem', el personaje de Salinas dice: «La verdad es la muerte de la intención. Cuando entras en un sitio buscando algo, solo atiendes a eso que buscas». Y eso significa que conviene que nos escuchemos poco, que cada vez se mire uno más a sí mismo y menos a lo de enfrente.

- ¿Cómo cuida usted su salud mental?

- Voy a terapia desde hace muchos años, y eso me ayuda muchísimo a mantenerme serena, a gestionar mis emociones, mis miedos, mis ansiedades, mis altibajos. Yo me lo puedo permitir, pero es verdad que en España a través de la Seguridad Social no todo el mundo puede acceder a un psicólogo. Creo que deberíamos invertir en salud mental dada su enorme importancia.

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- ¿Qué más hace?

- Escribo mucho. Me va muy bien, me calma y me ordena la cabeza. Y otra cosa que también hago es mostrarme vulnerable, porque una parte del mal de la sociedad en la que vivimos es que parece que aquí todo el mundo tiene que tener éxito, y ser fuerte, y ganar siempre y estar bien a todas horas. Yo, durante las funciones de 'El Golem', a veces les decía a mis compañeros: 'Hoy me da miedo hacer la función, me siento vulnerable'. Tenemos que ser lo suficientemente valientes para ser vulnerables; yo abrazo la vulnerabilidad, me parece un acto de valentía.

Amarse primero uno

- ¿Y qué espara usted un gran placer?

- ¡Comer! Me encanta comer rico y buscar restaurantes nuevos.

- José Manuel Sánchez Ron me decía que lleva mal el ser carnívoro por el sufrimiento que se inflige a los animales. ¿Usted es vegetariana?

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- No, aunque intento comer poca carne, sobre todo carne roja, pero es que yo tengo una enfermedad silenciada, de esas de las que nadie habla y que padecemos una de cada diez mujeres, para la que viene bien una dieta antiinflamatoria. Una enfermedad muy infradiagnosticada, porque como no afecta a los hombres... Yo tardé como doce años para que me la diagnosticaran. Se llama endometriosis (afecta más comúnmente a los ovarios, las trompas de Falopio y el tejido que recubre la pelvis) y genera unos dolores incapacitantes muy grandes. Los dolores son a veces desesperantes, pero ahora sé la causa que los provoca y al menos ya no me asusto. Antes me pasaba la vida yendo de un médico a otro.

- ¿Y el amor?

- Es jodido de lo maravilloso que es, y cuando llega el desamor hay que pasarlo y seguir confiando en el amor. Hay un poema de Darío Jaramillo, que se llama 'Primero está la soledad', que me encanta. Sus últimos versos dicen: «... pero no olvides, especialmente entonces, cuando llegue el amor y te calcine, que primero y siempre está tu soledad y luego nada y después, si ha de llegar, está el amor».

- Hay gente que ama a ciegas.

- Espero que antes de amar a ciegas se amen a sí mismos, de lo contrario creo que se equivocan. Tenemos que cuidarnos.

- ¿Dígame algo que no pueda dejar de hacer?

- Leer, la lectura es mi gran refugio. La fuerza la encuentro en mi red afectiva, pero el refugio en la lectura.

- Recomiéndenos.

- Un libro que he leído hace poco, 'Ritual de duelo', de Isabel de Naverán. Y también 'Mamut', de Eva Baltasar; y 'Cauterio', de Lucía Lijtmaer.

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