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Como buen producto de diseño, Chanel lleva meses ensayando y aprendiendo las coreografías para el certamen de esta noche. Ha reconocido que pasó varios meses corriendo en cinta y cantando al mismo tiempo para no ahogarse mientras baila. Un profesor de lengua me decía siempre « ... ay de aquel párrafo que solo lleve una frase» y Chanel es una artista que solamente tiene una canción, 'SloMo', y hasta ahora para nosotros es como si hubiera nacido para ella. De todos los sacrificios por los que ha pasado en este tiempo, uno de los más duros ha sido la preparación emocional. Su victoria en BenidormFest, el concurso creado para elegir a la canción e intérprete que llevamos a Eurovisión, le trajo más de un disgusto. En esa fiesta yo iba con Rigoberta Bandini y con sus tetas, otros iban con las folclóricas gallegas y para muchos fue una sorpresa que ganara Chanel, pero lo hizo, ahora sabemos que quizá con la mejor canción para Eurovisión (que no tiene que ser necesariamente la mejor canción para cualquier otra cosa), recibiendo tanto odio en las redes sociales que tuvo que apartarse porque de otro modo habría salido ardiendo.
Hace tiempo que España no aparece como una de las favoritas para ganar, aunque todos los años pensemos que es posible. Hace, también, muchos años que España no lleva una canción que no da vergüenza ajena. Ha costado. El espectáculo de Chanel es apoteósico, uno de las mejores que podrán verse esta noche. Utiliza pocos recursos visuales, pero parecen muchos; es sorprendente las cosas que pueden hacerse con un buen cuerpo de baile y unas luces estroboscópicas que lo ponen todo en 'slow motion' o cámara lenta. La letra no se anda con muchos rodeos, no puede ni quiere brillar más de lo que dice, y juega a la mezcla de español e inglés, como se hace en Miami o en Puerto Rico, y no precisamente para ganar Eurovisión. Chanel Terrero Martínez, que de verdad se llama Chanel y que ahora descubro que su cumpleaños es el mismo día que el mío, es una española nacida en Cuba. Por una vez, la candidatura española ha mirado de frente y sin complejos a la música latina, que por cierto es el género más escuchado en todo el mundo, aunque haya españoles a quienes eso no les gusta o que les horrenda. Holanda y Suecia llevaron a Eurovisión ritmos latinos con más contundencia que nosotros, que somos hermanos, o primos lejanos de esos artistas. La canción forma parte de esa tendencia y construye un espectáculo que se toma la diversión muy en serio.
Eurovisión nació para construir algo tan inexacto como la identidad. Hay naciones en Europa que poco tienen que ver entre sí, y este certamen nació entre otras cosas para provocar la unidad con algo que le gusta a casi todo el mundo, como la música. Por eso se prima tanto la individualidad, y por eso se supone que los países deberían llevar lo mejor aunque muchas veces da la impresión de lo contrario. Participar en el concurso entraña el intento de un imposible, que es gustarle a todos. Ante esto, España se había dejado llevar por el chicle y la horterada y ha llevado auténticos cuadros que, aparte de perder, nos han dejado en una posición moral indigna.
Se dice que en Eurovisión pesa mucho la política. Si es así, se cumplirán algunas previsiones que dicen que ganará Ucrania, y no cabe duda de que muchos países la votarán por la tremenda situación que asola el país. Si los votos se dejan guiar por el canon eurovisivo, aparte de Italia o de Suecia, por primera vez en mucho tiempo, sí, puede que gane España.
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