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LA cita es a las 13,30 horas. La del descanso para comer, según el horario de los ensayos. Llegamos un poco antes y, desde una sala de la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga contigua al escenario en el que se prepara el musical 'A Chorus Line', se filtran las voces y la partitura de una de las piezas más conocidas de este montaje, 'I Hope I Get It'. Algo así como 'espero conseguirlo' que es precisamente en lo que pone su empeño ahora Antonio Banderas (Málaga, 1960) y todo su equipo para inaugurar a mediados de noviembre el Teatro del Soho Caixabank con este montaje a lo Broadway. El actor y promotor de este espacio retrasa el almuerzo para recibir a SUR y charlar de este proyecto que, reconoce, le da la «vida». Tanto como para que las obras de remodelación y los retrasos –querían inaugurar en octubre– no le quiten la sonrisa. Cuenta que el ataque al corazón que sufrió hace un par de años, le puso delante de su realidad y decidió volver a hacer de su profesión su «hobby». En la charla reconoce que su proyecto teatral se ha convertido en al más grande de lo que soñó y tiene tiempo de reflexionar sobre el dinero y sobre la demora de un premio como el que recibió el pasado mayo en el Festival de Cannes, inédito en su larga carrera. También del fracaso que supuso su iniciativa en el Astoria, del Oscar y el Goya a los que apunta, las nuevas elecciones, la complicada situación del Málaga –sumándose a otro malaguista cinéfilo, Antonio de la Torre, que también ha expresado su opinión– y su polémica con Carlos Saura, que le acusó de traición. De todo habla y nada le altera. Su corazón sigue latiendo rápido porque no ha parado el ritmo, pero Banderas confiesa que, después de inaugurar su teatro, no tiene prisa y se sentará a esperar «algo bueno».
–¿Por qué tocaba ahora el teatro?
–Hay un momento en la vida de las personas en el que solo cabe la verdad. En mi caso, ese momento se produce cuando tengo un evento cardíaco que me pone frente a la realidad y la realidad es cuando la muerte te mira de cerca. Ahí dices: «Tengo que hacer las cosas que realmente quiero hacer». Y hay cosas que tú creías que eran muy importantes y dejan de serlo, y otras que permanecen. Me quedó la familia, mi hija, mis amigos y mi vocación como actor. Convertir esa vocación en lo que fue al principio, en mi hobby. Y estaba la posibilidad de un teatro, que es en realidad mi pasión. Soy actor por el teatro no por el cine. El cine es un accidente de 112 películas, un accidente enorme, pero yo soy actor por el teatro. En el escenario es donde me siento llamado a comunicar. El dinero en un momento determinado, se empieza a convertir en un proceso intelectual maquiavélico que te mantiene atado a algo que no existe y que es una entelequia. Pero un teatro se puede tocar, sentir y vivir. Es un templo para que la gente lo disfrute. Y aportas a tu ciudad. También era importante reconocer que hay cosas que están pasando en Málaga, una ciudad naturalmente imperfecta, pero eso es una maravilla porque hay cosas por hacer. Hay una apuesta por la cultura y hay una ola que surfear y no se puede surfear con la palabra, sino con la acción. Había que dar un paso al frente.
–¿El Teatro del Soho Caixabank se parece al proyecto que soñó?
–Se ha hecho más grande incluso de lo que pensaba. Yo no podía imaginar que podía contar con la figura de Lluis Pasqual. Vi la oportunidad y me dirigí a él, porque habíamos trabajado y somos amigos. Y no es solo uno de los mejores directores de teatro que jamás ha habido en este país, sino que además es un gran gestor. Cuando llegó al Centro Dramático Nacional lo reinventó e hizo lo mismo con el Teatro Nacional de L'Odeón de París. Es un hombre que ha enseñado su saber. Él me ha proporcionado un gran equipo de profesionales que ha puesto orden en todo lo que aquí había y estamos tirando hacia delante con lo mejor que había en este momento en el panorama teatral español.
–¿Alguna producción que nos pueda adelantar?
–Hay una programación que haremos pública. Tendremos actores y montajes importantes, pero prefiero que sea el propio director del teatro el que se siente ante nosotros para contarlo. Pero como ha dicho él, estamos en un año de rodaje, y no quiero que suene a justificación, sino que simplemente es verdad. Montar un teatro en el que todo es privado y no hay un duro de dinero público es muy complicado porque no existe esa dinámica. La cultura aquí se apoya mucho en el Estado y eso está muy bien y nosotros no vamos contra eso. De hecho, nuestro lema debería ser 'unidos contra nadie'. El modelo del Teatro del Soho Caixabank lo rescato de la cultura norteamericana. El Estado allí no apoya la cultura. Broadway, como Hollywood, es un mundo absolutamente privado y la competencia es muy fuerte. Eso ha dado resultados determinados que te pueden gustar o no. Hollywood genera, más que obras de arte, productos muy bien hechos. Pero no nos equivoquemos, Hollywood y el cine norteamericanos son dos cosas diferentes. Hay gente muy interesante dentro de la cinematografía estadounidense que en realidad no se mueven en Hollywood. Europa es otra cosa. Si Hollywood es un refresco bien hecho, Europa es un vino más serio, complejo y con un sabor especial.
