La SGAE parecía que había encontrado el rumbo con la soprano Pilar Jurado en la presidencia tras aprobar en enero pasado sus nuevos estatutos. Pero desde su propia Junta Directiva se montó una moción de censura comandada por el guionista y dramaturgo andaluz Antonio Onetti, ... que es el nuevo responsable de la controvertida Sociedad General de Autores de España desde la semana pasada. Argumenta que la entidad se dirigía al desastre, reconoce que el presidente tiene un poder excesivo y asegura que llega para cinco meses porque su intención es hacer una separación de poderes y convocar elecciones para octubre. Aunque antes espera estar en septiembre en los Premios Max que se celebrarán en Málaga.
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–¿Que pasa en la SGAE?
–Habría que ver lo que pasa en muchas empresas si tuvieran la lupa puesta como nosotros. Estábamos en una situación crítica y había un equipo dirigiendo el barco, pero la mayoría de la Junta Directiva comprendió que no íbamos a llegar a buen puerto en lo que a superar los conflictos con el Ministerio de Cultura y la Cisac (Confederación Internacional de Sociedades de Autores). Íbamos a salirnos de la carretera definitivamente y hemos pegado un volantazo.
–En enero pasado hablé con la entonces presidenta, Pilar Jurado, y decía lo mismo que usted ahora. ¿Qué diferencia hay?
–Este discurso de «ahora sí» y «esta vez seguro» está muy gastado. Lo primero es que yo no lo voy a solucionar, sino toda la SGAE. O nos salvamos todos o nos hundimos todos. Hay que reconocer los errores cometidos, así que no me voy a dedicar a hacer promesas a diestro y siniestro, sino que espero que los hechos puedan confirmarlo. Estamos dispuestos a solucionar los problemas con el ministerio y en los últimos tiempos no se iba en la dirección adecuada.
–¿A qué se refiere?
–A ver, tú no puedes decir que quieres llegar a un acuerdo con el ministerio y contravenir un requerimiento que te impide cambiar un organigrama sin su autorización expresa. No me gustaría hablar de presidencias anteriores. Unos se habrán equivocado más y otros menos, pero somos humanos y hay que comprender los errores. Seguro que yo voy a cometer muchos. La ventaja es que voy a asumir una presidencia que dejará de ser ejecutiva y esa es la clave de muchas de las cosas que están pasando. Nos están reclamando que la gestión del día a día esté profesionalizada y en manos de los técnicos y de la dirección general de la casa y no de una presidencia electa con condición ejecutiva. Eso se ha cambiado en los estatutos que fueron aprobados en enero por el 85% de los socios, aunque todavía falta la aprobación del ministerio.
–¿Tienen algún problema los estatutos?
–A lo mejor hay algún fleco que pulir y estamos dispuestos a hacerlo para que en cuanto se aprueben podamos convocar las elecciones que es la otra gran petición.
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delicada situación económica
–¿El presidente de la SGAE ha tenido demasiado poder?
–En 2012 se fusionó el poder del consejo de dirección de Tedy Bautista con el poder representativo del presidente de la Junta Directiva. Y resulta que ese presidente tiene todo el poder y es un órgano de dirección en sí mi mismo. Eso no es lo que predica la normativa europea y la ley de propiedad intelectual. Y ese es uno de los cambios de los nuevos estatutos, que espero se aprueben en cuestión de semanas, pero yo lo he asumido desde el minuto uno.
–¿Tanto poder ha sido perjudicial para la entidad?
–Si me encargaran dirigir una empresa de 300 millones de euros, la hundiría porque yo sé escribir guiones y dirigir teatro. Cada uno tiene que dedicarse a lo que sabe y la Junta Directiva está para marcar los criterios porque somos los dueños de la casa y estar vigilantes de que el equipo de gestión lo cumple de manera eficaz y eficiente, pero sin injerencias.
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–¿Eso permitirá volver a la Cisac?
