Laura Ortega

Andrés Lima, director teatral: «Los adultos hemos llegado al espacio. ¿Cómo es posible que no comprendamos a un adolescente?»

El Premio Nacional de Teatro y ganador de cinco Max dirige en el Soho CaixaBank un duro retrato de la violencia en la adolescencia

Jueves, 2 de noviembre 2023, 00:07

Reconoce que no tuvo una adolescencia complicada, pero sí sintió esa angustia existencial de quien se está buscando a sí mismo; esa mezcla de miedo, ... vergüenza y soledad. Andrés Lima lo ha recordado ahora tras hablar durante horas con expertos y jóvenes –entre ellos, su propia hija– para intentar entender qué sucede con una generación que copa titulares de prensa y abre informativos, generalmente para mal. El resultado es 'Asesinato y adolescencia', un 'thriller' teatral con texto de Alberto San Juan que retrata con dureza la fatal relación de una parte de la adolescencia con la violencia. Una obra con jóvenes y para los jóvenes que llega al Teatro del Soho CaixaBank el 10 y 11 de noviembre.

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–Este proyecto nace de un encargo suyo a Alberto San Juan. Es decir, de una preocupación suya.

–Sí. Hay dos puntos. Como siempre, la necesidad de hablar sobre el mundo que te rodea y, en este caso, sobre la adolescencia. Hay muchas adolescencias y algunas son maravillosas, pero a mí me preocupaba la violencia hacia la adolescencia, desde la adolescencia y para la adolescencia. Y, al mismo tiempo, Alberto y yo habíamos hablado muchas veces de la película 'M, el vampiro de Düsseldorf', que inspiraba una manera de contar esta historia a través de un asesino de adolescentes muy interesante. Se trata de poner el foco no solamente en el posible asesino, que de alguna manera está parado enfermamente en la adolescencia, sino también en la posible víctima, que es una adolescente. Digo posible porque de eso también va la función, de la facilidad que tiene el ser humano para prejuzgar y condenar.

–Pero cuando se presenta a un monstruo, a un asesino, es difícil empatizar con él.

–A un presunto monstruo. Es lo que la gente y la prensa enseguida se dedica a hacer, ponerle un título: tú eres un monstruo, luego no hay matices. Presentamos a un presunto monstruo y a una presunta víctima. Y después hay que ver si los dos son así, o no.

–Cada poco aparece un vídeo en el que unos jóvenes agreden a otro mientras unos graban y otros miran. También esa falta de sensibilidad es difícil de entender.

–Es cierto, y precisamente por eso hacemos la función. En los talleres que hemos hecho de investigación, los expertos nos comentaban que la violencia en la adolescencia es muy jugosa para la prensa y es muy utilizable políticamente para intentar generar un dispositivo de seguridad a su alrededor, con la que están tan obsesionada los populismos. Nos dicen que las estadísticas de la violencia ejercida por la adolescencia no es tan grave ni muchísimo menos que la violencia de los adultos. No en vano estamos ya en varias partes del mundo en una guerra atroz generada por adultos y, sin embargo, la mayoría de las víctimas son niños y adolescentes. Todos hemos sido adolescentes y lo que hay que hacer es ponerse en su lugar, escucharlos y ver qué sucede.

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Responsables

«Gran parte del problema es la falta de empatía que tenemos los adultos con ellos»

–Sabemos lo difícil que es esa etapa. Pero, ¿los chicos de hoy lo tienen más difícil en esta sociedad de consumo agresivo, redes sociales y móvil a mano?

–En este mundo en el que vivimos, donde lo que más importa es el interés y el dinero, los humanos estamos cada vez más desplazados. Y si los adolescentes tenían problemas antes, ahora los tienen mayores. Yo creo que sí. La violencia adolescente en cifras no es tan grande como se le publicita. Sin embargo, la violencia hacia uno mismo entre los adolescentes, la violencia de género y hacia el colectivo LGTBI es peligrosamente cada vez mayor. Todo eso nos indica lo mismo: falta educación, una educación que no hemos sabido darles tampoco.

–Siempre se critica lo mal que está la juventud. Quizás deberíamos poner el foco en otro lado.

–Sí, claro. Gran parte del problema de los adolescentes es la falta de empatía que tenemos los adultos con ellos, el no sabernos poner en su lugar. Es la misma falta de empatía que se tiene con los bombardeos sobre los civiles en Palestina o en Ucrania. La forma de resolver con violencia es algo que no dice nada del ejemplo que estamos dando los adultos.

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–La violencia se responde con violencia. Ese es el mensaje.

–Sí, exacto.

–Pero el problema del adulto con el joven es una cuestión generacional. Eso ha sido siempre así: su padre tampoco entendería lo que usted hacía.

–Es un poco absurdo pensar eso. Si un padre no lo entiende es porque nunca se ha parado a entenderlo. Los adultos hemos llegado hasta el espacio para poder habitarlo. ¿Cómo es posible que no comprendamos a un adolescente?

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–¿Cómo fue su adolescencia?

–No fue especialmente grave. Lo que sí que me ha hecho recordar este proceso es el momento ese de enfrentamiento, de miedo, de vergüenza y de soledad por el que pasas. Hay cierta angustia existencial. Cierta o mucha, según el caso. La función también habla del amor o la falta de amor. Y creo que es básico para entenderla. La soledad y la angustia se dan muchas veces por la falta de ese amor, venga de donde venga. Y eso es algo que se reconoce muy bien, esa necesidad que tienes en la adolescencia cuando estás despertando como ser humano, incluso sexualmente. Son dos soledades peligrosas encontrándose, para bien o para mal.

–Es una obra de teatro para todos los públicos, pero está dirigida especialmente a los adolescentes con su lenguaje, su música, su estética y sus problemas.

–Es para todos los públicos y, de hecho, los padres adolescentes también se ven muy afectados. Es inquietante para todos, pero quien mejor la va a entender son los propios adolescentes. Es dura, es un 'thriller' y tiene momentos de terror, un género que siempre me ha gustado porque despierta mucho los sentidos.

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Su adolescencia

«Este proceso me ha hecho recordar ese momento de miedo, vergüenza y soledad por el que pasas»

–¿Cree que el teatro está desconectado de esa generación?

–Cada vez se hace más y eso me alegra. Pero siempre es insuficiente. El teatro juvenil y adolescente sigue estando muy desatendido.

–¿La fórmula para atraerlos es esta?, ¿hablar su idioma?

–Es que no creo que sean diferentes idiomas, tenemos muchos prejuicios. Si te paras con ellos, te das cuenta de que estás hablando con un adulto, que habla igual que tú. Tú puedes tener más información sobre algunas cosas, pero no hay una barrera.

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–¿Le ha ayudado esta obra en la relación con su hija?

–Espero que sí. Yo ya tenía una buena relación con ella. Pero hablar de las cosas que nos preocupan, tanto a ella como a mí, ayuda en una relación siempre.

–Con un Premio Nacional de Teatro y cinco Max, ¿es más fácil levantar un proyecto?

–He tenido suerte en el teatro y en la vida. Ya me conocen, llevo 40 años haciendo teatro. Y sí, ahora tengo más medios a mi disposición para poder poner un espectáculo en pie. Pero el teatro siempre está renaciendo y siempre está en crisis.

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–También imagino que la responsabilidad es mayor.

–Prefiero no pensar en eso. No quiero ser irresponsable, pero sí ajeno a esa preocupación.

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