Todos tienen más de un reconocimiento en su currículum, llevan años -décadas- entregados a un trabajo que les ha hecho destacar en su campo. Pero este premio, dicen, tiene algo singular: viene de la sociedad civil de Málaga, de las gentes de su tierra. Y ... eso le da otro valor. El pintor Evaristo Guerra, la cantante Pasión Vega, el cooperante Luis Pernía, el cineasta Pepe Moreno y la Universidad de Málaga recibieron el pasado sábado las Medallas del Ateneo con una sensación compartida de satisfacción y gratitud. La veterana institución cultural que preside Victoria Abón les distingue por hacer Málaga, ya sea llevando su nombre por el mundo o contribuyendo a mejorar la vida en sus calles. La gala, celebrada en la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina, se retransmitirá en Canal Málaga el 3 de julio (19.30 horas).
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«Llevo tu nombre en la boca y en el pecho tus olores: / Málaga de mis amores, de tu mano me perdí.../ Para mí ya no hay colores, se marchitaron mis flores, / no sé estar lejos de ti» ('Llevo tu nombre en la boca'). Emocionada, con la voz entrecortada, Pasión Vega recitó y entonó la canción que Javier Ruibal escribió para ella en agradecimiento a una Medalla que le da «impulso y alegría». «Llevo dos días flotando, fue una noche muy emocionante», reconoce la cantante, que compara la sensación con la resaca emocional que le deja un «gran éxito en un teatro».
Pasión Vega
Artista habitual de los templos de la música, acostumbrada a galas multitudinarias y a premios de proyección internacional, una pequeña ceremonia con la familia ateneísta le tocó el corazón. «No es un premio cualquiera. El Ateneo es una institución de Málaga, mi tierra, un lugar donde se cuida la cultura y todo lo que tiene que ver con mejorar la sociedad. Eso le da un valor añadido. No son críticos de música, representan a todas las capas de la sociedad a las que le interesa la cultura, eso lo hace muy preciado para mí», declara. Reconocimientos así son un estímulo para seguir, pero con una idea clara: «Sabes que al día siguiente te tienes que volver a levantar con mente creativa y ponerte en funcionamiento para hacer las cosas cada vez mejor y mantener la ilusión».
De ilusión entiende también Evaristo Guerra. Los colores de Málaga están en la obra de «aquel hijo de panadero que giró su destino hacia las artes plásticas y dirigió sus pinceles hacia la naturaleza y a su amada Axarquía», como destacó Miguel Tello, presidente ejecutivo del Ateneo. En ese rincón de la provincia, Evaristo Guerra sigue pintando sus paisajes soñados, pero «más tranquilo», con la calma que solo conquista el paso del tiempo. «Siempre tengo que tener por delante un lienzo o un trozo de papel en blanco, pero ya sin presiones para terminarlo», admite.
Evaristo Guerra
Se confiesa honrado de que una institución como el Ateneo piense él: «Para mí eso ya es un gran premio». Y se siente muy querido en su tierra, una Málaga que ha llevado por bandera («Siempre he presumido de ser malagueño») y a la que decidió volver tras su etapa madrileña. Pero a punto de cumplir los 80 años, el pintor reconoce que aún le queda algo por cumplir: «Yo quiero ver en vida el Museo de Evaristo Guerra». Hay planes para que lo asuma el Ayuntamiento de Vélez-Málaga, pero los trámites son largos y tediosos. «Y uno ya está en primera línea de playa», dice con sentido del humor este pintor «enamorado de la Axarquía». Y añade: también de María Adela, «el almendro en flor más bonito» de su vida, su compañera y su inspiración. «Ella es parte de mis cuadros», le reconoce.
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Para Pepe Moreno, la Medalla del Ateneo le llena a nivel profesional, pero sobre todo le colma en lo «afectivo». «Tengo que reconocer que me ha llegado con profundidad. Este premio tiene la virtud de que es el primero y único de mi Málaga de mi alma. Y para mí el Ateneo, al igual que nuestra ciudad, es el punto de referencia de toda mi vida profesional», declara. Gestor cultural y docente vinculado a la cinematografía, socio fundador de la Asociación de Festivales Audiovisuales de Andalucía y creador de la Semana Internacional de Cine Científico de Ronda, esta distinción renueva sus «ganas» de afrontar nuevos desafíos tras cuatro años combatiendo problemas de salud.
Pepe Moreno
Vive por y para el séptimo arte desde que rebobinara la primera película en la cabina del antiguo cine Alkázar, donde su tío era proyeccionista. Por sus manos han pasado «unas 5.000 o 6.000 películas». Tiene una visión muy nítida de la creación audiovisual nacional, pero también de la andaluza y la malagueña, y ese conocimiento lo trasladará a principios de 2023 a Argentina, a una muestra por cinco universidades del país latinoamericano que tiene por objeto divulgar «lo mucho que se hace aquí». Y lo hará precisamente de la mano de una institución que el sábado se subió junto a él al escenario de la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina: la Universidad de Málaga.
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Cincuenta años cumple este 2022 la mayor fuente de conocimiento de Málaga. El rector José Ángel Narváez recogió el reconocimiento a la UMA con la «satisfacción» de que la institución crece «con buena salud» y recoge los frutos de los vínculos sembrados décadas atrás. «La UMA se ha caracterizado por imbricarse con la sociedad. Que desde fuera te digan 'vais bien, lo estáis haciendo bien', es muy reconfortante. Un reconocimiento como este es una palmada en la espalda para que sigamos adelante», señala Narváez.
José Ángel Narváez
Fue también la oportunidad de hacer visible a los invisibles, de convertir en alguien a los 'nadies'. «Agradezco el reconocimiento no por lo que signifique de halago, sino porque vivimos en una casa común, que se llama tierra, y la tenemos que cuidar», señala Luis Pernía. El Ateneo aplaudió la intensa labor en favor de los más desfavorecidos que el cooperante ha desarrollado en Málaga desde que puso un pie en esta ciudad en 1974. Primero como activista en lucha contra el paro y por los derechos del mundo obrero y después, al frente de la Asociación Andaluza por la Solidaridad y la Paz (ASPA), como defensor de la dignidad humana en los «mundos heridos» de América Latina, el Sáhara y el África subsahariana. También de su propio barrio, el Molinillo-Segalerva, con muchas personas mayores solas en situación de dependencia y familias en paro.
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Luis Pernía
«Aprendo más de la gente vulnerable que lo que yo les doy. Me siento feliz. En este mundo tan convulso, tan líquido, la solidaridad es una flecha disparada en la noche que da en el blanco», reflexiona. Pero hoy Luis Pernía habla con preocupación y con «dolor» tras el drama que se vivió la madrugada del viernes en la valla de Melilla. «Nos asusta la reunión de la OTAN. Nos da rubor que entiendan la inmigración como una alerta de seguridad que se debe combatir en el plano militar. Queremos que la ciudad de Málaga sea posada y fonda de las personas migrantes», argumenta Pernía, mientras prepara un acto de protesta para denunciar «esta falta de responsabilidad con la vida humana».
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