Crítica de teatro

'La Casa de Sorora': La especulación inmobiliaria y la cosificación de la mujer, a escena

Las interpretaciones de Carmen Baquero y Ana Janer destacan por encima de un texto denso y difícil de seguir en 'La Casa de Sorora', lo nuevo de Factoría Echegaray

Carlota Hernández

Viernes, 8 de diciembre 2023, 00:08

Factoría Echegaray presenta la segunda producción de la temporada 23-24 con 'La Casa de Sorora', con dramaturgia y dirección de David Mena en el ... Teatro Echegaray. En un bloque de pisos situado en la periferia de la ciudad, una mujer soldada -interpretada por Ana Janer- escapa de los aullidos que se escuchan en el rellano de su bloque. En dicha huida escaleras adentro, una vecina, encarnada por Carmen Baquero, le ofrecerá su refugio para esconderse, una casa a medio construir en la entreplanta de una comunidad de vecinos que amenaza con derrumbarse a cada minuto. Con este punto de partida, Mena sitúa al espectador como testigo de una continua analogía entre la actual especulación inmobiliaria que sufre la capital malagueña con la especulación de la mujer cosificada. Esta relación, que si bien podría haber resultado interesante a priori y se entiende que el dramaturgo, como artista que es, tenga la necesidad y urgencia de contar algo que le atraviesa, como pueden ser ambas temáticas en este caso, no termina de convencer que sea precisamente un hombre el que plantee qué es la sororidad y cómo abordarla, entre otras cosas. Precisamente ,como artistas, hay que saber cuándo apropiarse de un discurso porque se puede aportar y cuando es mejor estar en silencio y escuchar lo que otras personas tienen que decir al respecto.

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Resulta además difícil de seguir la analogía puesto que el texto presenta bloques heterogéneos que no se terminan de hilar bien entre sí causando confusión a la hora de seguir la trama y las continuas metáforas que se dan a lo largo de ella, quedado una primera parte enfocada prácticamente a la especulación y la otra, a la opresión sufrida por las mujeres sin demasiada relación ni armonía entre ambas partes y resultando un texto denso que peca en algunas ocasiones de argumentos facilones y panfletarios. Pese a no funcionar el texto, sí conviene destacar las interpretaciones de Carmen Baquero y Ana Janer, especialmente esta última, demostrando naturalidad en escena y un gran despliegue de registros como actriz.

En cuanto a la puesta en escena, está demasiado centrada en el texto como único soporte sobre el cual construir la obra, lo que hace que esta no resulte ni muy contemporánea ni fresca. La utilización de otros soportes como proyecciones, mímica o danza, por ejemplo, de los que se hacen pequeños amagos en el montaje, se quedan demasiado cortos y ayudarían a aliviar la densidad del texto y probablemente facilitarían su comprensión.

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