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Como si la pandemia hubiera congelado las manecillas del reloj cultural, toda una industria internacional busca ahora la mejor fórmula para darle cuerda y devolverlo al imparable avance del que antes hacía gala. Esta semana, en el marco de CM Málaga Cities & Museums, algunos representantes del sector han puesto sobre la mesa una serie de fenómenos de estudio para inspirar el presente y el futuro de los espacios museísticos en la nueva era. Conceptos como la sostenibilidad, la innovación, la digitalización y la diversificación se han reflejado en el auditorio del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, organizador junto a la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del evento, que cuenta además con el apoyo de SUR.
Karin Ohlenschläger, crítica y comisaria
En la era de la informática, la información debe ser algo más que datos y la forma en la que éstos se almacenan y difunden. Así lo considera la crítica y comisaria alemana Karin Ohlenschläger, que en su ponencia abordó la producción artística contemporánea: «Las conexiones que forman hoy la sociedad de la información llevan existiendo desde hace millones de años para hacer habitable el planeta».
Para inspirar el futuro expositivo, la experta recurrió a las ideas de la corriente Arte Electrónico de los sesenta, que defendía la «humanización de las tecnologías, el compromiso social», que los proyectos sean «interdisciplinares», sean expuestos en «espacios multifuncionales» y generen «conexiones transversales».
Como caso de estudio, Ohlenschläger habló del nacimiento de MediaLab Madrid, que en la primera década del milenio heredó ese pensamiento de la creación artística basada en la información. Igualmente referenció 'La factoría' de Andy Warhol, «un espacio en el que se encontraban artistas de diferentes disciplinas» y realizaban «trabajos colaborativos de forma multidisciplinar, trascendiendo el lenguaje, innovando y explorando». Estos valores, en un mundo en el que se producen 2,5 trillones de datos al día –según apuntó la ponente– pueden ser el pilar en el que se sustente la creación y la narrativa del arte del presente y del futuro.
Juan Herreros, arquitecto
En esa búsqueda por dar cuerda al reloj cultural, una de las palabras que más se repiten es, tal vez, 'sostenibilidad'. De ese término sabe bastante el arquitecto madrileño Juan Herreros, diseñador del Museo Munch de Oslo, un espacio que se inaugurará en octubre tras una década de desarrollo e integración en la ciudad bajo la premisa de que debe ser «mucho más» que un edificio.
«Los museos tienen el tremendo poder de ser modélicos; reflejan lo que somos y lo que queremos ser, nos ayudan a conocer nuestro pasado, presente, también proyectan el futuro, son una forma de educar, transmitir mensajes y construir orgullo para los visitantes y los habitantes de esas ciudades», definió Herreros como fórmula de la sostenibilidad. Para él, ese término ha de estar comprendido entre la economía y la ecología, e ir más allá de la eficiencia: «No solo consiste en ahorrar energía, es una cultura, es parte del pensamiento contemporáneo de una forma inevitable».
Por tanto, además de contar con las técnicas menos contaminantes que existen en el mundo, y de estar edificado a base de materiales con baja huella de carbono –está construído sobre el mar y obtiene energía del fondo de los fiordos–, el Museo Munch destaca, además, en cómo se dirige al ciudadano de Oslo y a sus visitantes. Más de la mitad del espacio no está destinado a exposiciones, es «complejo» y está destinado «a muchas personas» algo que, en sí mismo, lo convierte en un útil diario para la ciudad (economía del uso, ecología en el proceso de creación).
Antonio G. Peral, gestor
Si se habla de casos de estudio, la restauración de las tres bóvedas con pintura sobre piel de la Sala de los Reyes del Palacio de los Leones de la Alhambra de Granada es paradigmático. Tal y como definió Antonio G. Peral, jefe de servicio de Conservación y Protección del Patronato de la Alhambra y Generalife Granada, el trabajo que se ha realizado en el complejo monumental se ha concebido «con la vocación de que la gente conozca una intervención de este calado».
El espacio que se ha rescatado del paso del tiempo fue construído por el sultán para su propio recreo, pintando sobre piel de caballo diez figuras con aspecto de realeza. «Su estado de conservación era complejo, en el 2001 se puso en marcha toda una maquinaria para mejorar su situación, y se ha hecho un trabajo bello».
Para restaurar la escena que cubre las bóvedas se han empleado diferentes técnicas digitales –luces LED, morteros reactivos que se iluminan bajo luz ultravioleta y modelados en tres dimensiones para proteger las estructuras–, unas herramientas que, sumadas a un «increíble equipo humano» han hecho que el resultado final sea, en sí, un objeto de estudio. Sin perder de vista que, como demandan los cánones de la restauración, toda la intervención está localizada, controlada y se puede deshacer en caso necesario.
José María Luna, gestor
El director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Picasso y otros equipamientos museísticos y culturales, José María Luna, abordó esa frase que tanto ha definido a la Costa del Sol en su faceta exterior: Málaga, ciudad de los museos. «Al principio el nombre parecía pretencioso, pero después de siete años en este proyecto y 20 en los que Málaga está intentando consolidar su posición como ciudad con oferta cultural de primer nivel, uno se pregunta, ¿y por qué no?».
