
PPLL
Sábado, 5 de diciembre 2015, 17:55
Con poder levantarse un día a las nueve de la mañana se conformaría. Dani Rovira lleva varios madrugones acumulados a cargo de la promoción de Ocho apellidos catalanes, las entrevistas por su nuevo libro de microrrelatos Agujetas en las alas (del que firmará ejemplares el 19 de diciembre en el Corte Inglés de Málaga) y la preparación de su segunda gala de los Goya como presentador. Pero entre tanto ajetreo, el malagueño reserva cada mes de diciembre a una cita ineludible en casa, once en concreto: una gala solidaria en la Cochera Cabaret para ayudar a la pequeña Idaira y diez en el Teatro Alameda a beneficio de otras tantas asociaciones (Amappace, Adaner, Ángeles Malagueños de la Noche, Altamar, Alfarala, Asociación Down Málaga, Jomad, Málaga Acoge, Avoi y Aspaym Málaga y la colaboración de la Protectora de Animales de Málaga). Del 8 al 20 de diciembre, Rovira recauda fondos a golpe de risas con el espectáculo Improviciados, acompañado de Clara Lago y Rafa Villena. No busquen entradas, se agotaron en horas.
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En ocho horas se agotaron las 6.000 entradas de Improviciados. Eso le coloca al nivel de los Rolling o Madona. ¡No es normal!
(Ríe) No, no es normal, pero es a lo que nos tiene acostumbrado ya el público malagueño los últimos cuatro años, desde que hago esto en el Alameda. Al ser benéfico la satisfacción es el triple, sabes que otro año más va a haber un dinerito muy chulo para que las asociaciones puedan pasar el año un poco más holgado.
Empezó con las galas por una necesidad de no mirar hacia otro lado, de actuar en lugar de solo protestar. ¿Sigue siendo esa la filosofía?
Sigue siendo esa, y la fuerza que me lleva a hacerlo cada vez es mayor. Por mucho que hagas, este es un trabajo infinito. Lo que yo puedo llegar a hacer con las galas ¿Quieres ayudar conmigo? es solo poner algunos parches a una sociedad que está herida. Y cada año que pasa me veo con mayor responsabilidad incluso. Ya no concibo unas navidades sin estas galas. Es la manera más coherente para mí de pasar estas fechas. Al fin y al cabo, hay un poco de egoísmo también, de sentirme yo bien. Esto del altruismo creo que no existe porque yo recibo mucho a cambio.
Dice que cada año siente más responsabilidad. ¿Le pasan tantas cosas buenas que se siente en la obligación de devolver algo de eso a quienes no tienen esa suerte?
Sí, me cuesta mucho trabajo disfrutar de un éxito personal y profesional con los cristales tintados y sin mirar lo que hay fuera. Lo veo como una responsabilidad, pero hay una parte que también te da un poco de coraje. De decir ¡joder!, que tenga que estar haciendo yo o compañeros míos de la cultura el trabajo que deberían hacer otros y arreglando lo que en el mundo de la política no son capaces de arreglar... Mucho de los problemas de estas asociaciones es que dejan de tener esas subvenciones o esas ayudas de la Diputación, del Ayuntamiento, de la Junta o del Estado, porque en crisis los primeros recortes son en las ayudas sociales. Lo hago con todo el placer del mundo, pero hay una parte de rabia porque esto lo tendría que estar haciendo otra persona, es como estar tapando agujeros de alguien que está con un pincho agujereando.
Tocando tierra
Estar en contacto con las asociaciones supondrá una bofetada de realidad.
Sí, muchísimo. Los días que estamos en Málaga los aprovechamos para visitar algunas asociaciones. Para ellos es una motivación y una manera de que vean que no están solos. Para nosotros es una manera de seguir teniendo contacto con la realidad. Siempre digo que a mí me gusta tener los pies en el suelo y la cabeza en las nubes, o al revés, pero es importante siempre tener una parte que toque tierra. A mí esta campaña me ayuda a no perder la esencia de quien soy.
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Estamos en campaña electoral, justo en el momento en el que el ciudadano puede cambiar las cosas.
Uno siempre confía en la responsabilidad y en la madurez de todos los ciudadanos, pero sería una pena que la gente se dejara llevar por esa poca memoria histórica. Nunca diré a nadie a quién tiene que votar, pero no se deberían dejar llevar por estos quince días en los que uno toca la guitarra en un lado, otra baila en otro y el otro va con su hijo... Tenían que ser maduros y hacer un cómputo general de estos últimos cuatro años.
La palabra cultura aparece poco en esta campaña electoral.
Claro que hay ciertas prioridades, como la sanidad, pero la cultura es la base de todo. Es educar a un país para que en un futuro esté lleno de gente con conocimientos, con madurez y sentido crítico. La cultura no es solo saberse los ríos de España y las capitales de Europa. Por ejemplo, España es el país de Europa que más abandonos y más maltrato al animal tiene. Eso me parece un fallo cultural.
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Dice Pérez Reverte que «ningún ser humano vale lo que un buen perro». ¿Lo comparte?
Puedo decir que ningún ser humano puede superar a un buen perro, sabiendo los límites que tiene un perro y los límites que tiene el ser humano. Un buen perro cumple con un montón de valores que a veces se nos olvidan:el cariño, la lealtad, el compañerismo, la ausencia de rencor...
Con Ocho apellidos catalanes vuelve a desafiar todos los malos datos de taquilla del cine español. ¿Cree que puede ayudar a recuperar público para nuestro cine?
Sin duda. A raíz de Ocho apellidos vascos a la gente volvió a gustarle otra vez el ritual de ir al cine, no solo de ver cine español. Era mucha gente la que me decía que hacía 20 años que no iba al cine con su madre o que era la primera vez que iba su abuelo. Cine español bueno se hace mucho. No me atrevería a decir que Ochos apellidos vascos o catalanes es la mejor película española de los últimos años, ni mucho menos. Lo que pasa es que esta tiene algo, que no sé qué será, que arrastra a la gente a ir al cine.
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Cuando le volvieron a proponer presentar los Goya, ¿le temblaron las piernas?
Ya lo tenía en la cabeza desde hace muchos meses. Una semana después de la última gala de los Goya tuve una cena con personas de la Academia y ya empezaron a tantearme y dije que estaría encantado, porque me lo pasé muy bien. Todo el mundo decía que era una patata caliente, que había mucho que perder y poco que ganar, pero será que me va la marcha porque me sentí muy a gusto. Y este año que seguramente no esté nominado, pues fíjate qué tranquilo voy a estar.
Realmente no lo sabe, podría estar nominado perfectamente.
No, no, ya está bien. Incluso lo pido, que me dejen un poquito porque a mí cualquier día me va a dar algo y a mis padres igual (ríe).Este año vamos a disfrutar de que ganen otros y ya está. Te lo digo de verdad, prefiero vivir la gala desde otro punto. Y este año hay muy buenas interpretaciones.
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