EFE
Domingo, 2 de junio 2019, 14:25
El recuerdo de Chiquito de la Calzada sigue vivo en distintas localizaciones de Málaga, donde se le homenajea en formatos tan variopintos como retratos y corbatas dentro de bares, grafitis, o incluso un sistema de reproducción automática de sus chistes en los servicios de un restaurante.
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Estas referencias conforman una ruta no oficial de Gregorio Sánchez Fernández, Chiquito de la Calzada, en su ciudad, en la que destaca por inusual el restaurante Palocortado, donde instalaron un sistema de chistes grabado por el humorista malagueño para amenizar el tránsito por los servicios de los clientes.
En la barriada de Lagunillas, donde se está reformando mediante el arte urbano una zona degradada cercana al centro de la ciudad, se han realizado hasta tres grafitis en honor a Chiquito, que aparece acompañado de algunas de sus míticas interlocuciones como «¡¡No puedorr!!» o «¡¡Pecador!!».
En el céntrico Pasaje de Chinitas, donde el pasado año comenzaron los trabajos para levantarle una estatua a tamaño natural diseñada por el escultor Juan Vega, se sitúa el local El Pasaje, que expone una corbata con la que el humorista actuó en varias ocasiones y que le homenajea con diversas ilustraciones en mesas, vinilos e incluso en los trajes de los trabajadores.
«Este establecimiento nace haciendo un homenaje a los personajes ilustres de Málaga y Chiquito es de los que nos pueden enorgullecer», señala el gerente de El Pasaje, Pedro Trillo, que ha calificado al malagueño como «un artista en todos los sentidos, de los pies a la cabeza».
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El restaurante Casa Lola en la calle Molina Lario es otro de los que rinden homenaje al cómico, con un espejo en el que se dibuja su silueta y las palabras «Chapeau Chiquito, malagueño saleroso», ya que representa la identidad malagueña, según afirma el camarero de este establecimiento Juan José Postigo.
El centro neurálgico del rastro del humorista se sitúa en el restaurante Chinitas, donde solía comer diariamente, y cuyo gerente, Ángel Sánchez, considera que fue «su refugio, su fortaleza», donde se sentía «a gusto y seguro», especialmente en sus últimos cinco años de vida tras el fallecimiento de su mujer, Pepita.
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«Murió con 85 años y no tenía hijos. La palabra no es indefenso, pero estaba un poco con edad», indica Sánchez, que ha destacado que eso no impedía que diese «felicidad» estar a su lado y tuviese buenas palabras «para todo el mundo, desde el camarero hasta el vendedor de flores o de lotería».
Ha explicado que a Chiquito le gustaba «ser conocido y saludar», lo que daba pie a muchas anécdotas, como cuando le preguntaba entre risas que por qué no le saludaban a turistas extranjeros que no le conocían.
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Para Ángel Sánchez, Chiquito era «un creador de felicidad» y «una metralleta de ingenio» que de cada cosa tenía capacidad de soltar un chascarrillo, y se siente afortunado de haber podido tratar «a Chiquito como artista y a Gregorio como amigo».
«Nos sentimos satisfechos de haber dado cobijo con la amistad y con la admiración a Chiquito de la Calzada», asegura el administrador único del Chinitas y padre de Ángel, José Sánchez, que ha quedado retratado en un busto junto con Chiquito en este restaurante.
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Como testigo de esta amistad, quedan en el local un retrato del humorista -que fue colocado en el 2000, por lo que él mismo se sentaba debajo del cuadro y bromeaba sobre su apariencia: «Tengo la frente como la lengua de una vaca»- y un vinilo con la leyenda «Chiquito de la Calzá. El malagueño que hizo reír al mundo».
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