El arte de rebuscar en la basura
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Los desechos o restos interesan hasta al universo del lujo y son motivo de muestras a lo largo del mundoAbraham de Amézaga
Sábado, 24 de agosto 2024, 18:05
Cada vez que publicábamos un reportaje sobre las basuras de los famosos, las ventas de la revista se disparaban». Quien esto afirmaba en el transcurso de un almuerzo en el restaurante tres estrellas Michelin de un hotel de lujo parisino era uno de los protagonistas ... de aquella serie de la revista 'Paris Match', que daba comienzo a finales de la década de los 80. Pascal Rostain, el autor de la frase, formaba junto a Bruno Mouron el binomio de fotógrafos que se hizo con los restos de lo que consumían Serge Gainsbourg, Madonna, Mick Jagger, Kate Moss o Elizabeth Taylor, entre la abultada lista de vips, para retratarlos, como si de piezas de m useo se tratara.
Aparte de la explosión de ventas de los ejemplares de la revista gala, se celebraron a lo largo y ancho del mundo muestras de esas fotografías, se publicó un libro ricamente ilustrado, con el acertado título de 'Autopsie' (Autopsia), y Mouron y Rostain pasaron a lograr fama internacional. Además, algunas de sus instantáneas serían subastadas en París, hace tres años.
Hurgar en la basura de los demás, y sobre todo en la de quienes son célebres, despierta la curiosidad del común de los mortales. Una puerta de entrada a su vida... por la bolsa negra de sus desechos. Y todo eso décadas atrás, cuando el reciclaje no era moneda corriente, con lo que en un mismo saco había desde restos de plátanos, a revistas, cartón de un recipiente, plásticos de botellas, colillas y un larguísimo etcétera. Era más fácil por tanto, visto el contenido, hacerse una idea precisa del modo de vida y gustos del famoso en cuestión.
La basura, la de los contenedores y los vertederos de esta bulímica sociedad de consumo y la obsolescencia programada, repugna a casi todos. Y decimos a casi todos, porque hay cada vez más empresas interesadas en el reciclaje, aparte de creativos, que se valen de los desechos para imaginar nuevos objetos; así como quienes saben crear con ellos fuentes de energía. Desde grandes conglomerados, caso de Paprec, que gestiona residuos en su totalidad, contribuyendo a la sostenibilidad; hasta asociaciones medioambientales, como RéaVie.
Centrada en la reutilización de materiales de construcción, contribuyendo a una economía circular, sensibilizan al gran público sobre el problema de los desechos, con talleres, que en más de un caso aportan ideas a los más jóvenes para dar una nueva vida a objetos, a la hora de crear obras. Y es que no es nuevo que los artistas se valgan de desechos, algo que el público no percibe mal, sino todo lo contrario.
Ahí están cotizados y famosos, como el brasileño Vik Muniz o elbelga Wim Delvoye, colectivos como el cubano Guerra de la Paz, y hasta los obsesionados en reunir el mayor número de botellas de plásticos, caso de Veronika Richterova, que juntó tres mil piezas llegadas de más de setenta países, para su obra 'Un homenaje a las botellas de plástico'.
2.000 millones
de desechos se producen cada año en el mundo. Reciclarlos todos se antoja una misión imposible.
En un mundo en el que la preocupación por el medio ambiente es cada vez más un asunto que a todos concierne, los desechos interesan hasta a los nombres del lujo. El primero de ellos fue la casa Hermès, quien en 2010 lanzó Petit h (Pequeña h), nacida por el decidido empeño de una mujer, Pascale Mussard, miembro de una de las familias que conforman esta maison creada en 1837. Destruir los restos de exóticas pieles como el cocodrilo o el avestruz; con los que habían confeccionado los costosísimos bolsos Birkin y Kelly; finas sedas sobrantes que no habían sido utilizadas para sus foulards, o la porcelana de Limoges de sus vajillas, entre otros exquisitos materiales, le resultaba un despropósito. Así que Mussard creó esta exitosa línea, con objetos útiles y únicos, realizados por maestros artesanos, y vendidos en algunas de sus boutiques del mundo, así como en su página web.
La española Loewe, por su parte, cuenta con una línea de bolsos, dentro de su Proyecto Excedente, confeccionados con cintas de cuero sobrante, y que atraen no solo a las amantes del medio ambiente, sino a quienes desean un objeto realizado en contadas unidades, a pesar de sobrepasar los 2.000 euros cada uno de esos ejemplares. La empresa es propiedad del Grupo LVMH (Louis Vuitton-Moët Hennessy), líder en el lujo a nivel internacional, y que ha creado una plataforma para vender objetos históricos restaurados de sus marcas (Heristoria), así como otra para sus excedentes de tejidos (Nona Source).
Fuera del lujo, en ese campo de tejidos y materiales, podemos llegar a ver los provenientes de la piña, la uva, de restos de naranjas o de pita, por solo citar cuatro. Además, aunque son contados, hasta existen objetos que no generan desechos, «porque están concebidos por creativos para durar, porque pueden ser reparados sin fin o porque se han producido con materias primas naturales, que una vez abandonadas no contaminan», explica Dorothée Vatinel, en el Museo de las Ciencias y la Industria de la capital gala. Comisariade la muestra 'Précieux déchets' (Preciados desechos), que tiene lugar ahora allí, hasta el 1 de septiembre, tras cosechar éxito en Londres y Hong Kong, bajo un formato similar.
En ella, por medio de tres amplias secciones, se presenta el problema, para luego ver su potencial, como recursos, y encontrar soluciones o nuevas utilidades. «Hasta los paneles y soportes de cada uno de los apartados provienen del reciclaje. Una vez concluida la muestra, volverán a ser reutilizados», señala Vatinel, quien se congratula de que entre los miles de visitantes que están acogiendo, un gran número de ellos sean grupos de adolescentes motivados, que se espera se conviertan en adultos concienciados.
Cada año se producen más de 2.000 millones de desechos en el mundo. Una cifra escalofriante. Reciclarlos todos se antoja misión imposible. De momento, por medio de la pedagogía, como la de la mencionada muestra, y las iniciativas empresariales y asociativas, el porcentaje de lo reciclado crece, junto a esa parte de la población que intenta reducir el consumo. Aunque, como alguien indicó de modo evidente, los desechos más fáciles de eliminar son aquellos que no hemos producido.
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