Francisco Griñán
Lunes, 9 de febrero 2015, 16:06
«El éxito me ha pillado con una edad que ya gilipollas no me voy a volver». La frase lleva la firma de Dani Rovira (Málaga, 1980) y la dijo hace ahora casi un año en una entrevista a SUR cuando estrenaba en el cine Albéniz su primera película, 8 apellidos vascos. Entonces, la cinta era solo una prometedora comedia y el actor, un prometedor cómico. Todavía no podía imaginar que su cara iba a estar durante varios meses en las carteleras de los cines de toda España, que la película iba a recaudar una cifra nunca vista en el cine español más de 56 millones de euros y que la escena esa de los apellidos Gabilondo, Urdangarín, Zubizarreta, Arguiñano, Igartiburu, Erentxun, Otegui y... Clemente iba a convertirlo en el chico de moda del cine español. Un éxito difícil de digerir que iba a poner todavía más a prueba al actor malagueño. Con nuevos retos, como presentar la siempre controvertida gala de los Goya. Más de uno ha acabado despeñado después de tocar el cielo de la ceremonia más mediática que se celebra en España. Pero el pasado sábado, Dani Rovira acabo convenciendo hasta a sus detractores desplegando ese encanto de chico de Málaga que es capaz de hacer humor con ingenio, talento y humildad.
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Y si hay algo de lo que carece Dani Rovira es de «inseguridad». El sábado noche se le vio moverse por el escenario con una soltura impropia para un recién llegado. Aunque su pequeño secreto es que lleva en esto muchos años. A los 18 años salió de Málaga vía Granada para estudiar INEF y no tardó en comenzar a realizar monólogos y pequeñas actuaciones en la BBC. Bodas, bautizos y comuniones, además de reuniones de amigos o cenas de empresas en los que levantaba carcajadas y complicidades. También en cafés teatros y bares de toda España que fueron su «escuela». Le dio más de una vuelta al cuentakilómetros de su coche con tanto bolo. En Málaga muchos lo recuerdan de sus actuaciones en la Tetería El Harén, que ayer hacía bandera en Facebook del «orgullo» que sentía porque el cómico criado en el barrio de La Paz comenzara soltando chistes entre te moruno y aroma a pasta marroquí.
Tras acabar la carrera en Granada y con el desarrollo de Internet, Dani Rovira comenzó su trabajado viaje al éxito. De hecho, el cómico es un producto de las redes sociales, donde el artista siempre ha tenido una gran presencia y un gran número de seguidores que hizo que las televisiones comenzaran a fijarse en ese chico con desparpajo y una vis cómica insuperable. Un artista que además no solo tenía personalidad para interpretar monólogos, sino que además los escribía con brillantez y hablaba de detalles cotidianos con los que se identificaba todo aquel que lo escuchaba.
A mediados de la década pasada, su vida comenzó a girar hacia Madrid. En 2008 fichó por el programa Estas no son las noticias (Cuatro) y Smonka! a pico y pala (Paramount Comedy). Sus intervenciones no tardaron en saltar a Youtube, donde sus vídeos suman millones de visitas. Entre los más populares, están sus intervenciones en El Club de la comedia, como el monólogo Cosas de chicas (2011, con más de 2,5 millones de reproducciones) o Las playas de Málaga (2014, con más de 1,1 millones de clicks).
Apasionado de los perros los tiene en la portada de su Twitter, el público joven no tardó en convertir a Rovira en un fenómeno viral. Uno de esos chicos quiso ir a ver al malagueño a un teatro de Madrid y le pidió a su madre, Eva Leire, que lo llevase. Y en aquella función, Dani Rovira superó sin saberlo la prueba más importante de su vida ya que la acompañante del joven que se partía de la risa era una directora de casting. Leire le comentó el hallazgo a su socia, Yolanda Serrano, y volvieron a acudir al teatro a ver de nuevo a aquel portento cómico. Lo conocieron y le pusieron sobre la mesa el guión de 8 apellidos vascos. «Les dije sí a la primera», confiesa Dani sin miedo. Un rodaje que lo ha convertido en un fenómeno mediático, además de ayudarle a conocer a su actual pareja, la actriz Clara Lago, con la que se dio el pico de la noche de los Goya cuando a Rovira le otorgaron el cabezón al mejor actor revelación.
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El chico de moda del cine español tiene sobre la mesa de montaje su nueva película, la comedia Ahora o nunca, y para abril una cita con el rodaje de la secuela de los apellidos vascos. Pero lo que consiguió el pasado sábado con la gala de los Goya fue extraordinario ya que, pese al exceso de metraje y canciones de la ceremonia, pudo contrarrestar con su humor esos errores y recuperar además la audiencia perdida en las últimos ediciones de estos premios. Y lo que es más importante, logró desprenderse de toda esa caspa política que había convertido los Goya en un polémico pim, pam, pum, en lugar de una fiesta del cine. No son pocos los que ya piden que Rovira repita la jugada la próxima edición.
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