Borrar
'Chico con chistera', de Walt Kuhn, da imagen a la exposición.

Ver fotos

'Chico con chistera', de Walt Kuhn, da imagen a la exposición. Ñito Salas

El arte de enmascarar la identidad

Una galería de rostros inquietantes, ocultos, disfrazados y transfigurados recorren las salas del Carmen Thyssen en la exposición 'Máscaras', con obras de Picasso, Modigliani, Gargallo, Goya, Gauguin, Gutiérrez Solana y Julio González, entre otros

Martes, 28 de julio 2020, 17:14

A un lado y al otro del cuadro se establecen hoy unas similitudes inimaginables hace cinco meses, cuando todo estaba ya listo en el Carmen Thyssen para la presentación de la nueva exposición temporal. Detrás había dos años de estudio sobre la identidad moderna en la pintura, su ocultación y transformación; pero la pandemia frenó en seco el proyecto que tenía que haberse inaugurado el 24 de marzo. Y ahora, cuando ya por fin ve la luz, quienes contemplan las obras de Goya, Ensor, Gutiérrez Solana, Maruja Mallo, Picasso, Modigliani o Julio González llevan su cara tapada como los protagonistas de las pinturas. Paradojas del coronavirus. 'Máscaras. Metamorfosis de la identidad moderna', en el Carmen Thyssen Málaga hasta el 10 de enero, profundiza en la representación del rostro y la figura humana a través de 103 piezas que viajan del romanticismo a las vanguardias.

El padre de la modernidad, Francisco de Goya, abre esta muestra, patrocinada por la Fundación Unicaja. «Es el primero que abandona el Siglo de las Luces y entra en la modernidad con la utilización de la máscara como metáfora de la ocultación del individuo», explica Lourdes Moreno, directora artística del museo y comisaria de esta propuesta junto con Luis Puelles, profesor titular de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad de Málaga. Con ellos inauguraron la exposición temporal el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; la concejala de Cultura, Noelia Losada; y el director general de la Fundación Unicaja, Sergio Corral.

Grabados de Goya como 'Qué locura!' dan paso a una galería de rostros inquietantes y disfrazados que conforman la primera sección de esta colección, titulada 'Disparates de carnaval'. Aquí la máscara es aún heredera de su concepción clásica, de la comedia del arte, y es usada como objeto que oculta la verdad del individuo. A esta idea responde ‘Teatro de máscaras’ de James Ensor, con un marco que fue diseñado ex profeso para simular un escenario.

Poco a poco, el ambiente se vuelve más misterioso y oscuro con las figuras grotescas de José Gutiérrez Solana ('Carnaval en un pueblo', 'Murga gaditana') y la extraña atmósfera que rodea al cuadro de Eugenio Lucas Velázquez 'Sermón de las máscaras'. En todos ellos hay algo de Goya, de esa fascinación por lo monstruoso, pero quien le hace el guiño más directo es Nicolás de Lekuona, uno de los artistas que reivindica esta exposición. Murió en la guerra civil española con apenas 24 años, pero dejó tras de sí una interesante producción, con obras como 'Ellos, los detritus', donde coloca en primer término las máscaras que Goya dejó arrumbadas en uno de sus grabados. El trabajo de Lekuona es, para el comisario, una de las «grandes rarezas» que arroja esta producción propia del Thyssen Málaga.

Dos 'Estudio para máscara y playa' de Maruja Mallo inician el camino hacia la segunda parte de la muestra, llamada 'Máscaras sobrenaturales'. Estamos en la zona central de la sala, con una puesta en escena impactante donde la escultura y la pintura entablan un fascinante diálogo. Aquí los artistas se fijan en la cultura de otros pueblos no occidentales y trasladan esa expresividad a sus creaciones. Las figuras dejan de tener un rostro 'real' para tener una máscara como cara sin nadie detrás. Es lo que hace Amedeo Modigliani en 'Cabeza de frente'. «Las máscaras sobrenaturales influyen en el concepto formal del arte y van a provocar una revolución estética», apunta Moreno.

Destacan el 'Estudio para Trois Femmes' de Pablo Picasso, prestado por el Museo Picasso de París; el impresionante tapiz de Fernand Léger, 'La máscara negra'; y la escultura 'Cabeza de muchacha' de Paul Gauguin. Entre medias, máscaras mexicanas, mapuches y de otras culturas no europeas marcan el paralelismo con las vanguardias. Es la parte más amplia de la exposición, donde también resalta la bella imagen en cobre de 'Joven con flequillo' de Pablo Gargallo y la serie de rostros y máscaras de Julio González. Sobrecoge su 'Montserrat gritando'. 'La copa' de Antoni Clavé, con una oscuridad que llama la atención, preside el recorrido desde el fondo de la sala.

'Rostros transfigurados' cierra este viaje por la identidad dejando la puerta abierta para una investigación más exhaustiva. Representa «la constatación de la ambigüedad por parte de los creadores», con personajes no claramente definitorios «porque el mundo ha cambiado y no es fácil definirlo». En este último capítulo, las máscaras y los rostros se funden sin que se llegue a saber dónde acaba uno y empieza el otro. Como ejemplo, el 'Chico con chistera' de Walt Khun que desafía al espectador con su mirada directa y que sirve de potente imagen de la exposición. También fija sus ojos en el visitante el críptico rostro de 'Mujer con vestido rojo' de María Blanchard. En otros casos, en cambio, los ojos parecen vacíos, como en las máscaras clásicas, y ahí están el 'Monumento a la resistencia. Composición cubista' de Ismael González de la Serna, 'Antoñita' de Rafael Barradas o el autorretrato de Lekuona.

Es, como la definió Puelles, una exposición «rara, llena de requiebros y de hallazgos». Una muestra «honesta, que no vende lo que no tiene» y «desprejuiciada, con grandes nombres, pero sobre todo con grandes obras». Como explicó, 'Máscaras' se sustenta en dos «subversiones modernas»: la rebelión del individuo, con la máscara como medio para escapar de la identidad social; y la rebelión de las imágenes, con una «imagen fascinante» que no se deja contemplar a la manera de la forma bella.

La muestra, que cuenta con 46 prestadores, tuvo que ser «rearmada» durante el confinamiento y el estado de alarma para poder mantenerla en agenda pese al retraso de cuatro meses en su presentación. De todo aquello ha quedado un testigo: la fecha antigua, del 24 de marzo al 13 de septiembre, que permanece grabada en el catálogo.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur El arte de enmascarar la identidad