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C. Tangana tiene la habilidad de pasar de lo racial a lo vanguardista en un segundo, en una misma canción y con una naturalidad asombrosa. ... Una mezcla de tradición y modernidad en su música que desde hace algo más de un año vuelca también en los negocios. El Madrileño se sumó desde el principio al proyecto de la sevillana María Estrada, su amiga y la fundadora de Casa Maricruz, una firma de cerámicas de siempre con un toque actual. Sus productos se abren ahora un hueco en la tienda del Museo Picasso Málaga.
Casa Maricruz es una marca que traza puentes ente las nuevas generaciones y la red nacional de artesanos. Pretende establecer un diálogo entre la tradición y la contemporaneidad para reivindicar la artesanía como arte, como estilo de vida y como estética. También, dicen sus responsables, como ética, como parte de las respuestas a grandes retos como la crisis climática, la pérdida de la identidad en un mundo globalizado o la despoblación de las zonas rurales.
La firma nace de la vuelta de María Estrada a sus raíces tras varios años viviendo en Los Ángeles. Con una mirada internacional y la perspectiva de quien ha pasado tiempo fuera de casa, Estrada se dio cuenta de que era una buen momento para poner en valor lo propio, la cultura patria, pero desde una mirada contemporánea. Una propuesta a la que de inmediato se sumó su pareja, Santos Bacana, creador de Little Spain, productora que firma los videoclips junto a C. Tangana. Y con él iría también El Madrileño, también un artesano pero de la música.
Cerámicas, vidrios y textiles de las colecciones Granada, Cáceres, Mallorca y Mérida de Casa Maricruz se pueden adquirir ya en la tienda física (a la que se accede desde la plaza de la Higuera) y online del Museo Picasso Málaga. Una colaboración que se integra en la celebración del seminario internacional 'Picasso y las artes aplicadas' que, junto con la Fundación General de la Universidad de Málaga (FGUMA), se llevará a cabo los días 17 y 18 de noviembre en el Auditorio MPM.
La alfarería, de gran arraigo en la cuenca mediterránea desde la antigüedad, siempre despertó el interés de Pablo Picasso. A partir de los años 50, el artista incorporó al conjunto de su obra innumerables platos, cuencos, jarras y vasijas que, además de vincularlo a ese pasado vernacular remoto, le plantearon un fértil campo de experimentación entre lo decorativo, lo formal, lo escultórico y lo pictórico.
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