Regina Sotorrío
Miércoles, 7 de septiembre 2016, 00:21
La de ayer fue una de esas largas jornadas laborales que van con el sueldo de actor aunque no se ruede ni una toma. Es día de promoción en Madrid de Tarde para la ira, el debut en la dirección de Raúl Arévalo con su amigo Antonio de la Torre al otro lado de la cámara; una película aplaudida en Venecia y que buscará a partir del viernes el favor del público en las salas de cine. El malagueño responde al teléfono a las cinco de la tarde, nada más terminar de comer, para afrontar una de las 25 entrevistas que le han programado en su agenda. Lleva desde las 9.30 de la mañana hablando con unos y otros del thriller que, augura, «será uno de los éxitos del año»; así que puede permitirse romper el protocolo y ser ahora él el primero en abrir fuego. «¿Cómo estáis por ahí?, ¿qué tal ha ido la feria?», pregunta De la Torre. Tras un breve intercambio de opiniones, el intérprete ocho veces nominado al Goya una de ellas con premio entra en materia.
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Una curiosidad para empezar. ¿Qué es ser un cipollo? Así se define en su cuenta de Twitter.
Es una expresión granadina, un tío atontado o poco inteligente. Tiene que ver con un amigo, Juan Vinuesa, que sacó hace años un vídeo que llamó Granaíno style, una parodia del Gangnam style. Y ahí decía lo del cipollo. Me hizo mucha gracia y lo terminé incorporando al perfil.
Entonces, ¿tiene algo de cipollo?
Yo soy bastante cipollo, sí (ríe).
Tarde para la ira ha sido bien acogida en Venecia, pero el auténtico examen será el viernes. ¿Confía en la respuesta del público o el cine español es imprevisible?
Con el cine en general nunca se sabe. Nunca hay fórmulas. Pero es un cine muy auténtico, muy bien interpretado, aunque esté feo decirlo; y con un guión que te va atrapando porque no sabes qué ocurre. Espero que sea uno de los grandes éxitos del año.
Habla de venganza, desamor y sueños rotos en una España «seca y sucia», según Arévalo. Parece un filme duro de hacer y también de ver.
Es un thriller, es una película de género, tiene toques de humor, es muy castiza y tiene muy buena calidad. Como La isla mínima, Grupo 7, No habrá paz para los malvados... Evidentemente, no es Mascotas, una película para todos los públicos.
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Se tiende a pensar que al público le gusta lo facilón, lo que divierte sin demasiadas complicaciones.
Yo creo que las buenas películas gustan a la gente. Si analizamos los grandes éxitos de taquilla probablemente tienen un cierto sello comercial; pero también ha habido películas que se salen de ahí y funcionan. Me resulta difícil hablar de esto, porque a veces no sé ni lo que me gusta a mí.
Por el perfil de muchas de sus películas, parece que se decanta por lo menos comercial.
¡Yo veo un poco de todo! Una de mis películas favoritas es Xanadú, Avatar me encantó y me reí muchísimo con Ocho apellidos vascos. No me acuses de no ser comercial (ríe). Soy bastante heterodoxo.
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¿Qué provoca su ira?
La injusticia, la gente que abusa de otras, los mentirosos, los que te toman el pelo, los que te intentan manipular, los que no te respetan, los que no te miran, los que te desprecian.
Más de una vez le han definido, en tono cariñoso, como un tipo del montón. ¿Se ve así?
Soy un tipo del montón, pero del buen montón;es decir, del montón bueno. «Solo soy un chico de barrio que escribe su canción, a veces canto y lloro cuando tengo depresión», algo así cantaba Loquillo en una canción (y continúa entonando el final del tema Rock and roll star).
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Cuando uno se pone a las órdenes de un amigo, como es Raúl Arévalo, ¿se trabaja de forma diferente?
Por suerte he hecho muchas amistades en el trabajo, pero es mi oficio. Todo tiene su pequeña complejidad y la confianza a veces da asco, pero Raúl es un gran director de actores y me lo ha demostrado.
Decirle que está en su mejor momento suena reiterativo. Todos los años escucha esa frase.
¡Sí! ¿Y cuándo me decían la verdad? (ríe). Bromas aparte, es bonito ver que hace un tiempo lo mejor estaba por venir. Y es muy bonito vivir con esperanza.
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Y aún no ha tocado techo, ¿no?
Pues no lo sé... (Se escucha una voz de fondo) Me dice mi representante que el techo, depende de donde lo mires, es el suelo. Es que él es vasco, y lo ve todo desde arriba (ríe).
Es decir, que son un Ocho apellidos vascos permanente.
Sí, hasta fuimos juntos a ver la película. ¡Un andaluz y un vasco! Y nos gustó mucho. Gran Dani Rovira.
Su nombre es ya habitual en la gala de los Goyas desde que saltó al estrellato. ¡Tendrá ya un récord!
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¡Así están los Goyas! (ríe). Ha sido una década maravillosa.
Pero sí que hubo un tiempo en que quiso pisar el freno, tras el duro rodaje de Caníbal.
Esta profesión también tiene su aquel. Soy una especie de autónomo. Tengo entrevistas, proyectos que te llegan, rodajes, guiones... es una gestión del tiempo difícil. Siempre tienes que estar ahí funcionando, tampoco puedes decir que te retiras y ya está, porque a lo mejor cuando quieras volver no puedes. Es cierto que hay momentos en los que te sientes más agotado y quieres mirar para otro lado, pero ahora estoy contento, muy tranquilo y muy fuerte.
Que dios nos perdone, de Rodrigo Sorogoyen, le llevará a San Sebastián. De nuevo un thriller, en este caso con la crisis, el 15-M y la visita del Papa como telón de fondo.
Esta película y Tarde para la ira tienen bastante cosas en común. Son muy buenos thrillers con un sello ibérico muy claro, con mucha honestidad, mucha entrega y bien interpretadas. Y me atrevo a decir, y ahí me la juego, que van a ser dos de las grandes películas del año.
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Permítame una pregunta de actualidad. Nos encaminamos a unas terceras elecciones. ¿Algo que decir?
Muchas cosas. De cada tres votos, uno ha querido que Mariano Rajoy sea presidente pero dos han querido otra cosa. Eso, por un lado, entiendo que legitima a Rajoy a querer ser presidente y, por otro lado, los otros dos podían haberse organizado para ofrecer una alternativa. Mi pálpito es que eso no va a ocurrir, vamos a unas terceras elecciones que van a beneficiar a quienes han hecho poco por evitar la corrupción, como Rajoy. Supongo que tenemos lo que nos merecemos. Y si los que quieren otra cosa no son capaces de ponerse de acerdo, me da mucha pena pero hay un punto en el que tengo que respetar los hechos por mucho que me disgusten.
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