–¿Sigue la actualidad del Málaga C. F.?
–Ahora veo poco fútbol, pero sí me voy enterando de que el Málaga está en un momento muy crítico, muy delicado. Como muchas personas en esta ciudad, creo que ya es el momento de que este hombre –el jeque Al-Thani– abandone y ponga el club al servicio de alguien con nuevas ideas, que venga con financiación y que dé un paso al frente. Así no puede seguir porque si no nos vamos a encontrar con un problema mucho mayor al final de temporada.
–¿Usted daría ese paso?
–Yo no puedo. Lo dije medio en broma cuando comencé el proyecto del Teatro del Soho Caixabank, 'esta es la forma más romántica de arruinarme'. Pues estoy cerca de eso. ¡Yo estoy como para comprar el Málaga ahora!
–Siempre que viene a Málaga saca su acento a pasear. ¿Qué le parece la polémica suscitada por la forma de hablar en la serie 'Malaka'?
–Esto es lo que hay. Así se habla aquí en el sur y, si no lo entienden, que le pongan subtítulos. No es que me vaya a dar un ataque de nacionalismo con nuestro dialecto, pero no pasa nada y estoy seguro de que sí lo entienden.
–Vuelve a ser imagen de El Corte Inglés, cuya campaña presentó esta semana. ¿Usted se viste por los pies?
–Ja, ja, creo que todavía sí. Además, esa campaña, de alguna manera, viene a servir al proyecto del Teatro del Soho Caixabank, ya que El Corte Inglés va ser uno de nuestros patrocinadores. Son dos cosas diferentes, en un principio una prestación de servicios como actor para su campaña y después ellos se interesaron por formar parte de un proyecto que consideraron interesante por la responsabilidad social corporativa. Así que entran en los próximos cinco años a colaborar con fondos.
–¿Y qué sabor tendrá el Teatro del Soho Caixabank?
–Venimos a aportar un teatro distinto. Tú vas al teatro de la Ópera de San Francisco y te encuentras en la portada una placa con las familias que querían tener un teatro y lo pagaron. Queremos responsabilizar a empresas y personas para hacer algo por el teatro y la cultura en su tierra. Eso que se llama ahora responsabilidad social corporativa.
–¿Cuando se inaugurará el teatro?
–Muy pronto. No voy a ocultar que llegar hasta donde queríamos llegar a mediados del mes de octubre ha sido una carrera de obstáculos increíble a la que se han unido cosas que han pasado muy buenas en mi carrera este año y que tengo que atender al mismo tiempo. Me tengo que estar dividiendo. Acabo de llegar de Nueva York. Antes estuve dos semanas aquí ensayando y había venido previamente de Toronto. Ahora me tengo que volver a Los Ángeles. Estoy ensayando una obra que tenemos que inaugurar y al mismo tiempo estoy con una promoción muy dura –el filme de Almodóvar, 'Dolor y Gloria'–, con cambios de horario, mucho viaje y hotel. La obra del teatro se ha ido además retrasando, pero vamos a llegar y estamos al borde de poner las entradas a la venta.
–¿Cuándo será?
–En unos días.
–Están demoliendo el Astoria. ¿Alguna espinita?
–No, ninguna. Y te lo digo de corazón. No tengo espinita alguna contra nadie. Yo entiendo que el mundo de la política es así, pero no pasa nada. Y todas esas personas que estuvieron de alguna manera en aquel jaleo están invitados y espero que vengan al teatro y que lo disfruten como cualquier malagueño. Nosotros no queremos un teatro exclusivista ni encerrarnos en un cascarón, sino colaborar con las instituciones malagueñas, que las puertas estén abiertas y que haya aire fresco. No quiero ningún tipo de rencilla o mala baba. Las cosas pasan siempre por alguna razón y estoy encantado de cómo sucedieron. Y nada más. Ahora hay una posibilidad nueva de que en el Astoria se aporte otro lugar cultural a esta Málaga. Y se me ocurren algunas ideas.
–¿Cuáles?
