El bello chao

Debe recordarse que a los de la banda del mono rojo y el 'Bella Ciao' también les pasó lo que ahora ocurre con otras series españolas: que no tuvieron demasiado éxito en la tele tradicional en su paso inicial por Antena 3. Pero luego esta cuadrilla fue amoldada de perilla a la política de atracones de episodios de Netflix, que encontró un filón en la trama de atracos cuya resolución definitiva se ha desvelado ahora con los últimos cinco capítulos de la quinta tanda. No hay quinto malo, aunque el que pone punto finalísimo algunos lo ven como demasiado dulcificado, puede que acomodaticio.

A mí me parece acorde al tono de la serie creada por Álex Pina. Sin ánimo de destripar lo que piensen degustar junto a los turrones, la serie se despide haciendo de tripas corazón, pero con los sabores de la casa: acción a borbotones, pasión de personajes bien labrados y esos recuerdos como 'flash backs' que bañan de romanticismo a unos protagonistas malhechores pero molones. Hay de nuevo algún golpe de humor que se agradece, y desde luego ese algo de sabor a España con algunas morcillas de guion o con uno que se cuela de refilón nada menos que llamado Pamplona, ahí queda eso para los fanes asimismo globales de los sanfermines. En el recuerdo siempre vivo de 'La casa de papel' nos quedará la voz en off de Tokio, la garra del Profesor y su pasión con Lisboa. Y, sobre todo, esa hornada redonda de jóvenes actores y actrices que son seguidos y perseguidos en redes sociales por todo el orbe. Entre ellos el malagueño Miguel Herrán, cuyo rostro sobrecoge otra vez en los últimos planos de la serie.