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Francisco Griñán
Sábado, 7 de febrero 2015, 01:41
Hace frío de febrero. De ese que se mete por los pies y se resiste a abandonar la cabeza. Pero la temperatura de la reunión no tarda en subir. Besos, abrazos, sonrisas y todas las miradas hacia el mismo sitio. Hacia la única mujer del grupo. Pero no porque sea mujer o sea la única, sino porque es su momento. Mercedes León se juega hoy el Goya por su intervención en la película del año, el thriller La isla mínima, y sus compañeros de reparto han quedado en el cine Albéniz para desearle suerte e inmortalizar el momento en una foto. En la imagen falta el otro nominado malagueño, Antonio de la Torre, que se une desde Sevilla con un abrazo colectivo y convencido de que la película de Alberto Rodríguez es el resultado de «muchos talentos unidos».
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Entre ellos están los actores que se han citado en Alcazabilla. Unos tuvieron más papel, otros menos, pero no hace falta ser director de casting para darse cuenta de que todos sienten que estas nominaciones malagueñas son un triunfo compartido. Mientras una racha de viento acaricia al reparto malagueño de La isla... que esta noche promete hacerse máxima si se cumplen los pronósticos, suena el teléfono: «Salva Reina y Juan Carlos Montilla vienen de camino». Allí están presentes el enigmático Manuel Salas, el guardia civil Jesús Ortiz, el barquero Paco Inestrosa, el terrateniente Alberto González, el juez Josemi Rodríguez y la guardesa engoyada Mercedes León. Para la espera, se impone buscar refugio y un refrigerio. Y sobre la mesa de un bar no tardan en aparecer los cafés, los tés y el plato principal:
«¿Tienes algo preparado para el discurso?», le interroga un curioso Manuel Salas.
«Nada», responde León.
«Pero algo habrás pensado...», insiste el actor.
«No sé, daré las gracias...», comienza a decir, para corregir el rumbo a continuación: «Tengo tan claro que no lo voy ganar... Está ahí la gran Carmen Machi», en referencia a la favorita al Goya a la actriz de reparto.
Por la puerta aparece con su sonrisa por delante Salva Reina al que todos reciben con un «ya está aquí, Chuki». Y a renglón seguido, Mercedes León confiesa que con el personaje de cazador furtivo del último en llegar «lo flipé». «Yo no me lo podía creer cuando en las nominaciones a los Goya no te nombraron a actor revelación», apostilla Alberto González, ante lo que Chuki pone carilla de circunstancias. «Pues el personaje me costó. Cualquiera que me conozca sabe como soy con facilidad para la comedia y estoy muy contenido. De hecho, Alberto (Rodríguez) me decía menos, menos y, tras ver el resultado en pantalla, solo puedo decirle: Muchas gracias», confiesa Reina que ha introducido en la charla una de las claves del filme: el director.
Malo con cara de bueno
«Es que sabe dirigir muy bien a los actores», mete cuchara Paco Inestrosa, que tuvo que aprender a manejar una barca para esquivar «las olas» que levantaban a su paso los cargueros que remontan el Guadalquivir. Lo mismo que Juan Carlos Montilla, el último que se incorpora a la tertulia y que también da vida a un barquero que trapichea con redes, pero de drogas. Ya están todos, aunque faltan algunos. Adelfa Calvo, Nacho Fortes o Jordi Amat completan el reparto de malagueños de La isla mínima que, para el recién llegado, es «la mejor película de cine negro que se ha hecho en años en España». El argumento lo compra Jesús Ortiz que apostilla que la película «se va a convertir en un clásico».
Mercedes León destaca que, aunque la cinta está protagonizada por Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez, «el argumento se construye sobre muchos personajes secundarios que forman un puzzle que encaja perfectamente». Uno de ellos es Josemi Rodríguez que ha repetido el papel que ya hizo para Rodríguez en Grupo 7: juez forense. «Le he dicho que su próxima película sea tipo CSI y que me dé un protagonista», bromea el actor.
El argumento de La isla mínima juega con los sospechosos que van surgiendo en la trama. Y entre ellos, está el imponente Alberto González, el «Peter OToole de las marismas», como lo bautizó el productor Gervasio Iglesias en el rodaje. «Yo hago de malo y tengo cara de villano, pero Manuel (Salas) es también malo pero tiene cara de bueno», constata este Lawrence de Arabia hispano, al que no tarda en darle la razón toda la mesa.
También el propio Salas confiesa que fue el primer sorprendido por el papel. «Lo entendí cuando Alberto me explicó que quería jugar al despiste», admite Salas, poco antes de hacerse una foto todos juntos con la aspirante a la estatuilla. «Mercedes, tráete el Goya aunque sea de la oreja», le dice Manuel Salas. Con esa cara de bueno que dan ganas de hacerle caso.
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