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Domingo Moreno, Eugenio Chicano, Agustín Fernández y Joaquín Fernández. Migue Fernández
Chicano, servido a mesa, arte y mantel

Chicano, servido a mesa, arte y mantel

El restaurante Nerva conserva desde hace tres décadas una serie de dibujos del artista realizados sobre la mantelería

Martes, 15 de enero 2019, 00:35

Muchos dejan volar la cabeza y la mano durante una conversación en persona o por teléfono y así, mientras hablan y escuchan, si tienen cerca una superficie propicia y algo con lo que pintar, hacen garabatos, filigranas o reproducen algún nombre de manera casi automática. Hace más de tres décadas, el artista Eugenio Chicano almorzaba a diario en el Restaurante Nerva de la capital y entre plato y plato, entre charla y charla, tomaba un rotulador negro y el mantel de modesta celulosa para elaborar un bodegón, un retrato, un retablo bizarro y semanasantero. Luego Chicano se levantaba de la mesa y seguía con su rutina, pero antes de retirar la comanda, Agustín Fernández, regente del Nerva, pedía al camarero que quitase con cuidado el mantel.

Fernández ha conservado esos dibujos en una carpeta durante todo este tiempo y ahora los despliega orgulloso sobre la mesa situada justo debajo del mural de Chicano que preside el nuevo salón del popular restaurante situado en la calle Cristo de la Epidemia. «Para nosotros es como un tesoro», concede el alma mater del Nerva sobre las creaciones que ahora tendrán una segunda vida.

«Con la cuestión del mural, Agustín ha recuperado la carpeta y lo cierto es que no recordaba que fueran tantos dibujos y que algunos estuvieran tan bien, por eso hemos decidido hacer unas copias y realizar con ellas composiciones para decorar el resto del salón. La idea es darles sentido y presentarlos de una manera un poco más acabada», avanza el artista.

El autor toma como base las ilustraciones sobre papel para realizar un conjunto de collages que se exhibirán en el establecimiento

Porque la carpeta custodiada en el Nerva desde hace tres décadas guarda más de 30 ilustraciones de Chicano y el artista recuerda el origen de esa serie con memoria cabal: «Cuando terminé la Bienal de Venecia, me llamó Pedro Aparicio, que por entonces era alcalde. Vine a Málaga y Pedro me habló de la posibilidad de crear y dirigir la Fundación Picasso y de que me ocupara de los presupuestos, los contenidos, los estatutos y todo eso. Me dijo que diera una vuelta por Europa para ver la Casa de Mozart, la de Rembrandt, la de Beethoven para ver cómo estaban montadas».

Arriba, detalle de una de las composiciones realizadas por Chicano sobre los manteles de papel del Nerva. Abajo, el gusto del artista por el arte jondo también aparece en esta serie, así como la Semana Santa. Migue Fernández
Imagen principal - Arriba, detalle de una de las composiciones realizadas por Chicano sobre los manteles de papel del Nerva. Abajo, el gusto del artista por el arte jondo también aparece en esta serie, así como la Semana Santa.
Imagen secundaria 1 - Arriba, detalle de una de las composiciones realizadas por Chicano sobre los manteles de papel del Nerva. Abajo, el gusto del artista por el arte jondo también aparece en esta serie, así como la Semana Santa.
Imagen secundaria 2 - Arriba, detalle de una de las composiciones realizadas por Chicano sobre los manteles de papel del Nerva. Abajo, el gusto del artista por el arte jondo también aparece en esta serie, así como la Semana Santa.

«Pedro Aparicio –relata Chicano– también me dijo que quería organizar una exposición en Málaga con mi obra de la Bienal de Venecia y me puse a buscar una sala en la ciudad. Había varias y cuando llegué a la Económica me atendió Mariluz (Reguero) y me quedé 'cuajao' con ella. Yo entonces vivía en Italia y cuando volví a Italia, Italia ya no tenía sentido, con Picasso, por un lado, y con Mariluz, por el otro. Así que decidí volver a Málaga».

La carpeta guardada por los responsables del Nerva conserva más de 30 ilustraciones

Fue entonces cuando se cruzaron los caminos de Chicano y del Nerva: «En medio de la vorágine del regreso a Málaga, la boda y todo aquello, unos amigos me dieron la posibilidad de convertir la casa de mi suegra en Cristo de la Epidemia en un edificio de viviendas. Hicimos los números, salieron y lo pusimos en marcha. Mi suegra se mudó durante las obras a un piso en la calle Manrique y yo seguía en casa de mi madre, pero para no hacerle más carga a ella, me quedaba a comer todos los días en el Nerva, que estaba justo enfrente y casi recién puesto».

Un variado menú creativo

«Las charlas eran largas y muy animadas. En los manteles le iba haciendo dibujos a Mariluz sobre lo que había estado haciendo ese día o sobre las cosas de las que estábamos charlando, sobre cómo iba tal o cual cuadro... Al cabo del tiempo, Agustín me comentó que cada vez que yo me iba, mandaba al camarero a que quitara el mantel con mucho cuidado para conservarlo y así ha sido. Hace años me recordó que tenía los manteles guardados y yo, la verdad, no le di mucha importancia al asunto, aunque estaba muy agradecido, claro», acota el artista.

Chicano habla en presencia de su amigo y colaborador Domingo Moreno, de Agustín Fernández y su hijo Joaquín, que acaba de abrir la carpeta para ir desplegando las piezas de Chicano sobre varias mesas juntadas para la ocasión. «Son más de treinta dibujos, casi todos sobre lo que hablábamos en cada momento: sobre el Cristo de la Epidemia, sobre cofradías de la Semana Santa, sobre un ballet que habíamos visto en el Cervantes, sobre civilizaciones antiguas de las que habíamos estado hablando...», recuerda Chicano, que hasta el 2 de febrero presenta en el Palacio Episcopal su exposición 'Aguatintas por seguiriyas'.

«Cuanto más interesante era la sobremesa, más me esmeraba en el dibujo», recuerda Chicano

«Sí recuerdo que cuanto más interesante era la conversación de sobremesa, más me esmeraba yo en el dibujo, pero de una manera casi inconsciente. Son esas cosas que haces sin miedo a que guste o no guste, un acto muy íntimo en trazo inmediato mientras estás en los postres de un almuerzo», comparte el artista malagueño sobre el alumbramiento de estas obras.

«Tienen –cierra el pintor– un trazo suelto, muy eficaz y definido. No hay rayados ni titubeos ni fondos ni degradados ni nada, solamente trazo, trazo y trazo, algunas veces más veloz y otras, más incisivo, pero todo muy gratuito, muy sincero y muy inmediato». Puro Chicano.

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