Alexander Calder y Pablo Ruiz Picasso con 'Mercury Fountain' en el patio del Pabellón español de la Exposición Internacional de París. Calder Foundation, New York. Cortesía de Art Resource, NY

Calder y Picasso, el azar que se hizo Historia del Arte

La especialista María López relata este miércoles en el Museo Picasso Málaga el encuentro entre ambos artistas en el pabellón de la República de 1937

Martes, 12 de noviembre 2019, 11:30

Aquello era una impresionante reunión de artistas, pero también un arma política en medio de una guerra, así que uno de sus objetivos primordiales pasaba por poner el foco internacional en el peligro de que los fascismos tomaran el control de las minas de mercurio de Almadén. Por eso habían pensado colocar en el espacio principal de la planta baja una fuente de mercurio, como las que formaban parte de la tradición patria desde los tiempos de Al-Ándalus, pero cuando vieron llegar la pieza, se truncaron todos los planes.

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Era la misma fuente de mercurio que se había expuesto en la Exposición Internacional de Sevilla de 1929 y sus aires vernaculares chirriaban con estrépito en medio de la arquitectura racionalista ideada por José Luis Sert para el Pabellón de la República en la Exposición de París de 1937. Con este panorama, el arquitecto dio su brazo a torcer y abrió las puertas del montaje al norteamericano Alexander Calder, cuya 'Fuente de mercurio' se instaló justo frente al 'Guernica' de Picasso.

Destila la historia la especialista María López, que este miércoles (19.00 horas) ofrece en el auditorio del Museo Picasso Málaga (MPM) la conferencia titulada 'Calder, España y el Pabellón de la República de 1937' en el marco de la exposición 'Calder-Picasso' que el MPM mantiene en cartel hasta el próximo 2 de febrero.

«Las relaciones que ambos tenían les llevaban irremediablemente a encontrarse», ofrece López sobre el fugaz cruce de caminos entre Picasso y Calder en el pabellón español del 37. «Ese encuentro no está narrado, pero hay unas fotos muy interesantes donde se les ve dialogar durante el montaje del pabellón. Picasso estaba en un plano superior a Calder y me atrevería a señalar que de alguna manera está dando su aprobación al proyecto», ofrece la especialista.

La que fuera primera directora del Museo Carmen Thyssen Málaga y conservadora jefe de la Fundación Mapfre durante más de una década reivindica el pabellón español del 37 como «una de las obras colectivas más importantes de la modernidad». Y añade López: «El pabellón tiene un carácter político enorme; además, resulta muy complicado hablar de la autonomía del arte en un ambiente tan politizado, sobre todo teniendo en cuenta que los propios artistas que participaron lo sintieron así. Pese a esto, no podemos olvidar que en ese pabellón estaban conviviendo diferentes tendencias artísticas y, sobre todo, estaba conviviendo lo más moderno de nuestro arte».

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Una reunión en la que Calder quiso participar y en la que al final fue invitado. «Calder estaba en la órbita de José Luis Sert, el arquitecto del pabellón. Las cartas de Sert ponen de manifiesto que cuando se estaba gestando el pabellón, todos estaban esperando que el gobierno de la República tomara la iniciativa, pero fueron los intelectuales radicados en París los que estaban empujando, con Sert a la cabeza, para convertir el pabellón en la representación de los valores de la República», ofrece la profesora de la Universidad Francisco de Vitoria y comisaria de exposiciones.

Los mismos círculos

«Calder estaba muy cerca de ese núcleo, incluso antes de que estallara la guerra había mostrado varias obras a Sert para que las incluyera en sus casas. Calder fue a visitar con Miró las obras del pabellón y comentó a Sert que quería participar, porque era el emblema antifascista más importante que estaba consolidando en París y estaba claro que el pabellón español iba a acaparar todo el protagonismo. Sert se negó, porque defendía que tenían que ser los artistas españoles quienes defendieran todo eso», aporta López sobre el momento y el lugar en el que Calder y Picasso al fin cruzaron sus caminos tras numerosos quiebros del destino.

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«Se conocieron en 1931 en una gran exposición de Calder en Galería Percier. A lo largo de la década de los 30 apenas tuvieron contactos esporádicos; sin embargo, de forma paralela, Calder empieza a venir a España, se hace muy amigo de Miró y sus respectivos círculos personales y artísticos se van acercando», relata López sobre un encuentro que necesitó cierta ayuda del azar para entrar en la Historia del Arte.

«El Thyssen ha encontrado su sitio en la ciudad»

María López presentó su dimisión como directora artística del Museo Carmen Thyssen Málaga 18 días después de la inauguración de la pinacoteca. Han pasado más de ocho años y medio y aquella herida parece ya cicatrizada. «Tengo la impresión de que el Thyssen ha encontrado muy buen acomodo en la ciudad. Está haciendo una programación coherente», brinda la especialista, que añade: «Tampoco tengo muchos más datos. Es una impresión desde la distancia, pero también con cercanía, porque cada vez que voy a Málaga, visito el museo. Mantengo muy buena relación con todo el equipo del museo, con Lourdes (Moreno, actual directora artística) especialmente y creo sinceramente que lo están haciendo muy bien, que ha encontrado su lugar. Y culturalmente, en la ciudad, creo que está funcionando todo en su conjunto realmente bien».

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