'El donante feliz', una de las últimas obras de René Magritte. Salvador Salas

El Thyssen Málaga descubre la audacia del arte belga: René Magritte y otros artistas radicales

La pinacoteca se nutre de los fondos del Musée d'Ixelles de Bruselas para pintar la historia artística de Bélgica a través de sus grandes maestros de la modernidad

Lunes, 10 de octubre 2022, 16:43

La pieza estrella asoma al final del recorrido: en el último tramo de la tercera planta está 'El donante feliz', el «testamento artístico» de René ... Magritte. El artista belga encerró todo su imaginario en este óleo que pintó poco antes de su muerte. Está la icónica silueta del tipo con bombín -él mismo-, el paisaje nocturno al que volvía de forma recurrente, la mezcla del mundo onírico con el real y esa esfera cuyo sentido sigue siendo un misterio. Es el cuadro elegido como imagen de la exposición, una obra universalmente reconocible, pero antes de llegar hasta él otras 70 piezas descubren que el arte belga es mucho más que el genio del surrealismo. El Carmen Thyssen expone por primera vez en España una completa selección del arte belga moderno con los fondos del Musée d'Ixelles de Bruselas, la segunda colección pública más extensa del país, cerrado ahora por reformas.

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«Es una demostración empírica de que la historia del arte necesita ser revisitada», defiende la directora del Thyssen Málaga, Lourdes Moreno, junto a su homóloga en el Musée d'Ixelles, Claire Leblanc. El magnetismo y la relevancia del panorama artístico de París a finales del siglo XIX y principios del XX «ha ensombrecido» otras culturas igual de fértiles, dinámicas y activas como la belga. La «audacia» y los «experimentos» caracterizan, en palabras de Leblanc, una creación artística que sirve para «reivindicar la identidad» de Bélgica y «forjar el carácter» de un país joven, a punto de cumplir ahora «solo 200 años».

'El gran interior' de Jos Albert recibe al visitante en la tercera planta del museo. Salvador Salas

Los artistas absorben las influencias de los potentes países que lo circundan, del impresionismo francés y el expresionismo alemán, pero la aplican a su manera. «Al arte belga no le gustan los dogmas, las doctrinas ni las ideas forzadas como grupo». Toma lo que le interesa de alrededor con un «espíritu libre». «Un arte entre el sueño y la realidad» que protagoniza la primera exposición íntegramente internacional del museo malagueño.

'Arte belga. Del impresionismo a Magritte. Musée d'Ixelles', con el patrocinio de la Fundación Unicaja y McArthurGlen Málaga, comienza en la Sala Noble del Thyssen a modo de introducción. Sitúa al espectador en la Bélgica de finales del XIX, un país en pleno auge industrial donde conviven los progresos con las penurias del obrero y el campo. Los paisajes oscuros y nublados se mezclan con retratos realistas de campesinos ('Mujer en el campo', de Isidore Verheyden) y burgueses ('Consuelo', de Alfred Stevens). Y, de repente, se hace el color. 'El gran interior' de Jos Albert (1914) recibe al visitante en la tercera planta con un golpe de efecto, una obra «radical», casi expresionista y de composición muy libre, que impactó a los artistas de su tiempo e hizo las veces de manifiesto del modernismo.

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Empieza así el recorrido por 'El impresionismo y sus derivaciones', porque hay más de uno. Y Théo van Rysselberghe es la prueba: es capaz de pasar de los clásicos paisajes nublados ('La Iglesia de la Santa Cruz') al luminoso y colorido puntillismo de 'Té en el jardín'. Toda una revolución en su momento. «Se libera», explica Leblanc frente a esa escena íntima de la mujer de Van Rysselberghe, su cuñada y una amiga sentadas a la mesa en silencio. «Anticipa el simbolismo», añade. Van Rysselberghe visitaría España animado por Darío de Regoyos -el único español en la muestra-, un viaje del que queda su interpretación de 'El Patio de los Leones de la Alhambra'.

En este periodo nace el 'luminismo', un movimiento creado por Émile Claus donde «la luz es la norma de la expresión» ('La recogida de las nasas'). Destaca aquí la pintura 'Dunas al sol' de Anne Boch, la única mujer de toda la exposición, una pintora «por hobby» de creación desigual con una sensibilidad artística especial: fue la única persona que le compró un cuadro a Vincent van Gogh mientras vivía. A su lado, uno de los pintores más conocidos e influyentes del arte belga, el vanguardista James Ensor, que logra hacer una «síntesis de la modernidad» en su 'Cristo calmando la tempestad'.

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Obras de Magritte junto a las de Paul Delvaux. Salvador salas

De forma paralela, se extiende el recurso al academicismo y al clasicismo para para plasmar el universo interior. Es el simbolismo conectado a las vanguardias fauvista y expresionista, como refleja el 'Retrato de Maurice Spilliaert' de Léon Spilliaert, de influencias alemanas, con líneas simples pero potentes en tonos oscuros y verdosos. Con pocos elementos se busca la máxima expresión, como consigue Rik Wouters en 'Nel con sombrero rojo'. Durante y después de la guerra, los artistas anhelan la serenidad de otros tiempos y vuelven a los espacios interiores y a los paisajes ('Paisaje nevado', de Jean Brusselmans) «pero con una pincelada más libre en luces y colores» e influencias del cubismo ('De Zeearend', de Gustave de Smet).

Pero, sin duda, el arte belga explotó internacionalmente gracias al surrealismo de dos grandes maestros: René Magritte y Paul Delvaux. A diferencia de Francia, aquí no hay detrás un «compromiso revolucionario ni político», sino la pretensión de abrir una ventana a un mundo imaginario y psíquico. «Siempre con una referencia clara a lo real, pero haciéndolo poético y misterioso». 'El donante feliz', la joya de la muestra, fue un regalo del artista al Musée d'Ixelles para agradecerle la primera retrospectiva que le hicieron en su país. En Málaga se expone junto a otros tres cuadros con su firma: la inquietante casa que se asoma dentro de la ventana ('Elogio de la dialéctica'), la original bandera de nubes ('El verano') y la máscara mortuoria de Napoleón de una de sus primeras pinturas surrealistas ('El rostro del genio'). En la otra pared, el enigmático 'Paisaje antiguo (mujeres desnudas)' de Delvaux, un hombre «independiente, que vivía en su burbuja» al margen del circuito artístico. Dos creadores clave que nunca se soportaron -se reían el uno del otro- obligados ahora a dialogar en el Thyssen hasta el próximo 5 de marzo. Y la conversación resulta de lo más interesante.

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