En su última película tira de memoria para hablar del éxito, del compromiso personal, de las raíces, de la familia y del sentimiento de pertenencia. 'Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades' es una suerte de autoficción fílmica con la que el cineasta Alejandro G. ... Iñárritu (México D.F., 1963) ha querido mirarse dentro para mostrar algunas de las cosas que le preocupan del mundo actual. En un momento crucial de la cinta, Silverio Gama, su protagonista y alterego, advierte a un colega que los artistas no interesan por sus obras, sino por lo que les pasa. Así que para darle la razón, en el encuentro del cineasta mexicano con un grupo reducido de prensa no ha faltado la pregunta sobre su vida y, más concretamente, sobre su año en España a comienzos de los ochenta y su inolvidable paso por Torremolinos. Sin un duro y dispuesto a trabajar en lo que le ofrecieran. Incluso de gogó.
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«Me contrataron en una discoteca que se llamaba Piper's, pero era tan mal bailarín que duré un día», cuenta Iñárritu que no puede evitar la carcajada cuando escucha la pregunta ni se le ha olvidado el nombre de aquel mítico local que marcó época en la noche de la Costa del Sol y que también forma parte de su autobiografía. El ganador de cuatro Oscar por 'Birdman' y 'El renacido', al que por entonces apodaban 'El Negro', consiguió el trabajo por su buena planta pero nadie le hizo uno de esos casting previos a los que ahora el cineasta está acostumbrado. Así que cuando salió a las plataformas de los gogós de la sala de fiestas con la ropa justa y ajustada no tardaron mucho en quitarle el papel. «Me vieron bailar con unos globitos y fue tal el desastre que me corrieron», rememora el intérprete, que añade con sorna: «Ese es mi recuerdo de Torremolinos».
Lo de aquel trabajo fue pura supervivencia, ya que Alejandro González Iñárritu llegó a Málaga después de pasar por Marruecos con unos amigos con la sana intención de fumar de todo. Incluso tabaco. Había desembarcado meses antes en Bilbao con mil dólares en el bolsillo y 19 años. La edad y el dinero adecuado para buscarse la vida, sobre todo porque el mexicano se quedó en España un año para vivir el sueño europeo. Como lo de Torremolinos no dio para muchos pasos de baile, Iñárritu y sus colegas probaron suerte en Marbella, donde siguieron de fiesta y durmieron al raso en sacos de dormir. Lo que descubre que no era la primera vez. Es más, hasta se convirtió en costumbre.
Alejandro G. Iñárritu
Cineasta
«Estuve durmiendo en El Retiro durante tres semanas», cuenta el director de 'Babel' y 'Amores perros', que en un principio se quedó en la casa madrileña de los padres de un amigo que estaban fuera, pero que tuvieron que abandonar cuando llegaron los legítimos propietarios. Así que lo de buscar dinero fue una constante y, en sus andanzas por España, tampoco olvida que pasó varias semanas dedicándose a la cosecha de la uva. «Vendimié en La Torre de Esteban Hambrán, un pueblito a una hora de Madrid», cuenta Alejandro G. Iñárritu, que no evita el rastro de nostalgia emocionada en su rostro cuando cita a «Don Julián», el hombre que le enseñó los secretos de la vid. Un año cargado de recuerdos en el que muchas cosas le salieron mal, pero que le enseñó a vivir. «Fue un desastre maravilloso», cierra el cineasta que también tiene ganas de hablar de esa otra vida que ha retratado en su nueva película 'Bardo' que, tras su estreno en el pasado Festival de Venecia, llegó este viernes a San Sebastián con 22 minutos menos en sus tres horas originales, un metraje reducido que será el que finalmente tenga en su estreno en cines el próximo 5 de noviembre y, al mes siguiente, en la plataforma Netflix.
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El cineasta justifica el corte en el montaje que, según asegura, nada tiene que ver con las críticas al filme en el festival italiano. «Termine la película dos días antes y no tuve la oportunidad de verla con gente. La vi por primera vez con 2.000 personas en Venecia y me di cuenta inmediatamente que podía trabajar en el ritmo interno de la película», afirma Iñárritu, al que le gusta retocar sus películas «hasta que me la quitan», por lo que sostiene que en la versión final solo ha aplicado «acupuntura» para «fortalecer el músculo de cada escena». «Acabó más delgada, pero es la misma película», sostiene el cineasta que considera su filme «muy chilango», en referencia la presencia protagonista de la capital de México y su cultura.
alejandro g. iñárritu
Cineasta
'Bardo' narra la historia de un periodista y director de documentales, Silverio, que regresa al país azteca poco antes de recibir el premio más importante de su oficio en EE UU, que por primera vez se concede a un hispano. Un reconocimiento que conduce al protagonista a un replanteamiento de su vida y sus convicciones. «Me parecía que la crisis del personaje es la crisis de la realidad y la ficción. Como periodista persigue la verdad, pero hoy todos sentimos que la verdad se nos está escapando de las manos por todos lados», cuenta González Iñárritu, que también plantea a través de su alterego los problemas y contradicciones de México, a la vez que cuestiona el «ombliguismo» de su país de adopción, Estados Unidos, y la última forma de imperialismo que ejercen las grandes compañías como Amazon.
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Del surrealismo al drama, de la realidad a la fábula, de lo absurdo a lo verosímil, 'Bardo' es una película cargada de imágenes hipnóticas y una narración que se sale de lo convencional para entrar en lo experimental. El cineasta confiesa que esta película ha sido «catártica y necesaria» en su trayectoria, aunque entiende que «pueda ser irritante para otras personas» al poner en orden sus miedos, reflexiones y decisiones después de haber vivido veinte años fuera de su país desde que se instaló en Los Ángeles. A su juicio, 'Bardo' escenifica sus «vulnerabilidades» ya que es una película realizada con riesgo, corazón y sin recetas, por lo que se da satisfecho con las críticas. También con las negativas. «Me parece genial que la gente reaccione en contra y hable de la película, la indiferencia para mí es el peor castigo como director», cierra Iñárritu, que también dio que hablar con su periplo juvenil por España. Ya saben, ese desastre maravilloso que también le viene al pelo para definir su última película.
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