'The Batman': Un héroe a medio camino

Sin embargo, DC ya no podía vivir del recuerdo, sobre todo cuando la factoría Marvel ampliaba su universo reventando una y otra vez la taquilla hasta coronarse con 'Vengadores: Endgame'. Eso obligó a la Warner a lanzar el proyecto de Zack Snyder y de Ben Affleck, un bodrio por triplicado que frivolizó con un personaje que no se merecía ese despropósito. Rápidamente, recurrieron a Matt Reeves ('La guerra del planeta de los simios', 'Monstruoso'), una apuesta más o menos segura en cuanto al cine de acción que permitiera rescatar al único personaje -junto a Superman- que realmente merece la pena en esa casa; sumando al proyecto a un Robert Pattinson que siempre cumple aunque -como en este caso- le quites todo el 'sex appeal'.

Lo bueno de no esperar nada es que con poquito que ocurra uno se queda satisfecho. Eso es más o menos lo que ha pasado con 'The Batrman', una película con instantes emocionantes, pero también plomiza y con algo de falta de ritmo en sus innecesarias tres horas de duración. Reeves tiene la clara pretensión de parecerse a David Fincher, pero se queda en una suerte de aprendiz con un talento que no explota. No, 'The Batman' no es una revisitación de 'Seven', y en caso de parecerse hay que mirar más a las secuelas de 'Saw' que a trabajos como 'Zodiac'. Aún así, los fans de Batman van a encontrar momentos para el gozo como la aparición en nuestras vidas de un nuevo batmóvil o las escenas de peleas, que no resultan pesadas o excesivas.

A pesar de que no hay nada que celebrar en exceso, está bien recordar que 'Batman Begins' (la primera de la trilogía de Nolan) tampoco encantó, y sin embargo sus secuelas resultan fascinantes. Reeves no es Nolan, pero habrá que darle un voto de confianza a las subsiguientes películas del héroe, que las habrá seguro.

Esa sensación de que algo podía haber sido bueno pero no se ha conseguido se acentúa cuando uno ve 'Competencia oficial', la película dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat que reúne en la pantalla a Antonio Banderas, Penélope Cruz y Óscar Martínez. Esta sátira en tono de comedia sobre la industria del cine, los egos y los premios da rienda suelta para que los tres intérpretes brillen con luz propia, dejando escenas muy divertidas como la que protagonizan los galardones que los dos actores habían recibido en la ficción.

Lo malo es que es solo eso: escenas una detrás de otra (algunas más acertadas, otras menos) ligadas con un guión demasiado plano y lineal. La idea estaba bien, pero en estos casos es mejor desbarrar del todo y no quedarse a medio camino, sobre todo si tienes a una Penélope Cruz desatada recordando a Lucrecia Martel en todo su esplendor. Qué lástima.