Luna enumeró, uno a uno, los pasos con los que Málaga, «poquito a poco ha ido haciendo ese camino». Desde la apertura del Museo Casa Natal de Picasso hace tres décadas hasta la llegada del Museo Picasso Málaga, el Thyssen, la Colección del Museo Ruso, el Centre Pompidou Málaga, el Museo Interactivo de la Música, el Centro de Arte Contemporáneo y el Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana, todos estos equipamientos culturales han ido juntando las palabras de ese apellido que ahora lleva, orgullosa, la ciudad. «Y si Málaga es ciudad de museos, hay que pensar de otra manera. Hay que profundizar en esa necesidad que los museos tenemos de ser útiles a la sociedad».
El gestor aseguró, parafraseando un discurso que pronunció a finales de 2019, antes del Covid, que Málaga «ha venido para quedarse», porque «los museos son lugares de referencia». «Es nuestra obligación adaptarnos de manera permanente y sostenible. En un mundo como el actual la cultura no debe ni puede tener fronteras, tampoco digitales», dijo, antes de trazar, tal vez, una de las líneas de actuación para esta nueva era que comienza: «Los turistas son bienvenidos en esta Málaga abierta; los museos trabajamos con y para ellos, pero sobre todo para el ciudadano».
Ricardo Alonso Maturana, CEO de GNOSS
El caso de la página web del Museo del Prado ha ocupado portadas de revistas científicas y ganado el premio Webby, algo así como los Oscar de los portales. Detrás de esta iniciativa está la empresa española GNOSS, una entidad especializada en inteligencia artificial, 'machine learning' y semántica. Al frente del proyecto ha estado el director Ricardo Alonso Maturana, que acudió a CM Málaga Cities & Museums para desgranar las claves del revolucionario proyecto.
«La transformación digital con frecuencia se entiende como algo que hay que hacer, obligatorio, pero nuestra idea es completamente distinta. Tenemos la intención de construir una vida digital feliz. Creemos que el mundo digital real en el que la vida se ha amplificado», indicó el CEO de Gnoss, que considera que El Prado ha pasado de ser «un museo de áreas que no se conectan a un museo integrado».
Con esta filosofía, entre 2013 y 2019, el Prado ha vivido varias transformaciones en su versión digital que «extienden la experiencia» de cara al visitante (físico y virtual), pero que también ha «modificado las operaciones del museo» a través de la conexión lingüística, conceptual, histórica y artística que han generado en más de 20.000 obras de la pinacoteca. «Hemos puesto a trabajar los datos del museo», resumió Maturana, quien enfatizó la forma en la que esta nueva concepción del museo-web ha multiplicado casi por cuatro sus visitas (once millones de teleasistentes al año).
Javier D. Banderas y Aurora Rosales, Teatro del Soho CaixaBank
Una buena forma de estudiar en profundidad la adaptación a la cultura de la nueva era es hacerlo a través de quienes se han reinventado. Por eso participaron en esta batería de casos de estudio los responsables del Teatro del Soho CaixaBank: su administrador general, Javier Domínguez Banderas (hermano de Antonio Banderas) y la directora ejecutiva, Aurora Rosales.
Juntos repasaron el nacimiento del teatro: «Antonio quería dotar a Málaga de un espacio cultural, esa idea no es nueva, siempre la ha tenido en la cabeza, el primer proyecto llegó junto al arquitecto y amigo Pepe Seguí pero no llegó a buen puerto». Banderas repasó a continuación la idea fallida de crear el teatro sobre el Astoria, y cómo al final diferentes desavenencias los llevaron a restaurar el veterano Teatro Alameda.
Para el gerente y la directora, el verdadero cambio llegó cuando el Soho Caixabank pasó de haber vendido 60.000 entradas anticipadas cara al estreno de 'A chorus line' a ver la gira de la obra prima estancada en Barcelona por el decreto del estado de alarma. «Comenzamos a pensar mientras teletrabajábamos», explicaron los responsables, que destacaron la firme y constante intención que tuvo Antonio Banderas para mantener fuera del ERTE a sus trabajadores. Y nació así Teatro del Soho Televisión (TST), productora concebida junto a la periodista María Casado y que ya ha estrenado, entre otros proyectos, 'Escenas en blanco y negro', un programa de entrevistas con artistas emitido en Prime Video.
Esa decisión, que también era una idea que siempre había rondado la cabeza de los Banderas, llegó al analizar el estado del mercado durante los días más duros de la crisis. «Vimos que las plataformas de contenidos seguían en movimiento», apuntó Banderas. «Ahora somos un teatro que tiene una tele y una tele que tiene un teatro», resumió Rosales.
Almudena Maíllo, concejala de Turismo de Madrid
El CM Málaga Cities & Museums se convirtió en uno de los primeros foros en presenciar la nueva campaña de difusión que ha preparado el Ayuntamiento de Madrid para promover la capital como destino turístico y cultural. Para hablar de este plan estratégico acudió la concejala de Turismo, Almudena Maíllo, que explicó que el Covid-19 llegó cuando la ciudad vivía unas cifras de visitantes «históricas».
En el Consistorio decidieron, cuando todo se truncó, apostar por ser una «ciudad abierta», para lo que se apoyaron en instituciones «muy fuertes» que habían adoptado «medidas necesarias para que el cliente pudiera consumir cultura de forma segura». De ahí nació el concepto «madrileñear», un impulso para que los propios vecinos recorrieran la ciudad con ojos de visitante. Ahora, explicó la concejala, el reto que asume Madrid pasa por atraer al nuevo turismo, para lo que la cultura y la gastronomía son una alianza fundamental en la estrategia.
Al final de las ponencias intervino la especialista en Humanidades Digitales de la Universidad de Málaga, Nuria Rodríguez, quien hizo un breve sumario sobre los retos planteados durante la primera jornada del foro, que continuará el martes.
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