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Desde tiempos inmemoriales, el baile ha sido una forma de ahuyentar los malos espíritus que nos acechan. Quien baila espanta el mal, esto es así ... desde los inicios de la música: desde el primer ritmo de la historia, acaso marcado por la gota de una estalagmita, como cuenta Félix de Azúa en 'El arte del futuro. Ensayos sobre música', hasta las fiestas de techno, raves y verbenas populares, que han endulzado la existencia a lo largo de los siglos. A veces, para paliar los estragos de la enfermedad o lo maligno; otras, para celebrar el empuje de lo imposible.
El Museo Picasso Málaga inauguró esta semana una procesión: una danza interminable de figuras que parecen huir del mal, de las guerras, de los virus, camino hacia la utopía de un mundo mejor. 'More Sweetly Play the Dance' ('Tocad más dulcemente la danza') es el título de esta impresionante instalación formada por ocho pantallas y 40 metros de imágenes y música. La obra, que ha sido expuesta en algunos de los espacios de arte más significativos, es una de las piezas más representativas del artista William Kentridge (Johannesburgo, 1955), una figura clave en el arte contemporáneo mundial.
Concebida en 2015, la obra apela a cualquier éxodo, huida o ritual de supervivencia de los migrantes. Propone, además, dirigir la mirada hacia África, cuna de la humanidad, según los antropólogos, de una manera particularmente necesaria en la actualidad, cuando las personas migrantes son las más castigadas del planeta. La instalación provoca una inmersión total, gracias al desfile de figuras danzarinas que marchan en un bucle incesante, diluyendo las barreras entre el observador y el participante.
Kentridge recupera la tradición de la danza macabra, una alegoría medieval que representa la universalidad de la muerte, conectando así el pasado con las preocupaciones contemporáneas. La elección de una paleta monocromática y el empleo del claroscuro enfatizan el dramatismo de la obra, creando un ambiente donde lo onírico se entremezcla con lo realista. Esta técnica, que resalta las sombras y luces, aporta una dimensión teatral a una instalación que se ha convertido en una referencia absoluta de la actualidad.
La expectación en torno a la llegada de 'More Sweetly Play the Dance' quedó patente en la multitudinaria jornada inaugural del pasado miércoles. Esta apertura podría considerarse la puesta de largo del nuevo director artístico del museo, Miguel López-Remiro, que asumió el cargo a principios de este año. Experto en arte y gran conocedor de la pintura americana, su aportación al programa expositivo del Museo Picasso genera grandes expectativas. Ahora, este museo parece destinado a consolidarse como el máximo exponente del arte contemporáneo en la ciudad, especialmente tras el cierre del CAC Málaga. El antiguo mercado de mayoristas permanecerá cerrado durante varios años, dejando un vacío en una ciudad que ha pretendido abarcar la creación artística en toda su extensión, desde la época fenicia hasta la actualidad. Si en otros tiempos la rivalidad entre las exposiciones del CAC y del MPM, así como entre sus antiguos directores, ha terminado enriqueciendo a la oferta cultural de Málaga, ahora el Picasso camina solo. Con esta nueva etapa, que se intuye emocionante, el mejor espacio expositivo con el que contamos acoge una obra que invita a reflexionar sobre la fragilidad humana, la esperanza y la resistencia.
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