![El auditorio, más cerca de aspirar que de los Grammy](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2023/02/24/rosalia-reuters-ks0G-U19073609668930F-1200x840@Diario%20Sur.jpg)
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De todos los comentarios que se han vertido sobre los Grammy en su historia, el más divertido se pronunció en el programa Caiga Quien Caiga, allá por 1999, cuando Pablo Carbonell fue a cubrir el concierto de Bob Dylan en Santiago de Compostela. El telonero ... era Andrés Calamaro y, en esa época, el argentino acababa de sacar 'Honestidad brutal', uno de los mejores discos en castellano de todo el siglo XX, y según él mismo reconoce aquella fue una época en la que los excesos no tenían límites y jamás encontraban fin. Calamaro estaba con la elegancia que a veces aporta el desfase, y en estas que Carbonell le preguntó por la posibilidad de que Diego Armando Maradona y él grabaran un disco, un experimento que, al parecer, se estuvo barajando. De hecho, en 'Honestidad brutal' Maradona ya interviene en su canción homenaje que es una canción muy divertida, muy bien hecha, no se sabe si como para hacer un disco entero. Calamaro asintió: los proyectos, ya se sabe, y Carbonell, en una de las preguntas más incisivas de su vida, le preguntó: «¿Qué piensa él de la posibilidad de aspirar al Grammy contigo?». Y Andrés, después de unos segundos de silencio, sentenció: «Yo creo que estamos más cerca de aspirar que del Grammy, por el momento».
Este detalle, tan placentero como insignificante, me saltó a la cabeza después de que esta semana el presidente de la Junta de Andalucía anunciara que la ceremonia de entrega de los Grammy Latinos de este año se hará en nuestra comunidad, y todo apunta a que será en Sevilla. La incógnita alimenta esta liga absurda que se ciñe sobre las ciudades y que va más allá de la vieja rivalidad andalusí. Málaga compite en la categoría de luces navideñas con Vigo, en Picasso con París. Hay mucha testosterona implicada en la lucha de capitales, y la andaluza lleva una buena racha de grandes eventos y quiere posicionarse así, ha acogido desde los premios de la MTV hasta un desfile de Christian Dior. Por nuestra parte, la tendencia malagueña a apuntarse a cualquier fiesta que se presente ya está más que asimilada. Somos así. Es divertido vivir en una ciudad donde todos los días pasa algo, o queremos que pase, por más agotador que resulte algunas veces.
El asunto de unos Grammy Latinos a la andaluza también ha removido el fantasma del Auditorio, pese a que el proyecto que tenemos, que costaría unos 100 millones de euros y que llegó a tener a dos personas trabajando a sueldo completo «para su impulso», ni siquiera sería capaz de aglutinar tres o cuatro mil personas, como se exige en estos eventos paracaidistas en los que, si alguien gana, son las aerolíneas. La Junta pondrá unos 18 millones de euros, se espera un retorno de inversión supuestamente colosal y la llegada de 15.000 almas entre organizadores, nominados, invitados, público y Shakira.
Siempre pienso que el principal argumento para promover un auditorio en Málaga es la constatación de que no tenemos uno, y que hay que llenar ese vacío. Pero tampoco tenemos Cercanías de costa a costa, ni un carril bici en condiciones, ni pasta para soterrar los secarrales. Hay una obsesión por la infraestructura cuando cuesta mucho llenar las butacas que ya tenemos, y eso viene pasando desde un tiempo que es distinto al de hoy, cuando Málaga era más de opereta que de ópera, si es que no lo sigue siendo todavía, para fortuna de todos, por otra parte.
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