![García-Alix revisa en su móvil la foto que él acaba de hacer a los fotógrafos.](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2023/05/04/alberto1-RrhGw6ydAwYBqXiqcSXC1cK-1200x840@Diario%20Sur.jpeg)
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Lo suyo es disparar, no posar. Ir «de caza» y no ser el cazado. Por eso, cuando todos los objetivos apuntan a él, su primera reacción es sacar el móvil de su bolsillo y capturar «para el recuerdo» ese semicírculo de fotógrafos que se forma ... en un instante alrededor de él. «¡Oh! ¡Qué buena!», se dice a sí mismo mientras le da una y otra vez al botón de la pantalla. El personaje rebelde y transgresor no se ha impuesto a la persona que todavía se emociona de la expectación que despierta. Un minuto después serán esos mismos cámaras quienes tiren de móvil para inmortalizar su encuentro con quien ya es leyenda viva de la imagen en blanco y negro. Algunas de ellas se exponen ahora y hasta el 12 de septiembre en la Térmica, en una exposición que muestra un «nuevo mundo» de Alberto García-Alix (León, 1956). Pero hay cosas que no cambian: «El sexo y la muerte son para mí las grandes pulsiones de la creación».
Lo fácil aquí hubiera sido tirar de archivo, de su icónicos retratos de una época que siempre funcionan, pero 'Expresionismo feroz' ofrece un nuevo enfoque sobre el artista y demuestra que la etiqueta de 'fotógrafo de la movida' se queda muy (pero que muy) corta. «Es una gilipollez como una catedral. En la época de la movida hacía fotos, pero no era fotógrafo. No puedo luchar contra eso. Yo no me acerqué a la movida, se acercaron a mí porque yo era el que estaba», explica con cierta resignación, con un argumento que se ha visto obligado a repetir en más de una ocasión.
Él se siente «actor» de ese momento de libertad y ebullición creativa, pero como un tipo que estaba allí y al que se le «veía mucho». «No por la cámara, por actitud». No hace mucho que Alberto García-Alix ha empezado a revisar los negativos de aquella época, los que no trascendieron, y pronto publicará un libro con imágenes desde 1975 -cuando su padre le regala su primera cámara- hasta 1981, cuando explota 'la movida'. «Cuando veo las viejas fotos me doy cuenta de lo tonto que fui de no hacer más. El problema de la foto es que dices 'la hago mañana'. Y no hay mañana jamás. ¿Por qué no hice más?», lanza al aire.
'Expresionismo feroz' es, no obstante, la demostración de que Alberto García-Alix no vive apegado al pasado. 'Autorretrato dibujado a un muro' (2013), un ejemplo de su técnica de doble o triple exposición con su cámara analógica Hasselblad, anticipa una muestra donde la ironía, poesía, el amor y la muerte atraviesan medio centenar de fotografías. Es su obra «más vanguardista», un catálogo inédito en España que incluye seis piezas coproducidas por La Térmica, como detalló el presidente de la Diputación, Francisco Salado, acompañado por el director de la Térmica, Antonio Javier López. Entre ellas, el impresionante primer plano de Ana Curra, la única concesión de la exposición con aquellos locos 80.
Y tras cada imagen una historia. Impacta la de 'Gemma frente a su horizonte' (2012), donde García-Alix retrata con la cabeza desnuda y de espaldas a la cámara a su amiga semanas antes de morir de cáncer. «No era fácil poner la cámara y enfocar», dice visiblemente emocionado. «A mi edad ya he visto mucha muerte, de todo tipo, y cada vez más (...) La evidencia de que el tiempo se acorta es más real», reflexiona. Hay referencias al paraíso, al purgatorio y a la tumba, pero con poesía y sin dramatismos.
El reflejo de su pasión está en la serie que dedica a las motos desde 2013. «Aprovecho que salgo con los amigos a montar. Lo que he buscado es una nueva ópera visual con la moto, una ópera visual expresionista», cuenta. Lo mismo le rinde homenaje a Mike Hailwood con una imagen que titula 'El retorno del héroe', como se llamó su legendaria reaparición en las carreras de motos tras diez años en la Fórmula 1; que superpone el cartel de un circo sobre la sombra de un motero ('Moto: alma de circo'. 2015).
Hay paisajes naturales ('Naturaleza de los cardos'. 2014) y también artificiales ('Visión épica de San Carlos'. 2014), imágenes directos ( 'Ángel') y otras hechas con varias exposiciones, esa técnica con la que quita el chasis de su Hasselblad, engatilla la cámara y donde estaba la primera foto toma una segunda encima. Como en la reciente 'Máscara (Bizarro)', de 2021. Por cada resultado bueno obtiene 40 malos. «Pero los fracasos son los que empujan a seguir buscando. Si acertara siempre, no me lo creo y no me quiero».
Después de 40 años con la cámara a cuestas, García-Alix sigue sin soltarla. «¿Por qué?», se pregunta el Premio Nacional de Fotografía y Premio PhotoEspaña. Y él mismo se responde: «Primero por la poesía de la vida y de la imagen, después por la curiosidad y por mi alma infantil que es juguetona». Los tres pilares que le mantienen con la mirada entrenada y dispuesto a ir «de caza», «de safari» a ver qué encuentra. Desde este mismo año ha empezado a tirar algunas fotos de recuerdo con su móvil, como individuo y no como artista. «Pero si a mí me llegan a decir en mi época que un móvil iba a hacer fotos, no soy fotógrafo», concluye con ese espíritu canalla que le caracteriza.
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