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Juan Cano, periodista. Nito Salas
«Quiero creer que el racista es la excepción»
Juan Cano, ganador del XXXVI Premio de Periodismo de EL CORREO

«Quiero creer que el racista es la excepción»

El redactor del diario Sur se alza con el galardón con un reportaje sobre un enfermo terminal senegalés

Iñaki Esteban

Domingo, 26 de febrero 2023, 00:55

Originario de Senegal, Ablaye enfermó gravemente mientras vivía en Malága y pidió como último deseo, antes de morir, ver a uno de sus hijos. El médico que le trataba en el Hospital Costa del Sol, Rafael Bravo, empezó a moverse para conseguirlo y el periodista del diario SUR Juan Cano dio visibilidad al caso en una serie de reportajes. El último, 'El deseo de Ablaye se cumple', ha resultado ganador del XXXVI Premio de Periodismo de EL CORREO. El jurado ha valorado su capacidad para «crear un texto emotivo sin caer en las trampas que amenazan a quienes abordan este tipo de temas». Ablaye murió 12 días después de su publicación.

– Hay un héroe discreto en el reportaje, el médico que trata a Ablaye.

– Rafael Bravo es el que tomó conciencia de la situación. Ablaye vivía en un piso compartido con unos compatriotas y otros inmigrantes subsaharianos, cada uno con su trabajo, con su rutina. Estaba padeciendo una enfermedad muy grave en completa soledad. Habían descartado el trasplante por la fase en que se encontraba la enfermedad, porque habrían tenido que trasplantar los dos pulmones y por la falta de soporte social y familiar en Málaga. Se iba a morir y no tenía nadie a su lado.

– ¿No se podía enviarle a su país para que le cuidara su familia?

– No, porque llevaba un medicamento en una petaca colgada al cuello y no se lo podían mandar    porque caducaba rápido. Cuando se le hubiera acabado, habría muerto. Ponerle fecha a su muerte habría llevado al paciente a un estrés insoportable. A mí me llega la historia a través de un compañero que ya no ejerce. Contamos el caso por primera en vez julio. Aprovechamos también para dar a conocer la hipertensión arterial pulmonar, que está considerada como una enfermedad rara. Y luego explicamos cuál era el último deseo de Ablaye, morir acompañado de su hijo. A partir de ahí, el caso entra en un laberinto burocrático al que se no veía salida. Y es otra vez el médico el que empuja para salir de él, involucrando a todo el mundo.

– ¿Qué problema había?

– Que su hijo Cheikh no podía conseguir una cita en la embajada española en Dakar para obtener un visado. Permanecía días esperando en la puerta e incluso le estafaron con una cita falsa. No podía esperar. Su padre estaba a punto de morirse. Pero llegó antes de que eso ocurriera en diciembre. Nuestro papel fue ir contando los pasos que estaban dando, las gestiones del hospital y de otras personas.

– ¿Cómo describiría la relación entre el padre, el hijo y el sobrino, que vino desde Tenerife?

– De respeto reverencial hacia el padre y el tío. Ablaye era una persona muy importante para su comunidad, que había ayudado mucho a sus vecinos. Trabajaba en un banco y prácticamente había criado a su sobrino. Ganaba menos en el banco que vendiendo bañadores en las playas de Málaga. Me enseñó fotos suyas anteriores a la enfermedad. Había sido un hombre corpulento y había perdido 40 kilos.

La explicación, en el foco

– Usted se dedica a los sucesos y a la crónica de tribunales, a la violencia y los delitos, y aquí hay una historia de lo contrario, de solidaridad.

– Quizá no sea tan simple. Yo trabajo con la realidad más cercana y eso te lleva a estar en contacto con el área más social del periodismo. Ahí surgen historias muy humanas. Me gusta volcarme en ellas fondo. Te das cuenta de que a veces pasan cosas positivas y que hacer públicos los problemas reales ayuda a resolverlos.

– ¿Qué le dice el caso de Ablaye sobre el racismo?

– Yo quiero creer que el racista es la excepción y que este caso lo demuestra claramente.

– En su último reportaje, narra la muerte de un indigente después de tres palizas consecutivas.

– Lo que me pregunto en ese artículo es por qué los autores de las palizas han sido chavales de 19 años, por qué se han liado a golpes con uno de los eslabones más débiles de la sociedad. Busco una explicación a ese suceso. Aquí es donde tenemos que poner el foco los periodistas y donde más útiles podemos ser.

– Escribió su tesis doctoral sobre el acoso escolar.

– Sí, a partir del caso de Jokin en Hondarribia, sobre el suicidio y su reflejo en los medios. No solemos dar noticias sobre los suicidios por su posible efecto contagio, aunque sí cuando están inducidos por el acoso escolar. Son la primera causa de muerte violenta. Me pregunto qué ocurriría si lo hiciéramos más visible, como se hizo con los accidentes de tráfico. Los centros de salud deberían estar preparados para detectar casos de riesgo y realizar tareas preventivas.

– ¿Influyen las redes sociales?

– Yo creo que influye todo el sistema virtual, internet, los juegos, el aislamiento que producen. A los jóvenes les parece que la muerte es algo que ocurre en las pantallas. No tienen ni experiencia ni conciencia de las consecuencias de la muerte y eso puede facilitar sus ideas suicidas.

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