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Están los grandes nombres del arte malagueño contemporáneo. Enrique Brinkmann, Barbadillo, Francisco Peinado, Eugenio Chicano, Pepe Bornoy, Berrocal, Gabriel Alberca, Suso de Marcos, Elena Laverón, Cristóbal Toral, Torres Mata, Chema Cobo, Paco Aguilar, Revello de Toro... Pero están de una manera «inusual». No encontrarán aquí ... su obra más representativa, al menos no en su forma original, pero sí descubrirán esa pieza que quisieron conservar en su colección, los dibujos que decoran sus estudios, los moldes de sus piezas o el cuadro que nunca acabaron. Es la «cara B» del arte malagueño, lo que casi nunca se expone: 'Lo que no está escrito', como se titula esta exposición de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en el MUPAM.
La Academia continúa celebrando su 175 aniversario con la segunda parte de una exposición de «rarezas» del arte que se inauguró en el Museo de la Aduana y que ahora avanza en el tiempo hasta el siglo XX-XXI. Comisariada de nuevo por Fernando de la Rosa y Pablo Alonso Herráiz, la muestra reúne 67 obras de 32 artistas distribuidas en tres plantas, todos ellos académicos o amigos –de una u otra forma– de la institución malagueña. No responden a ningún orden cronológico o temático, ni siquiera están agrupadas por autor: el objetivo es sorprender al visitante durante el recorrido descubriendo «aspectos que guarda en secreto la obra no expuesta, la marginal, la que está en los espacios dormidos del taller».
Como, por ejemplo, los dibujos y pinturas de Francisco Peinado que aquí se exponen a modo de mural, en una composición inédita que sumerge en su mundo, sus inquietudes y sus fantasmas. Sorprende la expresividad de la mirada de Carmen Escalona en el retrato inacabado que le hizo su marido, Francisco Hernández (más adelante, está el dibujo preparatorio), y el autorretrato que un joven José Guevara se pintó en el reverso de un bastidor.
Está el cuadro que Torres Mata dejó en el caballete, a punto de terminar, antes de morir; y un paisaje de Gabriel Alberca que conservaba en su colección particular. También se ven los dibujos y acuarelas que Francisco Estrada guardaba en carpetas, algunos arrancados de su cuaderno, con apuntes o inacabados.
En 'Lo que no está escrito ante la imagen, ante el tiempo. Siglo XX y XXI', se exponen parte de los moldes del monumental Homenaje a Picasso que esculpió Berrocal. A su lado, el prototipo. Y en una vitrina, la miniatura desmontable que diseñó con una dedicatoria secreta «A Picasso». En el otro extremo de la sala, atrapa la atención los épicos modelos escultóricos para las columnas del Puerto que propuso Jaime Pimentel, y que nunca se llevaron a cabo. Entre uno y otro, las delicadas maquetas de Suso de Marcos, formas que en su taller cobran otra dimensión pero aquí lucen como pequeñas joyas de cartón recortado y encolado.
Y una curiosidad. Dicen que Brinkmann dejó la academia cuando no se aceptó el nombramiento de Paco Aguilar: pues aquí están los dos, uno al lado del otro. Porque 'Lo que no está escrito' hay que contarlo de otra forma.
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