El más venerable de nuestros monumentos encara el mes de diciembre con un basamento espectacular: el bosque de cobre en miniatura formado por los plátanos del Paseo de los Curas, que lucen ahora sus mejores galas otoñales. La Alcazaba, de la que dicen los especialistas que es una fortificación cuya complejidad no tiene parangón en todo el Mediterráneo occidental, incluye también en su cortejo habitual embarcaciones de todo tipo. Desde que existen registros gráficos de la fortaleza, todo dibujo, grabado o fotografía de ella que se precie muestra alguna nave a sus pies, hasta el punto de que es posible trazar una historia de la navegación con los barcos allí representados. Así, los veleros y yates que hoy amarran en el muelle 1 son el último eslabón de una cadena que enlaza motonaves y vapores con las galeras, jabeques y carracas de la época de los Austrias.
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