Los habían reunido para hablar de 'Máscaras y teatro'. Y lo primero que hicieron fue quietarse precisamente eso, los disfraces de sus personajes, para hablar sobre ellos mismos y de su profesión. Los actores malagueños Antonio de la Torre y Adelfa Calvo tuvieron ayer ... un concurrido encuentro –con distancias de seguridad y mascarillas– en el Museo Picasso que se convirtió en una lección magistral sobre el oficio de interpretar. Pero no en el sentido académico, sino más bien en el práctico. Plagada de humor, compromiso, experiencias, anécdotas, reivindicaciones y más realidad que glamour. Un profesión que exige meterse en la piel de otros y comprenderlos por muy diferentes que sean al actor, aunque, según nos contaron, la clave es dejar los personajes en el escenario. Más que nada por supervivencia y por conseguir eso que De la Torre llamó «el milagro de no volverse loco».
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Lo de la esquizofrenia de los intérpretes vino a raíz de la experiencia de Adelfa Calvo durante los seis años en los que rodó la serie 'El secreto de Puente Viejo'. «A esa mujer le han pasado todas las penalidades del mundo y no dejaba de llorar», contó la actriz sobre su personaje de Rosario Pacheco que, además de reportarle alegrías, popularidad y un sueldo regular muy poco habitual en la profesión, también tenía esa tristeza permanente. A lo que tenía que unir la poca capacidad para preparar las escenas en la ficción televisiva y, particularmente, en la diaria como era en este caso. «Claro, te dan el guion a las doce la noche y te enteras que al día siguiente se muere tu marido o tu hijo y no te da tiempo a asimilarlo», apostilló De la Torre medio en broma, medio en serio.
Además del numeroso público, la directora ejecutiva del Teatro del Soho Caixabank, Aurora Rosales, asistió como moderadora a este ameno diálogo de dos actores con premio Goya: Adelfa por 'El autor' y Antonio por 'AzulOscuroCasiNegro' y 'El reino'. Y hablando del premio de la Academia, Calvo tiró para casa y reivindicó el talento local, ya que en su promoción de la Escuela de Arte Dramático de Málaga estudiaron dos nominadas (Mercedes León y Nuria González) y dos ganadores (Joaquín Núñez y ella misma). Cuatro actores que aprendieron el oficio en las tablas, pero que en las últimas dos décadas han despuntado gracias a la gran pantalla.
ANTONIO DE LA TORRE. ACTOR
ADELFA CALVO. ACTRIZ
En este punto, De la Torre reflexionó sobre «la visibilidad del cine» con respecto a los otros formatos. Una repercusión que ha vuelto a experimentar en propias carnes con la reciente selección de su película 'La trinchera infinita' como representante española al Oscar. «Me quedé sorprendido porque hasta lo comentó el presidente Pedro Sánchez; el cine tiene esa capacidad de meterse en el imaginario colectivo como ningún otro relato», aseguró el protagonista de 'Caníbal' y 'Tarde para la ira', que también reconoció que en esa locura de la profesión también entran los críticos: «Todos decimos que no nos influyen, pero no conozco a nadie que no le afecte».
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De la Torre también confesó su debilidad por el teatro e incluso contó una anécdota poco conocida. «Mi mejor experiencia como actor fue sustituyendo a Roberto Álamo en Taiwán cuando interpreté a Urtain en el montaje de Andrés Lima. Fue maravilloso», relató el intérprete, que también contó que cuando llegó a Madrid a dar clases de interpretación «iba de graciosillo malagueño» y que su maestra Cristina Rota le llegó a parar en un monólogo para decirle que no veía diferencias con un «presentador de Telecinco». A la vista está que aprendió.
Y mientras Antonio de la Torre fue de Málaga a Madrid, Adelfa Calvo hizo el viaje contrario. Hija y nieta de artistas –lo primero de Adelfa Soto y lo segundo de la Niña de la Puebla–, vivió casi toda su infancia en la capital de España hasta que sus padres decidieron volver a Málaga en su adolescencia, por lo que se quedó aquí a estudiar interpretación. Y cuando se licenció, creo su propia compañía de teatro con la que hizo muchas horas de furgoneta y kilómetros de escenarios por Andalucía.
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En la última década apareció la televisión y el cine y, pese a su pasado, reconoce que tiene «miedo a subirme ahora al escenario». En cambio, desde el Goya no ha parado de trabajar. Y aunque no puede decir «no» a un trabajo, confesó que se sentía «una privilegiada por pertenecer a ese pequeño grupo de los que podemos vivir de ésto». Una reivindicación que acababa de enarbolar el propio Antonio de la Torre que, frente a la imagen de la alfombra roja, expuso que solo el 8% de los intérpretes logra vivir de su profesión. «El talento desperdiciado es algo que me provoca tristeza y desazón», apostilló sobre todos aquellos que se dedican al oficio de «narradores de historias» sin que la suerte se haya cruzado en su camino.
A la espera de que el destino o el éxito aparezcan, defendió que el único camino para llegar a un personaje es sacarlo de dentro. Y le hizo una enmienda a la totalidad al título de la propia charla. «Para actuar no existe la máscara porque en realidad todos los personajes soy yo», dijo De la Torre. Y para hacerlos propios, Adelfa Calvo dio la clave: «Los actores y las actrices tenemos que ser capaces de defender nuestros personajes por muy canallas que sean». Y desde el otro lado de la mesa, su compañero le dio la razón: «Ese es el único secreto de este oficio».
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