guillermo elejabeitia
Viernes, 9 de diciembre 2016, 00:32
Recibir una llamada de Pedro Almodóvar. El sueño de muchos actores se ha convertido para algunos de los elegidos en una pesadilla. El genio manchego tiene fama de ser muy exigente con sus intérpretes. Sus instrucciones son tan pormenorizadas que rozan la caricatura, llegando a interpretar en el set todos los papeles del guión. Ese perfeccionismo ha parido personajes memorables, pero también ha dejado una larga lista de damnificados.
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Nadie en la profesión se atreve a criticarle abiertamente. Quizá la única ha sido Carmen Maura, que fue su musa a lo largo de cinco películas. Una etapa en la que el director pasó de enfant terrible de la Movida madrileña a niño mimado de Hollywood. Su desencuentro se inició en el tenso rodaje de Mujeres al borde de un ataque de nervios. «Pedro escribió el papel pensando en mí, pero luego no le gustaba nada de lo que hacía», recordaba años después la actriz, a la que martirizaban las faldas tubo y los tacones de aguja que lucía Pepa, su personaje.
Pero su fructífera relación saltó por los aires en Hollywood, cuando la cinta aspiraba al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa. Unos días antes Maura entrevistó al equipo en el programa De Película, momento que aprovechó para reprochar al director que fuera poco cariñoso con sus actores. Almodóvar contestó que siempre hablaba muy bien de ellos, pero ella le dio la réplica en directo: «Yo preferiría que me dijeras a mí un uno por ciento de lo que me dices en público». Al llegar a la ceremonia, entraron por separado, certificando la defunción de su amistad. Veinte años después volvieron a trabajar juntos, «pero no a tomar café», puntualizaba la actriz.
Con Victoria Abril también tuvo sus más y sus menos. Después de haber sido su musa en Átame y Tacones Lejanos, su relación terminó después del accidentado rodaje de Kika. «Pedro sólo llama a bombas o a abuelas», se quejó años después la actriz. A Jorge Sanz ni siquiera le dio la oportunidad de discutir. Lo contrató para uno de los papeles principales de Carne Trémula, pero a los cinco días de rodaje le despidió porque no le gustaba su dicción. Le sustituyó Liberto Rabal.
Pero uno de los que peor lo ha pasado a sus órdenes fue Gael García Bernal en La Mala Educación. El actor tenía que adelgazar diez kilos para meterse en la piel de Zahara, pero no lo consiguió, provocando el enfado del director. La ansiedad de Bernal, que no dejó de llorar en todo el rodaje, no hizo sino agravar el problema. Almodóvar llegó a parar la filmación una semana para poner a dieta a su protagonista.
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