Borja Sémper y Edu Madina, dos supervivientes de ETA en el Aula de Cultura de SUR

Ambos crecieron en la dictadura del terror impuesta por ETA en el País Vasco. Nunca agacharon la cabeza, una valentía que les salió cara. Madina sufrió un atentado en 2002, cuando una bomba lapa colocada en los bajos de su coche por un comando de la banda terrorista le causó graves lesiones y la amputación de la pierna izquierda a la altura de la rodilla. Se dirigía, sin escolta, desde su domicilio a su puesto de trabajo en Sestao. Tuvo que abandonar el equipo de voleibol en el que jugaba profesionalmente, el UPV Bizkaia, pero se mantuvo en primera línea de fuego político.

Sémper se libró de un tiro porque ese día, el día que ETA había planeado su asesinato en la facultad donde estudiaba Derecho, no fue a clase. Por protección tuvo que dormir durante diez días en la delegación del Gobierno en Vitoria. Enseguida llegaron las pintadas con su nombre atravesado por una diana. Luego, las amenazas, los escoltas, vivir con el miedo y la sospecha perpetua en el cuerpo. Ahora ambos, fuera de la política, con el eco de ETA cada día más lejos, comparten sus historias en 'Todos los futuros perdidos' (Plaza & Janés), el libro que recoge tres días de conversaciones en un caserío junto a Mondragón. Es un recuerdo, un homenaje a las vidas arrebatadas por la violencia, pero también una reivindicación del compromiso democrático que empujó a la banda a bajar las armas.

Madina y Sémper, Sémper y Madina estarán el 16 de diciembre en el Aula de Cultura de SUR, que presentará el libro en Málaga. Será en el Centro Cultural La Malagueta, donde conversarán sobre sus experiencias y firmarán ejemplares. El encuentro será retransmitido en directo en la web de SUR, pero quienes deseen asistir de forma presencial pueden solicitar una invitación a forossur@diariosur.es.

«En las horas posteriores al atentado», comparte Madina en el libro, «entro en un plano de lucidez que no había visitado nunca. De hecho, he querido regresar ahí en otros momentos posteriores y no he sido capaz. En el hospital veo las cosas con una amplitud que no he vuelto a alcanzar en ningún otro momento de mi vida. Lo identifico, lo racionalizo y lo enfrío muy pronto. Lo hago consagrándome a una idea: mis días van a ser míos. Solo será de ETA el 19 de febrero de 2002. Encapsulo en esa idea el atentado y por ahí encuentro un camino. Y lo veo con luz. Es curioso, jamás he estado tan mal y, a la vez, jamás he tenido tanta capacidad para mirar de frente unas circunstancias tan difíciles».

Sémper, por su parte, explica: «Yo siempre he intentado expulsar a la gente que quiero de mis problemas con ETA. Pienso que si les cuento a mis padres que han querido matarme, les provoco más carga y más sufrimiento. Esa decisión es muy firme, la llevo hasta sus últimas consecuencias. Me equivoqué. Respondo con agresividad, los expulso de este tema con cierta dureza. No creo que, en este caso, estuviera a la altura de la relación con mis padres. Entonces no soy consciente del dolor que ellos soportan y que solo he comprendido una vez que yo he sido padre: lo que supone el miedo ante el riesgo de padecimiento de un hijo».

Antes de esta cita, el Aula de Cultura de SUR organizará encuentros con los escritores Belén Gopegui (29 de noviembre) y José Antonio Garriga Vela (2 de diciembre) y la mítica fotógrafa Cristina García Rodero (15 de diciembre).