Cuando Antonio Banderas pidió trabajo en un posavasos

Aquel encuentro profesional fue en 2005, aunque ambos se conocían de mucho antes. De cuando Lucio era primer actor de teatro en los años setenta y Banderas todavía se llamaba José Antonio. «Apareció en mi camerino del Cervantes para pedirme un autógrafo para su madre que me había visto en 'Estudio 1' y me admiraba», relata el veterano intérprete, que asegura que ya entonces aquel joven le llamó la atención por lo «desenvuelto y la seguridad que tenía».

No volvió a saber de aquel chico hasta una noche en plena movida madrileña. Lucio Romero terminó una función y se pasó por el local de moda de la farándula, Bocaccio, cuyo secreto del éxito era simple pero efectivo: «Los artistas íbamos allí porque nos ponían más baratas las copas y, si traías a alguien, te invitaban». Allí estaba el actor con unos amigos cuando se le acercó aquel joven que fue a verlo al camerino en Málaga.

«Me contó que estaba de acomodador en un teatro y, como no tenía teléfono, me dejó sus señas en Madrid en un posavasos por si yo sabía de un papel para él», cuenta Romero que, como buen coleccionista, todavía guarda aquella reliquia en la que se puede leer el nombre original de Banderas: José Antonio Domínguez. Cosas del destino, al final sería aquel joven con ganas de comerse el mundo el que acabaría dando trabajo al actor veterano algunas décadas después.