–Yo no soy ya quien. Pero me encantaría que Málaga tuviera un palacio de la música, pero de la música clásica y que llegara hasta el jazz. Tenemos orquestas muy serias y un lugar en el que pudieran ensayar, me parece que sería muy hermoso. Pero yo me callo, aunque sé que algunos malagueños me lo agradecerán... alguno muy famoso.
–Carlos Álvarez, supongo.
–Hombre claro. A Carlos lo apoyaré siempre, no solo a nivel personal, sino el Teatro del Soho Caixabank como institución también apoyaría la posibilidad de que hubiera en Málaga un palacio de la música, como existe el Palau en Barcelona o en otras ciudades. Después está el auditorio, que es una música más popular y también. Pero Málaga debería tener un lugar dedicado a la música clásica porque hay muy buenas orquestas y bandas y una afición enorme.
–¿Entonces cree que ese palacio de la Música podría estar en el Astoria en lugar del puerto?
–¿Por qué no?
–¿Volver a trabajar con Almodóvar parece que ha sido más glorioso que doloroso?
–Sí. Ha sido uno de los momentos más bonitos de mi carrera. Es muy difícil contarlo sin que parezca un cuento. Pero ha sido una experiencia increíble de reconocimiento de una persona con la que mantengo una amistad y, al mismo tiempo, admiro y respeto desde hace ya casi 40 años. Hemos hecho ocho películas y de pronto nos hemos encontrado, interpretándolo a él o a su alterego, lo que ha sido increíble y muy emocional. La película se terminó una semana y media antes de lo fijado. Es insólito en el mundo del cine, pero además tiene un significado y es que nos entendimos e íbamos caminando en la misma dirección. Es una película que además engancha muy bien con la gente porque todos viajamos con una maleta llena de miserias y grandezas, de dolores y glorias. Todos tenemos heridas abiertas, algún perdón que pedir y reconciliarnos con el pasado, y la película habla de eso. La gente se emociona.
–¿Usted suele pedir perdón?
–Sí. Cuando me he equivocado y he causado un daño a alguien, pido perdón. Acabo de pedir perdón a una chica en el ensayo, porque me he equivocado y la he dejado sin hacer lo que le tocaba. Además, Málaga es una ciudad que siempre ha tenido un perdón para cada pecado.
–Sé que no le gusta hablar de cuentas pendientes o de que le deban algo, pero un reconocimiento como el del Festival de Cannes era inédito en su larga carrera.
–He sido un eterno nominado y estoy contento porque esas nominaciones se han producido durante cuatro décadas. Cuatro nominaciones a los Globos de Oro, dos al Emmy, una al Tony, cuatro a los Goya… pero nunca me subieron. Y lo de Cannes fue un momento muy dulce porque lo esperaba para la película, pero no que me llamaran a mí esa mañana. Y fue muy divertido porque Thierry Frémaux, presidente del festival, estaba recibiendo a los actores en la alfombra roja ypensaba que me había marchado de Cannes y había vuelto tras la llamada, por lo que me preguntó: ¿Cuánto has tardado en volver? Y le respondí: «40 años». Y lo entendió, se empezó a reír y me dio un abrazo y un beso. Y es verdad, me ha costado 40 años recibir un reconocimiento de esa categoría, del festival más importante del mundo. Fue una noche muy hermosa.
–¿Y ahora a por el Oscar con 'Dolor y Gloria'?
–No lo sé. Tengo lo que tengo y lo demás son todo posibilidades. Todas esas expectativas no son más que la madre de todas las frustraciones. Por lo tanto prefiero ser muy cauto y saber que hemos tenido una película que ha contado no solo en nuestro país, sino también a nivel internacional y eso no pasa todos los días.
–Pero usted mismo retuiteaba en su cuenta hace unos días a algún crítico norteamericano que ya lo pone en las quinielas al Oscar.
–Tengo un equipo que me hace cosas.
–¿Y alguno se emocionó?
–Ja, ja. Probablemente.
–Sobre los Goya, la gala que se va a celebrar en Málaga tendrá como sede el Martín Carpena y algunos dudan de que sea un escenario adecuado.
–Sobre eso no tengo duda alguna. Detrás habrá un montón de profesionales, no solo de la Academia sino también de TVE, que van a montar aquello muy bien. Y lo que más me anima es la respuesta de la ciudad. La gente ha respondido al Festival de Málaga siempre con mucho cariño y mis amigos de profesión siempre me han comentado que aquí los reciben muy bien y que la gente es muy hospitalaria. Y eso se va a notar en la noche de los Goya.
–¿Y lo veremos hacer el paseíllo por la alfombra roja?
–Pues no lo sé tampoco. Lo que sí sé es que estaré en esa época muy emocionado, porque estaremos terminando ese fin de semana las funciones de 'A Chorus Line'.
