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Alessandra García, en una plaza de La Palmilla. Francis Silva Vídeo: Pedro J. Quero
Performance en Málaga

Alessandra, la mujer-altavoz de las músicas del mundo

De la Palmilla a la Trinidad. La creadora hace llorar de la emoción y reír de incredulidad a las gentes de los barrios con su performance 'Pecho. Amperio. Estribillo', una celebración de la diversidad cultural de Málaga

Jueves, 16 de septiembre 2021, 15:33

Era un elemento extraño, totalmente fuera de lugar. Una mujer vestida con una tela reflectante recorriendo a paso acelerado las calles del barrio con un altavoz colocado sobre su pecho. «Adiós vecinos», saludaba a quien la miraba. Pero esa persona aparentemente ajena hizo llorar de emoción a un marroquí de la Palmilla, le puso los pelos de punta a un colombiano de Miraflores de los Ángeles, sacó varias sonrisas en una de las famosas colas del hambre y acaparó las miradas desconcertadas de cuantos se cruzaban en su camino. Y Alessandra García lo consiguió solo con música, con las canciones del mundo que había recopilado tras pedir recomendaciones a quienes viven fuera de su país. De su pecho salían ante el asombro de todos esos temas que nunca faltaban en las celebraciones importantes de la familia.

La performance 'Pecho. Amperio. Estribillo' de esta inquieta actriz y directora de escena inauguró la octava edición del Moments Festival con una celebración de la diversidad cultural de Málaga a través de las músicas que conectan a las personas. El punto de partida era su casa, en Segalerva, y el destino, todos los barrios a los que pudiera llegar antes de que se acabara la batería de su altavoz.

«Solo por ese momento ya ha merecido la pena», decía Alessandra mientras cruzaba hacia Suárez dejando atrás la Palma-Palmilla. Minutos antes se había parado frente a un bar del barrio con una canción árabe sonando a todo volumen en su altavoz y, al mismo tiempo que algunos la aplaudían desde la terraza, un hombre salía del interior del local juntando sus manos en señal de agradecimiento por llevarle hasta allí los sonidos de su tierra. «Tengo los pelos de punta. Gracias», le dijo con lágrimas en los ojos el colombiano Quili a las puertas de su local de comida latina en Miraflores de los Ángeles cuando escuchó un tema tradicional de su país. «¿Por qué haces esto?», le preguntó extrañado. Y ella le contestó: «Porque estoy agradecida de que haya gente de otro sitio aquí».

«¡El que quiera distraerse que venga a la Palmilla!», exclamó una mujer al verla pasar. Era la sensación del barrio un jueves por la mañana. Por las ventanas las señoras iban avisando de por dónde se movía aquella chica rara que recorría a toda prisa las calles. «¡Por ahí va!», advertían señalando la dirección. «¿Es un videoclip?», «¿sale en la tele?», «¿pero eso qué es, válgame el señor?» La poeta Violeta Niebla la seguía documentando la intervención, emitiendo en directo en sus redes sociales y explicando a todo el que preguntaba qué estaba pasando y por qué. «¡Qué bonito!», le reconocían cuando lo descubrían. Hubo aplausos, movimientos de baile improvisados, expresiones de incredulidad y muchas (pero que muchas) sonrisas.

«¡El vestido más original no puede ser!». Y lo cierto es que estaba muy pensado. Alessandra García se había cubierto con una tela reflectante para que el otro se viera reflejado en ella y en la cultura que estaban compartiendo en ese encuentro. Orejas pintadas de azul (desde su último montaje siempre pinta alguna parte de su cara) y deportivas amarillo chillón para no pasar inadvertida. Imposible hacerlo.

Chica de barrio declarada y orgullosa, 'Pecho. Amperio. Estribillo' es la segunda parte de una trilogía que ahonda en la idiosincrasia de estos lugares y de sus gentes. Con 'Mujer en cinta de correr sobre fondo negro' llevó esa idea al teatro (la estrenó en el Echegaray), con esta performance itinerante la saca a la calle y con 'Los idiomas' la expone en un escenario no convencional como es el Museo Carmen Thyssen (25 de noviembre).

Según las instrucciones del altavoz, la batería duraba quince horas, lo que le habría permitido llegar hasta Pedregalejo a las nueve de la noche, según sus cálculos. Pero a las dos horas se encendió la luz roja… La Trinidad fue la última parada. Aguantó lo justo para llegar a la primera dirección que llevaba apuntada junto a su 'playlist' para dar sorpresas a domicilio: la mujer búlgara lloraba asomada al balcón de su casa escuchando la emotiva melodía de su casa. Le lanzó una flor de su maceta al terminar. «Adiós vecina», se despidió Alessandra. Pero en realidad es solo un hasta luego. La creadora tiene la intención de retomar la performance en las calles donde lo dejó.

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