El artista, en el centro de una instalación con 28 de sus cuadros. Marilú Báez

El CAC despide la 'era Fernando Francés' con el mundo grotesco de Matías Sánchez

El artista andaluz, autor de un lenguaje propio entre lo onírico y lo absurdo, protagoniza la última gran exposición del centro de arte antes de que el Ayuntamiento asuma su gestión el 18 de septiembre

Viernes, 7 de junio 2024, 17:03

El mundo que construye Matías Sánchez abruma. Las decenas de rostros grotescos que se asoman en sus pinturas, con nariz larga, sonrisa picarona y límites ... difusos, resultan inquietantes. «Aunque a mí me parecen tiernos, pueden dar un poco de miedo… o pena», reflexiona el artista delante de una de sus obras de metro y medio de largo que cubre una pared del CAC Málaga. 'La Pasión' se titula. Y será la última que ocupe esa U central de la sala por una temporada. El CAC cierra con esta muestra una etapa, una era marcada por la gestión de Fernando Francés, primero como director y después como comisario de casi todos sus proyectos, incluido este. La actual concesión finaliza el 18 de septiembre, fecha en la que el centro pasará a estar por primera vez en sus 21 años de historia bajo el control directo del Área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga.

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Por eso la de este viernes no era una inauguración más, esta tenía un punto «emotivo», como reconocía la directora Helena Juncosa, vinculada a este espacio desde sus inicios. Y, sin embargo, volvió a quedar patente la soledad del CAC en esta recta final: ningún representante del Ayuntamiento acudió a la rueda de prensa (como viene sucediendo desde hace meses); ni siquiera asistió el propio comisario, Fernando Francés. Unas ausencias que evidencian la ruptura entre ambas partes, y la agonía de un centro que durante años ha sido referencia del arte contemporáneo. Sí estuvo en cambio Fer Francés, hijo de Fernando, impulsor de la galería VETA con la que trabaja Matías Sánchez.

Marilú Báez

Para esta última gran exposición -aún queda por presentar la semana que viene otra más pequeña en la sala B-, el centro de arte contemporáneo apuesta por un artista de proximidad, un nombre que ya pasó por aquí hace ahora quince años. Matías Sánchez, criado en Isla Cristina y residente en Sevilla, regresa a lo grande con su propuesta más ambiciosa, 'La gloria es otra cosa': 65 cuadros de gran formato que recorren su creación desde el año 2000 hasta la actualidad. «Es un gusto verlo. Hay piezas que no pensaba que en algún momento podrían coincidir en el mismo espacio», asegura.

Autodidacta, formado en el estudio de su padre -también pintor-, Matías Sánchez bebe de los grandes maestros, de Goya a Picasso, de Rembrandt a Basquiat. «Me influyen todos los pintores, todos los buenos», apostilla. A muchos de ellos les hace guiños con retratos estrambóticos, o con recreaciones de su cuadros, como 'La nave de los locos' de El Bosco. Impacta la puesta en escena, con una inmensa composición creada en el centro de la sala con 28 cuadros del suelo al techo.

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Hay elementos que se repiten: sombreros, risas que dejan los dientes al descubierto, calaveras, huesos, conejos, diablillos… Personajes y piezas inconexas, sin ningún sentido aparente y sobre un fondo abstracto, que sin embargo componen cuadros con movimiento y equilibrio que cuentan una historia, la que cada uno se imagine. Es, como lo definió Juncosa, «la belleza de lo feo».

La máxima de Matías Sánchez es disfrutar pintando «y también titulando». Dice que no crea una «coartada» para justificar el cuadro, que los temas no le importan de partida. Trabaja por intuición y con mucha velocidad. Sánchez se limita a construir un mundo paralelo, entre lo onírico y lo absurdo, con absoluta libertad para después rotular con la palabra que le motive el resultado. «Es algo anecdótico, hay veces que no tiene nada que ver con el cuadro sino con mi cotidianidad, con mi autobiografía». A él lo que verdaderamente le interesa es «la pintura como código».

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Marilú Báez

Dentro de la coherencia de su trayectoria, se aprecia una evolución. Sus primeras obras revelan más influencia del cómic y del grafiti, con formas más «cañeras» y rígidas, muy perfiladas. Con los años las líneas se difuminan, gana en color y en abstracción dentro de la figuración. Pero tampoco Matías Sánchez tiene «especial interés» en esa cuestión: «Las evoluciones de los artistas creo que se examinan mucho mejor a posteriori, en el futuro, póstumamente».

El título 'La gloria es otra cosa' es una reacción a su primera exposición en este lugar, 'Elegidos para la gloria'. Juega con la idea del esfuerzo que hacen los artistas por buscar el éxito y el reconocimiento, «cuando la gloria de un artista verdaderamente es pintar y poder vivir de su pintura, aunque sea humildemente». Él lo ha conseguido.

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El nuevo CAC

La exposición estará abierta al público hasta el 1 de septiembre. A partir de ese momento empezará el desmontaje y el vaciado del espacio (salvo la colección permanente) para entregar las llaves al Ayuntamiento el 18 de septiembre. El CAC permanecerá desde entonces cerrado para acometer una serie de intervenciones «con el objetivo de acondicionar el espacio y solucionar deficiencias en su infraestructura como consecuencia del paso del tiempo», señalan fuentes municipales, que evitan concretar la duración de esos trabajos.

El CAC pone fin así a 21 años bajo la gestión de la concesionaria Gestión Cultural y Comunicación, 16 de ellos con la dirección de Fernando Francés, que vendió en 2019 su participación tras su nombramiento como Secretario General de Cultura de la Junta de Andalucía (cargo en el que se mantuvo apenas seis meses). En sus mejores tiempos han pasado por sus salas artistas internacionales, impensables en Málaga en otro momento, como Gerhard Richter, Marina Abramovich, Maurizio Cattelan, Mark Ryden, Tracey Emin y Ai Weiwei, entre muchos otros. Pero más allá de lo artístico, la gestión de estos años no ha estado exenta de polémicas, con constantes denuncias de falta de transparencia e irregularidades por parte de la oposición.

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El nuevo CAC pasará ahora a depender del Área de Cultura y Patrimonio Histórico, contará con producciones propias y encargos de comisariados (para proyectos internacionales, en su mayoría) «como en cualquier institución cultural», indican fuentes municipales.

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