–La gala de los Goya es el 25 de enero.
–El día 26 será probablemente el último día de función. Y si se producen algunas cosas, como nominaciones, probablemente tenga que abandonar el 'show' para ir a Estados Unidos. Pero eso dará la oportunidad a un malagueño maravilloso que es Pablo Puyol, al que le tengo un cariño extraordinario porque está trabajando extraordinariamente y es una de las mejores voces que he escuchado en un musical. Tiene unos agudos increíbles, baila estupendamente, es buen actor y, sobre todo, una gran persona. Y me va a encantar que, en su propia tierra, pueda salir al escenario para interpretar el personaje que yo estoy haciendo.
–Me decía antes que hay cosas en su vida que han pasado a un segundo plano tras su problema cardíaco. ¿La dirección de cine está entre ellas?
–No. Es que no tengo manos para todo. Ha pasado a segundo plano porque ahora tengo la ocupación que tengo. Soy como el hombre del circo que movía los platos sobre palitos y si paraba se le caían los platos. Yo estoy en eso, en que no se me rompan los platos.
–Tenemos nuevas elecciones, ¿Irá a votar?
–Sí, iré a votar. Pero hace ya muchos años que no digo lo que voto. Como dice la Constitución española, el voto es secreto y directo.
–¿Y tiene esa sensación de hartazgo por unas nuevas elecciones?
–Esto de la nueva política tenía que traer algunas complicaciones. Me da mucho miedo que se italianice la política española y podemos terminar como en Roma, donde todo es una pelea continua en el parlamento de la República. Me da miedo que no se lleguen a acuerdos, lo que está afectando a la mayoría de la ciudadanía española que está un poco estupefacta de estar con un gobierno en funciones durante tanto tiempo. Acostumbrados a países donde existen dos grandes partidos, aquí se ha derivado en un sistema político que da más problemas que soluciones. Y la política es una gestión y administración del espacio en el que vivimos y no una lucha de poder. Soy de la opinión de que ha bajado la calidad de la clase política y quizás todos tenemos la culpa de eso. Quizás le hemos dado demasiado leña a la clase política y las verdaderas cabezas pensantes del país ya no quieren entrar ahí. ¿Y quiénes entran? Los que tienen pocos escrúpulos.
–La actualidad está desenterrando a Franco. ¿Usted tiene enterrada esa etapa?
–Sí, pero entiendo a los que ven en el Valle de los Caídos un mausoleo en honor del que fue dictador durante muchos años. Y también entiendo a los que consideran que, este tipo de cosas, lo que hace es remover nuestro pasado. Franco parecía que llevaba más tiempo enterrado diez años después de su muerte, que ahora, 44 años después. Pero entiendo que las víctimas del franquismo quieran eliminar esa simbología. Que lo hagan ya, ahora que el Supremo ha dictado una orden, y vamos a movernos hacia el futuro para no estar dando vueltas al pasado que no es demasiado bueno.
–Usted no dio por cerrado su proyecto de Picasso junto a Carlos Saura, pero el director sí que lo ha descartado por su participación en 'Genius: Picasso'. ¿Le ha traicionado como le acusó el director?
–No. Yo entiendo un cierto dolor por su parte y lo llamé en cuanto leí la noticia. Y me dijo: «Hombre, es que me han malinterpretado». Le dije que no teníamos guion, el cual había quedado atrapado en un concurso de acreedores, y que habíamos escrito otro, pero ya le había dicho que no estaba al nivel del primero. No teníamos actores y, sobre todo, no teníamos financiación. Se había negado la subvención y llevábamos tres años y medio dando vueltas. No teníamos nada. ¿Qué podía hacer? ¿Decirle que no a Ron Howard que me viene con un proyecto financiado y con una oferta encima de la mesa? No podía, no solo por Howard. No podía decirle que no a Picasso. Y bajo mi punto de vista la cosa salió muy bien porque estuve nominado a los grandes premios. Carlos se dejó llevar por la emoción, pero es amigo y no pasa nada. Lo hablamos por teléfono y todo quedó zanjado en privado que es como deben hacerse estas cosas.
–Y después de enero. ¿Qué tiene en su agenda?
–Hay muchas cosas, pero te digo la verdad, después de la película con Pedro (Almodóvar) y de abrir el teatro al que quiero dedicar mucho tiempo de mi vida, voy a esperar a que llegue algo bueno. Tengo un montón de cosas encima de la mesa, pero no he elegido ninguna. Me voy a sentar y si tengo que esperar un año o dos, lo haré. No tengo prisa. Lo único que quiero es disfrutar de este momento que es probablemente el más bonito de mi carrera. Y hacerlo con mesura y sin triunfalismo.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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