A sus 90 años, Conan sigue forjando su leyenda

Barry Windsor-Smith fue su primer dibujante, pero John Buscema logró dotar de su característica mirada al bárbaro de cabellos negros y ojos azules, consiguiendo que saliera de las viñetas con sus expresiones. Le siguieron muchos otros a lo largo de las dos series principales hasta la entrada del milenio, momento en el que llegaron a su fin.

Tiempo después, la editorial Dark Horse se hizo con los derechos y comenzó a publicar de nuevo los relatos clásicos, solo que ahora contaban con un estilo más moderno. Una de las series principales, 'Conan, la leyenda', llega ahora por segunda vez a nuestro país en formato integral bajo el título 'Las crónicas de Conan'.

Básicamente, estamos ante el material que publicó hace años Planeta Cómic, solo que ahora llega a las estanterías bajo el sello de Panini. Eso sí, pese a ser prácticamente el mismo tomo, hay una salvedad, un relato que la primera editorial decidió desestimar ya que Conan no era el protagonista principal, y que ahora sí se recoge para deleite de los fans.

Tras la presentación clásica, donde observamos al príncipe que pide saber más sobre el misterioso cimmerio, nos topamos con un Conan joven, que comienza su andadura. Un mercenario que inicia las hazañas de esta serie vagando por las tierras del norte hasta toparse tras una batalla con la hija del gigante helado. Un relato que ya había sido adaptado, pero que en esta ocasión adquiere una dimensión más continuista dentro de la historia.

La calidad general es abrumadora. Con un excelente Kurt Busiek a cargo del guion y un baile de dibujantes que se divide entre las ilustraciones más tradicionales y salvajes de Cary Nord y el estilo realista de Greg Ruth. Los relatos aquí recogidos distan mucho de las historietas de los 70 y se llenan de frescura y salvajismo para adaptar de forma muy eficaz los textos originales.

Un volumen integral perfecto para iniciarse en el mundo de Conan y conocer su evolución, con la salvedad de gozar de una narración actual y ligera. Una forma magnífica de descubrir por qué Conan, casi un siglo después, sigue siendo uno de los pesos pesados del cómic.