–Ahora mismo formamos parte de la Cisac, pero estamos sancionados. Lo problemático sería que se se nos expulsara, porque no podríamos operar en el extranjero.
–Usted ha repetido que no están en bancarrota, pero suena a cuando ratifican a un entrenador de fútbol que está desahuciado.
–Ahora mismo, la cultura está siendo uno de los sectores más perjudicados y no somos una excepción. La diferencia es que tenemos un patrimonio, una liquidez y unos fondos que no tienen otras. Y la SGAE tiene mecanismos internos que impiden la quiebra. Negar que estamos en dificultades cuando tenemos los teatros, cines, discotecas y bares cerrados, los conciertos, los festivales y las giras canceladas, sería absurdo. Nadie niega que haya dificultades pero resistiremos y saldremos adelante.
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–La moción de censura se fraguó en las últimas semanas. ¿Sin pandemia y sin recorte de ingresos se habría presentado?
–Sí, porque no tenía nada que ver.
–¿Con qué entonces?
–Con el rumbo que llevaba la casa. Las señales que nos llegaban de Cisac y del Ministerio de Cultura es que podíamos ser expulsados en mayo y perder la licencia en junio. Ese es el motivo por el que la mayoría de la Junta decidió dar un golpe de timón.
ABANDONO DE SOCIOS
–Almodóvar o Bayona se fueron hace meses. ¿La SGAE puede desaparecer o dividirse en trozos?
–Ahora mismo no. Hay que entender que los que se han ido ha sido por un hartazgo y es legítimo vista la situación. Si cumplimos todo lo que estamos diciendo, ellos sopesarán si les merece la pena volver. Nosotros les recibiremos con los brazos abiertos, pero no vamos a molestar a nadie persiguiéndole. Bastante doloroso ha debido de ser para ellos irse, porque cuando te vas de tu club, de tu casa o tu familia dando un portazo lo haces cabreado y jodido.
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–¿Qué es lo urgente?
–Que el ministerio nos apruebe los estatutos y podamos convocar las elecciones para octubre.
–Si es tan importante, ¿ha tenido ya contacto con el ministerio?
–Aún no, porque me nombraron la semana pasada. Pero ya les he escrito y puesto a su disposición.
–¿Se presentará al cargo?
–A ver que tal va esto. Si llegamos a buen puerto, me lo plantearé.
–Los presidentes duran un suspiro, ¿por qué se postuló ahora?
–Porque llegaba con fecha de caducidad. Convocar las elecciones no lo he decidido tras ser presidente, sino que era la base de mi propuesta. Vamos partido a partido, como dice el Cholo.
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–Pero para no bajar a segunda más que para ganar un título.
–Ja, ja, yo creo que para no tener que cambiar de deporte.
–Usted transmite normalidad, pero la SGAE lleva muchos años siendo una casa de los líos.
–Somos muy espectaculares y no es lo mismo que se vaya de un banco un accionista, a que se vaya de la SGAE un cineasta conocido en el mundo entero. Pero te garantizo que no tengo interés en que sigamos siendo una telenovela diaria. Nosotros tenemos mucha culpa porque hemos aireado nuestras vergüenzas. La SGAE es una entidad multirepertorio y eso hace que haya intereses distintos y, a veces, encontrados. Tenemos derechos tan diferentes como los de los dramaturgos, los guionistas, los editores, los músicos, los coreógrafos... somos una pandilla muy distinta que no tiene más remedio que competir por la misma tarta, lo que provoca tensiones que en otras entidades no se producen. Si encontramos los equilibrios necesarios para disfrutar de la casa, habrá merecido la pena intentarlo.
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–¿Lo veremos en los Premios MAX que se entregan en Málaga?
–Si finalmente se celebra antes de octubre –por el momento se ha aplazado la gala a septiembre–, es decir, antes de las elecciones, allí estaré. Después no lo sé.
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