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Regina Sotorrío
Martes, 3 de noviembre 2015, 00:00
Cuando la cámara enfoca a Sira caminando por las calles de Tánger en la serie El tiempo entre costuras, César Benito está por ahí. En los momentos más difíciles de Rosa en el drama Solas, le acompaña Antonio Meliveo. En el violín que toca Sara en el corto Fuga se nota la mano de Arturo Díez Boscovich. Y cuando la profesora de la película La mirada invisible espía a sus estudiantes, detrás también vigila José Villalobos. Son los protagonistas invisibles de la pequeña y la gran pantalla. No se les ve la cara, sus nombres solo aparecen en la mayoría de los casos al final de la proyección, pero están presentes en buena parte del metraje. Sin su trabajo faltaría emoción, intriga, misterio y tensión; su labor (y su reto) es dotar de sentimiento a las imágenes a través de la música y de los silencios. Cuatro compositores malagueños pisan fuerte en el terreno de las bandas sonoras, desde Málaga y también desde Hollywood. «Es una gran salida a nuestra creatividad musical y, a la vez, nos permite ganarnos la vida», reflexiona César Benito desde Los Ángeles. Porque, como admite el autor marbellí, «con creaciones propias, a no ser que te dediques al pop rock y tengas éxito, no hay muchas opciones».
Ni tampoco llega a tanta gente como cuando la música se cuela en el salón de tu casa cada lunes por la noche. Más de dos millones de escuchas tienen las partituras de César Benito para la serie El tiempo entre costuras en Spotify, una de las bandas sonoras de televisión más escuchadas en todo el mundo a través de esta plataforma. Y de las más premiadas también. César Benito reside en Los Ángeles desde hace años, pero una buena parte de su trabajo le llega desde España. A través de servidores en la Red, llamadas de teléfono, correos electrónicos «e incluso whatsapp» mantiene el contacto con las productoras españolas, que le confían un proyecto tras otro.
En estos momentos, da forma a la atmósfera sonora de tres series españolas de prime time que se estrenarán a principios de 2016: el drama de época La sonata del silencio, protagonizado por Marta Etura y Eduardo Noriega, para La 1; el thriller psicológico La verdad, con Maribel Verdú, José Coronado y Jon Kortajarena, para Telecinco;y la segunda temporada de la comedia Allí abajo para Antena 3. «Gracias a la tecnología, puedo trabajar desde cualquier parte del mundo, siempre que tenga una buena conexión de Internet», puntualiza.
Aunque el fin sea el mismo, no es igual crear para TV que para cine. Empezando por los presupuestos. En los proyectos cinematográficos de calidad, explica César Benito, siempre hay una partida destinada a la grabación de la música con una orquesta. En televisión, en cambio, el compositor ha de grabar y producir toda la banda sonora con sus propios medios en su estudio y recurriendo a librerías de sonidos para la creación de piezas orquestales.
Los tiempos
El calendario también marca las diferencias entre uno y otro formato.En el caso de una película, el autor establece sus propios tiempos. Para la pequeña pantalla, el trabajo es más «exigente» con entregas semanales para cada nuevo capítulo. «En televisión se compone a ritmo de vértigo y no hay apenas tiempo para revisar tus composiciones», explica. Pero tiene su lado bueno:«Capítulo tras capítulo y temporada tras temporada, puedo hacer multitud de variaciones de los temas principales de la serie y hacer que evolucionen, se transformen y fusionen con otros temas. Ese juego musical me resulta muy atractivo».
César Benito es sincero:«El compositor no tiene toda la libertad del mundo, ni mucho menos, más bien trabaja con una camisa de fuerza invisible». Sus partituras están condicionadas a la supervisión de productores, directores y de la propia cadena. Hasta que todos no acepten la música que se ha compuesto, no se pasa al siguiente capítulo. «A veces ni ellos lo saben explicar, pero sí tienen claro qué quieren y qué no. El compositor debe intentar hacer sus averiguaciones y también aplicar una dosis de psicología para apuntar en la dirección adecuada desde el principio», detalla.
