Arturo Díez Boscovich: «Una vez que entras en esto de Antonio Banderas le sigues descalzo a Lourdes»

–Pocos directores tienen a su disposición una orquesta a estrenar.

–La verdad es que sí, es muy bonito. Desde el principio Antonio me comentó que quería tener una orquesta residente para el teatro, pero de cara a los Goya se planteó ya en serio. Al final no dio tiempo a reunirla para entonces, pero empezó ahí. Antonio es una persona muy entusiasta y enseguida se puso a ello. Estamos muy contentos, la orquesta suena muy bien.

–Es un privilegio y una responsabilidad. ¿Le ha podido la presión en algún momento?

–No. Esas cosas intento no pensarlas mucho porque, a veces, si eres plenamente consciente te puedes venir abajo. Además, aquí hay un ambiente bastante bueno de trabajo. Antonio es un tío exigente que busca la excelencia siempre, pero confía mucho en la gente que está a su alrededor. Es cómodo trabajar aquí.

–Y usted no parece hombre de perder los nervios.

–No, la verdad. He tenido oportunidades para perderlos y no lo he hecho (ríe).

–Con la batuta, ¿es de los que marcan distancias o de los que se hacen amigos de sus músicos?

–Querer ser amigos tampoco creo que sea bueno. Si se da de manera natural, estupendo. Antes esto lo pensaba más, ahora me comporto de una manera más espontánea, no lo pienso. Lo que surja bienvenido está. No trato de buscar conscientemente ninguna distancia. Estamos trabajando, pero hay músicos aquí que son amigos míos de hace muchísimos años y la amistad sigue ahí cuando salimos del trabajo.

–¿Ha renunciado a otros proyectos por esta orquesta?

–Por estar en el Soho sí, claro, a muchas cosas. Sobre todo el ir como director invitado a orquestas, que hacía antes mucho, ahora evidentemente se ha reducido. Pero estoy feliz, súper contento de estar dedicado a esto en el teatro. No he tenido nunca la sensación de estar perdiéndome algo por estar aquí. Lo decía en los conciertos medio en broma, medio en serio: esto es una secta, una vez que ya entras en esto de Antonio Banderas... le sigues descalzo a Lourdes (ríe).

–¿Ese poder tiene?

–Totalmente. Solo hay que ver el efecto que causa en los demás. Me pide formar una orquesta mañana en el campo y allí voy. Lo sigo ciegamente. Yo y todos los que estamos aquí, ¿eh? Hay que saber seguirlo también. Es una persona muy pasional y muy de impulsos a la que se le ocurren las cosas...

–Y las hace, cosa que no siempre sucede.

–Totalmente. No es de los que fantasean y ahí se queda todo. No. Las imagina y hasta que no las cumple, no para.

 

–¿Qué futuro tiene esta orquesta? ¿Hay opciones de que haga giras fuera de Málaga?

–Vamos a intentar que tenga la mayor estabilidad posible. De hecho, cuando tengamos el musical 'Company', los lunes de descanso, uno sí y otro no, seguiremos haciendo conciertos con la orquesta sinfónica. La idea es que tenga una temporada estable de conciertos. Estamos buscando financiación, una ayuda económica que estaría muy bien.

–¿Puede compaginar la orquesta con la composición o la tiene ahora aparcada?

–Sí puedo, de hecho estoy componiendo. Dedico una parte del día a componer y la otra a todo lo que tiene que ver con el teatro. También estamos ultimando todo lo que tiene que ver con el disco de 'A Chorus Line' que va a salir ya mismo para el estreno en Madrid. Estamos con la postproducción.

–La música de cine, ¿tiene ya la consideración que merece?

–Creo que más que antes. Fíjate que a Ennio Morricone y John Williams le dieron el año pasado el Princesa de Asturias. Yo creo que eso significó algo importante dentro del mundo de la cultura y permitió que la música de cine alcanzara un prestigio que nunca ha tenido. Cada vez está más aceptado como parte artística.

–¿Tendrá vacaciones?

–No creo que pueda, pero no pasa nada. No necesito estar un tiempo de vacaciones concreto. Mi trabajo es cómodo, me puedo organizar, estoy muy bien.