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La arqueología de las últimas tres décadas ha reescrito lo que sabíamos de nuestros antepasados. En este tiempo, los métodos científicos y la tecnología también han avanzado tanto que las herramientas y análisis de hoy día aportan mucha más información de lo que se podía ... conocer en los 90 o la primera década del siglo XXI. Aplicar esos últimos avances a los materiales extraídos y almacenados en excavaciones de entonces es el objetivo del Proyecto FEDER de investigación 'La historia oculta en los fondos de los museos', que dirige el arqueólogo José Suárez. Uno de los resultados más relevantes de esta revisión ha llegado del Cerro de la Era, en Arroyo de la Miel, que fue excavado en 1998, y que ahora se ha datado científicamente su origen en el siglo IX a.C., en la etapa final de la Edad del Cobre. Allí se estableció una sociedad indígena descendiente de los constructores de los monumentos megalíticos y que se acercó al litoral antes de la creación de la entonces isla del Cerro del Villar (siglo VIII a.C.). Así, estos 'malagueños' fueron los primeros en ver llegar las naves fenicias de Oriente, una escena similar a la que siglos después vivieron los indios que vieron atracar las carabelas de Colón.
«De esta época solo se había encontrado cerámica fabricada a mano de final de la edad del bronce, por lo que en los horizontes más antiguos no había restos fenicios. Teníamos una idea de la antigüedad, pero la certeza ha llegado ahora a través de la datación con Carbono 14», explica José Suárez, que destaca que estos resultados científicos «tienen trascendencia histórica porque empezamos a conocer a la gente que ya estaba aquí y que por primera vez establecieron contacto con los fenicios». De esta forma, el también director del proyecto de excavación de la Universidad de Málaga en el Cerro del Villar explica que el yacimiento del Arroyo de la Miel fue anterior a la isla situada en la desembocadura del Guadalhorce y coetáneo al asentamiento de La Rebanadilla (en la zona del aeropuerto).
El nuevo estudio, en cuya financiación ha colaborado el Ayuntamiento de Benalmádena, se ha basado en la realización de «una serie de dataciones radiocarbónicas en los laboratorios Beta Analytic de Miami (Estados Unidos), de tres semillas (leguminosa, trigo y vid) procedentes de diferentes horizontes cronológicos del yacimiento protohistórico del Cerro de la Era, logrando fechar el momento fundacional del poblado a inicios del siglo IX a.C», explica la arqueóloga municipal Itziar Merino, que destaca el posicionamiento de este yacimiento en en el contexto de la llegada de los fenicios a la Península.
El Cerro de la Era tuvo aproximadamente una hectárea de superficie -parte del espacio está afectada por construcciones del siglo XX- y se situaba a unos 600 metros del mar, en una zona elevada situada entre el Arroyo de la Miel y el Parque la Paloma. Un enclave que sigue el patrón de asentamiento de la época, con una situación elevada y cercano al mar. El yacimiento fue excavado por el equipo de Taller de Investigaciones Arqueológicas a finales de la década de los años 90, que desenterró un edificio tipo cabaña de aquella primera fase de planta circular y diversa cerámica hecha a mano. Su situación tiene una comunicación natural, a través de la sierra de Mijas, con el Guadalhorce y la zona de Coín, donde hay asentamientos indígenas del bronce final, por lo que los expertos piensan que el yacimiento benalmadense fue fundado por pobladores procedentes del interior de la provincia.
Estos nativos fueron los que entraron en contacto con los fenicios, cuya influencia se ha observado en la prosperidad posterior de este enclave y en la adopción de las costumbres y el urbanismo oriental. «Sobre el retazo de cabaña se construyeron posteriormente edificios de influencia fenicia con llamativos pavimentos de conchas, por lo que podría tratarse de un edificio público», explica Suárez, que añade que este tipo de superficies de caparazones marinos también se ha encontrado en yacimientos del sur, como Castillejos de Alcorrín (Manilva) o Carambolo (Sevilla), ya que se usaban con carácter apotropaico o de protección ante las puertas, igual que ahora se cuelga una mano de fátima en las entradas de la viviendas en Oriente Próximo y Norte de África.
En el laboratorio norteamericano también se han analizado semillas de vid del Cerro de la Era que se han fechado en el siglo VII a.C. por lo que «posiblemente se está cultivando uva por influencia fenicia en el entorno de la Costa del Sol», apunta José Suárez. Los datos desde la primera ocupación hace ahora 2.900 años permite tener una secuencia completa de la vida hace tres milenios. «Pensamos que es la presencia fenicia la que provoca una reestructuración de los territorios desde el momento que contactan con la población autóctona», explica José Suárez, que considera que esta población también estableció relaciones y contactos con el Cerro del Villar en la desembocadura del Guadalhorce, la principal población fenicia de la bahía malagueña.
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