«Siendo absolutamente honestos, no hay mucha libertad», corrobora Arturo Díez Boscovich, apasionado de la dirección y la composición de música programática. Dice que siempre hay «una pequeña grieta» a través de la cual mostrar la identidad de cada uno. «Pero por desgracia hoy en día se hace música con poca personalidad y con unos estándares un poco agobiantes. Antes todo era mucho más atrevido y creativo», afirma el malagueño.
Boscovich es el autor de la banda sonora del cortometraje Fuga, de Juan Antonio Espigares, premiado en el Festival de Málaga y en Sitges, y con reconocimientos específicos a la música, como el Jerry Goldsmith Award. Porque la melodía aquí es vital:no hay ni una sola palabra, todo se desarrolla en un conservatorio de música e incluye piezas de violín para las que el autor se inspiró en los grandes conciertos de violín y orquesta del repertorio clásico. Esta semana, además, acaba de conocer que otro cortometraje con su firma musical, Desolado de Víctor Nores, acaba de ser nominado a la Mejor Banda Sonora en el festival de cine independiente Festicini de Brasil. «Es una pasión, una de mis formas de vida», declara el director malagueño, responsable también de construir con los sonidos de la ciudad la B.S.O. de Málaga encargada por Cruzcampo para el pasado festival de cine español.
Contar una historia
En televisión, se ha escuchado a Arturo Díez Boscovich en Frágiles, protagonizada por Santi Millán en Telecinco; y en el reciente estreno de Cuatro Rabia. «Me atrae que la música sea una herramienta para contar una historia concreta, que pueda dar miedo, pueda ayudar a que dos personajes se enamoren... y me gusta sentir que las imágenes dictan el tempo y la forma de la composición», detalla. Solo le falta componer para un largometraje. «Y estoy deseando que llegue ya. Una película es como el gran cuadro al óleo que todo artista quiere hacer», afirma.
En esa denuncia de «falta de personalidad» de la música de cine actual, Boscovich coincide con su colega de profesiónJosé Villalobos. «La música de cine se está convirtiendo en una cosa fácil y genérica. No recuerdo la última vez que salí de una película fascinado por la banda sonora, e incluyo mis creaciones propias. Creo que nuestro trabajo como músicos es ir más allá, y, o no nos dejan hacerlo o no lo estamos haciendo bien», reflexiona con sinceridad Villalobos.
Vive y trabaja en Los Ángeles, desde donde le llegan encargos de todo el mundo. La música del malagueño que además de compositor es director, productor y guionista ha recibido dos nominaciones a los premios de la Asociación de Críticos de Cine de Argentina por La mirada invisible y Refugiados, ambos largometrajes del argentino Diego Lerman. También ha sonado en la NBC americana con la serie The Philanthropist (El filántropo), protagonizada por James Purefoy y Neve Campbell. Y su nombre está en Edén, de Shyam Madiraju, la primera película en inglés para el actor Mario Casas. ¿Su proceso de trabajo? «Ir siempre a la contra. Lo hacía en las clases del instituto y lo seguiré haciendo toda mi vida. Es la única manera de encontrar cosas interesantes», indica. Sus partituras, explica, no suelen ser muy orquestales y cumplen una máxima clara: «Soy de los músicos que prefieren quitar música de las escenas si veo que funcionan por sí solas».
Desde adolescente, Villalobos tuvo claro que lo suyo era poner música a las imágenes. No así Antonio Meliveo. Su vida tras una etapa como músico y un puesto en la Delegación de Educación y Ciencias estaba en el teatro, donde empezó a componer para el escenario. Pero el cine se cruzó un buen día en su camino y hoy son ya cuarenta las banas sonoras de largometrajes, cortos y documentales que llevan su firma. El cambio lo provocó una de ellas, la primera: la música que acompañaba a la premiada película Solas, de Benito Zambrano. La hizo por un «sueldo ridículo» con tal de hacer cine, y la apuesta le salió bien. Ese año fue nominado a los Goya como creador musical y al año siguiente repetiría en la alfombra roja de los premios de la Academia de Cine con las partituras de la película Plenilunio, de Imanol Uribe. El pasado jueves, sin ir más lejos, la Orquesta de Radio Televisión Española incluyó una suite de esta última banda sonora en el concierto Historia de nuestro cine ofrecido en el Teatro Monumental de Madrid. «Y fue emocionante», comenta.
