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Lo de la visita a Málaga de Juliette Binoche para recoger el premio honorífico del 30 Festival de Cine Francés de Málaga ha dejado huella. La propia ganadora del Oscar por 'El paciente inglés' ya dijo este viernes que su profesión tenía algo de terapéutico para el público por la capacidad de identificación con lo que viven los personajes de las películas y series. Un efecto reparador que también está viviendo en primera persona la propia actriz internacional, que no solo se lleva cariño y reconocimiento del certamen, sino también una cura de salud en los baños árabes de la capital. Un premio en cuerpo y alma, literalmente.
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Si la protagonista de 'Herida' y 'Tres colores: azul' vivió su momento álgido el viernes noche al recoger en el Albéniz el premio de honor de manos de su amiga Ángela Molina, junto al aplauso del público del certamen, este sábado ha querido aprovecharlo para premiarse con un baño en el Hamman Al Andalus de la plaza de los Mártires, donde ha pasado la mañana. Allí ha sido recibida por el gerente Antonio Rivadeneyra, que le ha mostrado las instalaciones de este 'spa' árabe que revive el estilo nazarí de estos mismos recintos de la Málaga del siglo XIV.
Encantada con este tiempo de relax y el sabor medieval de la estancia, la diva internacional también ha firmado en el libro de visitas del hamman y ha dejado por escrito su satisfacción: «Gracias por este tiempo de vapores y relajación». Binoche, que ha hablado en inglés con el equipo de los baños, ha dejado su mensaje original en francés: «Merci pour ce temps des vapeurs et du farniente».
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La diva francesa concluye hoy su visita a Málaga, a donde llegó el pasado jueves. Un tiempo en el que ha revolucionado el Festival de Cine Francés de Málaga, que ha recibido a su estrella más brillante en su larga trayectoria de tres décadas. Juliette Binoche ha desplegado encanto, fuerza y complicidad, además de pasearse por la ciudad y confesar que le había gustado el Teatro Cervantes y, particularmente, la Catedral de Málaga, cuyas dimensiones la dejó sorprendida: «¡Hay que creer en Dios para construir algo tan enorme!».
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