Avatares milenarios

Tras doce años en emisión, y por más camaleónico que sea un formato, la labor es ardua. ¿Cómo llenar esas largas charletas vespertinas y sus debates inanes airados sin hablar de política (por prescripción médica) ni de los 'realities' mustios de la casa? Tras tirón del filón primaveral de Rocío Carrasco vino el duelo por Mila Ximénez, un jalón en su historia. Con el estío, entre el descanso de Jorge Javier (el único que hace malabares con el absurdo del espacio), la escasez de temas y un clima mortecino entre su rara mezcla de colaboradores sin vacacionar, aquello fue decayendo y hasta acabaron fichando a Carmen Borrego, a ver si.

Me pregunta un amigo sobre esta zozobra televisiva, incluida la victoria en septiembre de Antena 3, que hasta Mediaset reconoce con ironía. Me habla de política, de sentencias, de productoras. Según él, lo mismo estamos ante una nueva era donde lo baladí ya no importe tanto. Criatura, no estoy yo muy seguro. La semana pasada el programa y el canal han visto el cielo abierto y el magma ha vuelto a su cauce; o sea, el clan Pantoja y sus avatares milenarios han retornado con ahínco. La tarde del duelo de la madre de Isabel entrevistaron al presidente de las funerarias españolas y nos contaron hasta quién pagaba el Ocaso. El viernes, de remate, hubo atardecer con boda playera, entre canaria y trianera. Y así la audiencia ha crecido, claro, cual amapola entre los trigales verdes.