En su currículum como compositor figuran, entre muchas otras, las películas El camino de los ingleses de Antonio Banderas, 3 días de F. Javier Gutiérrez o Fugitivas de Miguel Hermoso; y las mini series Padre coraje o Martes de carnaval.
«Siempre se ha hablado de lo que la música le debe al cine, pero casi nunca de lo que el cine le debe a la música. Y es un mutuo». Hay películas que no serían las mismas sin las melodías que le acompañan, y «hay orquestas por todo el mundo donde la mayor parte del trabajo lo hacen en grabaciones para música de cine».
Y a él le gusta estar en ese proceso, dirigir a los músicos como hizo con los profesores de la Filarmónica de Málaga para Solas. «Porque si una nota entra medio segundo más tarde de lo que yo he concebido, es un desastre. Ellos han tocado a todos los grandes compositores de la historia, pero yo soy el que más sabe de mi propia música», precisa. Por eso siempre intenta que vean las imágenes y «explicarles las razones para componer esa melodía para ese momento».
Todo tiene su motivo. «La inspiración viene del montaje. Es la imagen la que manda, y no hay que irse a la montaña ni al Caribe para componer, es cuestión de sentimientos. Siento que mi trabajo solo consiste en tocar en algunos sitios... y entonces se produce ese milagro del caudal de sentimiento que impregna toda la película», detalla Meliveo. En cartera tiene varios proyectos de cine, pero las formas de trabajar en la gran pantalla han cambiado mucho en la última década. Ahora, también el compositor se convierte en coproductor de la cinta, aportando su trabajo a una película que todavía no tiene financiación, como hizo en El país del miedo, estrenada en el pasado Festival de Málaga. «Es la forma de seguir en activo. Y además ahora, al ser coproductor se tiene más libertad, aunque admito que nunca la he echado de menos», indica Meliveo.
Este cambio de modelo en la industria cinematográfica hace que para muchos compositores el mercado esté más en la pequeña que en la gran pantalla. Una nueva realidad que coincide además con producciones de muy alto nivel para televisión. Pero en un lado o en otro, el reto siempre será el mismo: por delante tienen la difícil tarea de encontrar la música perfecta para cada imagen. «¡Te llamaré cuando eso ocurra!», bromea José Villalobos.
Antonio Meliveo Compositor y productor. «El cine también le debe mucho a la música»
«Siempre se ha hablado de lo que la música le debe al cine, pero casi nunca de lo que el cine le debe a la música. Y es mutuo», señala el compositor y productor malagueño. Meliveo defiende también la aportación de las bandas sonoras a la creación sinfónica. Como reflexiona, es muy probable que las melodías de «la Guerra de las Galaxias o El Padrino hayan sido más escuchada que La flauta mágica de Mozart».
Arturo Díez Boscovich Compositor y director de orquesta: «El éxito está en conseguir dar alma a las imágenes»
Para Díez Boscovich, el éxito de una banda sonora está en «conseguir dar alma a las imágenes y a los personajes. Si además es buena música absoluta, mucho mejor». El malagueño aprecia, no obstante, una falta de riesgo y de atrevimiento en la música de cine de hoy. «Son malos tiempos para el arte con personalidad, en todas las disciplinas», afirma.
César Benito Compositor y director de orquesta: «Una buena banda sonora funciona sin las imágenes»
«Una buena banda sonora tiene también vida propia separada de las imágenes. Es música después de todo, y como tal también hay disfrute en su mera escucha», explica el marbellí residente en Los Ángeles. Y es una premisa que él tiene en cuenta a la hora de componer: «Procuro que mi música funcione con las imágenes, y que a la vez guste por sí misma». El tiempo entre costuras, por ejemplo, se ha convertido en una de las melodías para TV más escuchadas en Spotify.
José Villalobos Compositor, director, guionista: «Nuestro trabajo como músicos es ir más allá»
«La música de cine se está convirtiendo en una cosa fácil y genérica. No recuerdo la última vez que salí de una película fascinado por la banda sonora, e incluyo mis creaciones propias», expresa José Villalobos. El malagueño afincado en Los Ángeles cree que su trabajo y el de sus compañeros, «como músicos, es ir más allá». Pero algo falla: «No nos dejan hacerlo o no lo estamos haciendo bien».
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