La bailaora Ana Almagro, que este viernes actúa en el MVA. FéLIX VÁZQUEZ

Ana Almagro: poesía, electrónica y pintura junto al flamenco

A sus 24 años y con su propia compañía, la bailaora malagueña vuelve a casa este fin de semana con su primera producción 'Un baile en el puerto': «Me gusta cómo se convive con otras disciplinas»

CRISTINA PINTO

Jueves, 2 de febrero 2023, 13:25

No se le olvida cómo su bisabuela desde el sofá movía las manos para que ella la imitase, tampoco esas tardes en su casa cuando ... se ponía la música y bailaba improvisando. Y es que Ana Almagro lleva en la sangre esa raza flamenca que no se hace, sino que nace. Esta malagueña ya no es esa pequeña de seis añitos que aprendía -sin casi darse cuenta- de su bisabuela Paca Aguilar, bailaora como lo es ella. Ahora, a sus 24 años, Ana Almagro ha hecho un recorrido en su carrera profesional que le ha llevado a crear su propia compañía, con la que ahora vuelve a su Málaga para retomar 'Un baile en el puerto', que fue su primera producción en 2021 estrenada en la Bienal de Flamenco y que este viernes 3 de febrero podrá disfrutarse en el Centro Cultural María Victoria Atencia a partir de las 20.30 horas con entrada libre hasta completar aforo.

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Un espectáculo que surge por la inspiración que le llegó con los poemas de Salvador Rueda: «Está muy ligado al flamenco y tiene letras adaptadas. Habla de cosas sencillas, de la naturaleza, del cielo... Por eso el espectáculo se inspira en la sencillez, en mostrar las cosas tal y como son; es algo para mí, una toma de contacto total en la que no salgo del escenario en ningún momento. Siento que le doy naturalidad a la escena y eso me inspira», confiesa Ana Almagro en una conversación con SUR. Pero cuando está sobre las tablas siente libertad: «Es una sensación de empoderamiento y plenitud, de sentirme yo misma, al natural. Como desde pequeña lo he vivido, aunque sigo teniéndole respeto, no me siento expuesta, sino que es un campo que conozco bien. Es mi manera de sentirme libre y eso, para mí, no tiene precio. Eso es lo que me provoca a querer constantemente hacer cosas nuevas».

Esos nuevos proyectos beben de otras disciplinas. Si bien para 'Un baile en el puerto' la poesía era una de las musas de Ana Almagro, la malagueña ahora busca en la pintura o en la electrónica para sus próximos espectáculos: «Me gusta cómo convive el flamenco con otras disciplinas y quiero aprovechar ahora que tengo mi propia compañía para crecer, investigar e incluso equivocarme. Ahora me estoy fijando en artistas de la pintura o en otro tipo de música como la electrónica, aunque con la base flamenca. Me gustaría verme en el proceso de crear con ese tipo de música, he visto algunos resultados y me convencen, así que voy a intentarlo», asegura la bailaora.

Tenía 18 años cuando se fue de Málaga para seguir estudiando y aprendiendo danza. Comenzó su andadura en el flamenco a los siete en el Ateneo de Música y Danza de Málaga. Luego recaló en el Conservatorio Superior de Danza Pepa Flores y llegó a Sevilla con la mayoría de edad para aprender más en el Centro Andaluz de Danza. A partir de ahí ha trabajado con la compañía Eval, con Rubén Olmo en 'Las tentaciones de Poe', con José Antonio Ruiz en 'Paisajes, Picasso' y ha hecho colaboraciones con la compañía de María Pagés con 'Yo, Carmen' y 'Una oda al tiempo'. Hasta 2021 trabajó en el Ballet Flamenco de Andalucía bajo la dirección de Úrsula López y ahora forma parte del elenco del Ballet Nacional de España.

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Justo antes de entrar a trabajar allí, en Madrid, es cuando esta malagueña atiende a SUR al teléfono y valora lo que está viviendo: «Esto es una experiencia muy diferente, se hacen piezas que son emblemáticas en la historia de la danza. Estoy muy contenta, esta es una carrera en la que no vale conseguirlo todo a la primera, sino que hay que ir apostando y trabajando mucho desde el principio; por ahora lo que me propongo, lo consigo», admite. Y reconoce que es un trabajo con mucho sacrificio y fuerza de voluntad: «Estoy dedicada a esto 100%, de lunes a viernes tengo mi contrato con el Ballet Nacional y las tardes las utilizo para dedicarlas a mi compañía, además de los fines de semana para ensayar y seguir trabajando. Además de en lo físico, mentalmente también tengo que estar muy concentrada porque tengo el objetivo claro de lo que quiero y hacer muchas cosas de este trabajo que al final no se ven como los papeleos, llamadas, propuestas...».

En todos estos años ha conocido y se ha rodeado de grandes profesionales, de los que asegura que ha aprendido grandes cosas: «Tengo muchos referentes y personas a las que admiro, los compañeros que me han rodeado han sido una parte muy importante de mi carrera. A Andrés Marín siempre lo tengo muy presente por su filosofía de vida y su manera de entender el flamenco; o Rocío Molina, malagueña también, que es una persona que me encanta», confiesa Ana Almagro.

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Esa pequeña que aprendía a mover las manos con su bisabuela, que pudo disfrutar de ella «hasta los 20 o 21 años». «Pudo verme trabajar, ha podido seguir mi trayectoria desde que tenía siete años y ha disfrutado de verme crecer como artista y como persona», recuerda la bailaora malagueña, que sigue creciendo con sus objetivos claros: sentirse libre y experimentar con otras disciplinas junto al flamenco.

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