![Antonio Soler, Alfonso Guerra y Paul Preston: entre la novela y la historia solo cabe «la honestidad»](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2025/02/08/053_2P6A3239-RO8Nghp6a8TUTnXlRlm7ImI-1200x840@Diario%20Sur.jpg)
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Un novelista, un historiador y un político. Antonio Soler, Paul Preston y Alfonso Guerra. Se trataba de indagar en los vínculos entre la novela y la historia, entre la ficción con parte de realidad y la realidad sin ficción, como vías para conocer al ser ... humano. Y encontraron el nexo: «Lo único que hay que hacer es lo que hacemos, ser lo más honestos y amenos posibles para que llegue al lector», dijo el hispanista, conectado vía videoconferencia. Y aquí, sobre el escenario del Auditorio Christine Ruiz-Picasso, del Museo Picasso Málaga, Soler y Guerra respaldaron la afirmación.
Escribidores, el festival literario organizado por la Cátedra Vargas Llosa con el apoyo de la Consejería de Cultura de la Junta, despidió este sábado su cuarta edición con una entrega de premios en la Sala Fundación Unicaja María Cristina y con debates como este que abarrotaron –ni un asiento libre– el auditorio del Picasso.
«Hay cosas que un novelista como Antonio puede hacer y que un historiador como yo no, porque trabajamos bajo reglas férreas. Tenemos que probar lo que decimos», analizó Preston en la cita moderada por el también historiador y profesor Fernando Arcas. El hispanista rehúye de la supuesta objetividad que se le presupone a un historiador, porque para él es imposible ser imparcial «entre el asesino y el asesinado, entre el violador y la violada». Por eso, determinó que «mucho más importante que la objetividad es la honestidad». Y eso es aplicable a todos los géneros.
Para Soler, la novela y la historia son dos «caminos complementarios» en el conocimiento del ser humano. El autor malagueño ha recurrido con frecuencia al pasado en sus libros, con 'El día del lobo', sobre la huida por la carretera de Almería, como ejemplo más reciente. Y tanto en este como en otros casos, su desafío es «intentar reproducir qué había en la cabeza de aquellos que sufren la historia, de la gente 'menor', y no de los hacedores de la historia».
Uno de esos 'hacedores' es precisamente Alfonso Guerra. Confesó que escribió sus memorias –después de «sufrir muchas presiones» para que lo hiciera– pensando en los historiadores, para que «puedan tomar memorias honestas y no honestas y sacar de ahí sus propias conclusiones». Aunque no todo está escrito: «Hay cosas que uno cree que el daño que puede hacer es superior al beneficio del conocimiento, pero está uno loco por contarlas», dijo, provocando las risas cómplices del auditorio.
Soler se reconoció «muy mal lector de novelas históricas». «Prefiero leer historia o ficción», dijo. Para Guerra, en el género hay «mucha morralla, pero también algunas novelas de alta categoría», como 'El gatopardo', 'El puente de Alcántara' o 'A la sombra del granado'. Preston admitió que le «saca de quicio» cuando las novelas tienen como protagonistas a personajes que él ha estudiado y sabe bien que jamás dirían lo que el escritor les hace decir. Algo que, aclaró, nunca le ha pasado con 'Sacramento', 'Apóstoles y asesinos' y 'El día del lobo' de Soler.
El hispanista, no obstante, tiró de su sentido del humor y de esa honestidad que reivindicó al afirmar: «Es una estupidez intentar hacer lo que estamos haciendo aquí, no se puede generalizar (...) Hay novelas históricas fantásticas y algunas me hacen vomitar».
Era una cita literaria, pero con Guerra en el escenario eran inevitables las referencias políticas. Siempre contenidas, sin ninguna salida de tono. Al hablar de su libro 'La democracia herida' indicó que «ahora está un poco más que herida». Preguntado sobre el cuestionamiento que un sector hace de la Transición, declaró que hay «personajes que no dicen nada más que tonterías». «Y no estoy pensando en ninguna vicepresidenta, que os veo venir», apostilló entre risas. Y defendió que «no tiene sentido» estar celebrando «como la llegada de la democracia, la muerte del dictador», unos actos conmemorativos impulsados por el Gobierno de Pedro Sánchez. «Me parece un desbarre quien apela al régimen del 78», añadió por su parte Soler respecto a las críticas a la Transición.
El festival concluyó en la Sala Fundación Unicaja María Cristina con la entrega del Premio Escribidores a la Trayectoria Literaria al «fotógrafo de los escritores» Daniel Mordzinski y el Premio Escribidores a la Difusión Cultural a la mítica Agencia Carmen Balcells. Una charla entre el escritor Javier Cercas y el politólogo y filósofo de origen argelino Sami Naïr puso el cierre a la cuarta edición.
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